Natalia Lozano
Julio es el mes de la lavanda, sus campos se llenan de color púrpura y atraen a cientos de turistas en toda España, donde podemos encontrar 9.184 hectáreas de este cultivo. La comunidad autónoma con más hectáreas de lavanda es Castilla la Mancha con 4730 hectáreas, seguida de Castilla y León con 1869 hectáreas.
A pesar de ser un cultivo muy atractivo para el turismo, para los agricultores no todo es tan bonito como parece. Desde la pandemia los precios se han desplomado un 70%, “los stocks se han acumulado desde hace unos años y las ventas se han reducido significativamente. Ahora mismo el precio del mercado no cubre ni el 50% de nuestros gastos, antes estábamos en más de 30€ por kilo y ahora no vendemos a más de 10€”, comenta Abelardo Carrillo, presidente de ANIPAM (Asociación Nacional Interprofesional de Plantas Aromáticas y Medicinales).
El turismo de lavanda no lo es todo
El auge del turismo que han tenido los campos de lavanda en los últimos años contribuye al desarrollo económico de las zonas rurales donde se cultiva la lavanda, generando empleo y promoviendo la cultura local, pero “no es suficiente, los turistas no generan rentabilidad a todos los agricultores, por eso reivindicamos que una parte de lo que corresponda de esta economía que se genera, revierta en los agricultores”, añade Carrillo.

Desde hace ya cuatro años en el mercado de aceites esenciales extraídos de manera natural de las flores de la lavanda está sufriendo un exceso de producción, “si la industria demanda más producto, venderemos más, si sigue como hasta ahora, estamos ante un momento crítico que nos plantea serias dudas sobre la rentabilidad y viabilidad de este cultivo”, asegura el presidente de ANIPAM.

La rentabilidad en el punto de mira
La rentabilidad en el cultivo de lavanda hoy en día está en el punto mira, muchos agricultores ya se están planteando en abandonar este cultivo o lo han hecho ya, por la falta de viabilidad económica, es el caso de Carlos Montoya agricultor que junto a otros productores llevaban unas 40hectáreas de lavanda en la zona de Tiedra (Valladolid). “En el año 2021 empezamos a reducir hectáreas porque empezamos a ver que no era rentable y ya desde el año pasado no tenemos ninguna hectárea”, asegura. “Hemos ido viendo año tras año como caían los precios hasta llegar casi a pagar una tercera parte de lo que pagaban hacen unos años y eso no es viable para poder cubrir los gastos”, sentenciaba el agricultor de Tiedra. Esta provincia concretamente es la que más territorio de cultivo tiene en Castilla y León superando las 600 hectáreas.

Una alternativa viable
Precisamente Tiedra es el pueblo vallisoletano donde nos podemos encontrar más campos con este cultivo. Allí se encuentra además el Centro de interpretación de lavanda donde Luz María Ruiz y su familia han creado de este cultivo un recurso turístico.
En este centro de interpretación se hace un recorrido por recorrido de cultivo y sus tipos, se explica cómo se extraen los aromas y muestran la presencia en nuestra cultura de la lavanda. Además, cuentan con una destilería dedicada a la extracción de aceites esenciales. Y su última incorporación ha sido una tienda dedicada a la venta de flores secas, jabones, aceites esenciales y artesanía todo hecho con lavanda.
“En nuestro caso decidimos arriesgar y diversificar, además de la agricultura, buscamos este recurso turístico y aunque el comienzo fue duro porque nada más abrir llegó la pandemia, ahora va muy bien” reconoce Luz, aunque insiste en que la parte más importante de todo es la parte de la agricultura y comercialización, “sin esto, todo lo demás no existiría, no quiero ser pesimista, pero es verdad que el mercado está saturado y es muy volátil y ahora mismo estamos sufriendo un retroceso”.
Intentando resistir
Fernando Romero, es director de una cooperativa en la zona de Cuenca, y en 2020 vieron una opción viable para los agricultores que formaban su cooperativa plantar lavandín en las tierras en las que tenían cereal, “compramos la maquinaria en común, contratamos gente y además hicimos la destilería para comercializar directamente el aceite esencial, en ese momento los precios rondaban los 35€ ahora el precio ha caído hasta los 9€”, sentenciaba.
Ahora esa rentabilidad, que hace unos años había, ha caído en picado, “muchos agricultores lo que están haciendo ahora es almacenarlo, con la esperanza de que vuelvan a subir los precios” aseguraba el director de la cooperativa. Además, reconoce que parte de los agricultores de la zona han decidido arrancar este cultivo y plantar otro que sea más rentable, “pero nosotros hemos decidió aguantar, al ser una cooperativa es un poco más fácil, tenemos otros cultivos y podemos esperar a vender en un tiempo, pero entiendo que muchos agricultores no se lo puedan permitir”.

La inversión de maquinaria para la siega y destilación de este cultivo es bastante alta, “los costes de la siega está en torno 160€ hectárea, la destilación 6€ el litro y a esto hay que sumar unos costes asociados de plantación que cuestan alrededor de 3.000€ hectárea”, comenta Romero. “Calculamos que entorno a los 20€ el litro de esencia estaría el punto de equilibro en el que cubriríamos costes”.
La diferenciación como posible solución
Los productos sintéticos están haciendo competencia directamente a la lavanda por eso desde el sector insisten en la diferenciación de este producto natural, “queremos que los productos que contengan lavanda se identifiquen bien y se sepa que son productos naturales y que el aceite esencial de lavanda no tienen nada que ver con los químicos”, asegura Abelardo Carrillo.

Actualmente hay una tendencia de consumo que valora en gran medida los productos naturales, “es muy importante la divulgación sobre lavanda y dar a conocer este cultivo” reconocía Luz María Ruiz. Poner en valor todas las propiedades de este cultivo como solución, ante un mercado que ahora mismo se plantea serias dudas sobre su viabilidad económica.