Emilio González Izquierdo
La vendimia en España no arranca con un solo tono, sino con un coro de matices. Cada año, las primeras uvas que se recogen son, en su mayoría, blancas. No es casualidad. Las variedades blancas suelen madurar antes que las tintas, y en zonas con climas cálidos o de influencia atlántica, su recolección marca el inicio simbólico y real de la campaña vitivinícola.
En 2025, este arranque ha sido más diverso que nunca: desde las malvasías volcánicas de Canarias hasta el albillo real de la Sierra de Gredos, pasando por el listán blanco de El Hierro o el moscatel de Ibiza. Son variedades distintas, con historias singulares, que reflejan la riqueza genética y cultural del viñedo español.
Este año, la diversidad de uvas blancas no solo ha destacado por su variedad, sino por la forma en que ha marcado el pulso de una vendimia desigual, marcada por el clima extremo, las enfermedades y la apuesta por la sostenibilidad. Avanzando del sur al norte, desde el mes de junio en Gran Canaria, con una de las primeras vendimias del hemisferio norte, hasta comienzos de septiembre en Galicia, las variedades blancas han sido las protagonistas, mostrando que detrás de cada botella de vino hay un paisaje, una tradición y una uva con nombre propio.
Canarias: Malvasía volcánica, la primera de Europa
La vendimia 2025 en España comenzó en junio, muy temprano, en Gran Canaria, donde el 30 de junio la finca Los Azules, en San Bartolomé de Tirajana, dio el pistoletazo de salida. La protagonista: la Malvasía volcánica, una variedad emblemática de las Islas Canarias, adaptada a suelos volcánicos y a un clima cálido y húmedo. Aunque la producción fue escasa (340 kg frente a los 1.030 kg del año anterior), la calidad se mantiene alta, con uvas concentradas y de gran complejidad aromática.
En Lanzarote, la vendimia oficial comenzó el 22 de julio, aunque algunos productores como David Fernández o El Grifo ya recogían uvas el 16. La Malvasía volcánica, aquí, crece en hoyos excavados en la lava, protegidos por muros de piedra negra. Es un paisaje casi lunar, donde cada cepa es una obra de ingeniería agraria. Aunque la producción ha sido muy limitada por una brotación irregular y una serie de condiciones climáticas adversas, se espera vinos de gran intensidad y mineralidad.
También en Tenerife y Fuerteventura, bajo la DOP Islas Canarias, la vendimia arrancó a mediados de julio con uvas como el albillo criollo, una variedad autóctona de gran frescura y acidez. Bodegas como Viñátigo o Finca Escudero han apostado por recuperar estas cepas históricas, en un contexto de viticultura heroica y sostenible. Pese a la baja producción, el enfoque está en la calidad, no en la cantidad.
En El Hierro, la vendimia comenzó el 23 de julio tras la confirmación de la maduración óptima. Aquí, el listán blanco es tradicionalmente la variedad reina, junto con el baboso blanco y el baboso negro. Esta uva, históricamente ligada a los vinos de Canarias, ha resistido el paso del tiempo y hoy se valora por su equilibrio entre acidez y estructura.
Lo llamativo en El Hierro es el rigor en el control: los viticultores deben notificar la vendimia con 48 horas de antelación, garantizando así la trazabilidad y el cumplimiento de los estándares de la DOP. Aunque la producción no será alta, las expectativas de calidad son excelentes, con vinos que reflejan la pureza del aire atlántico y la mineralidad del suelo volcánico.
Baleares: Moscatel, el blanco con alma mediterránea
En Ibiza y Formentera, la vendimia comenzó entre el 28 y el 30 de julio, adelantada por un junio récord en temperaturas. Aquí, las variedades blancas no son las únicas protagonistas, pero sí las que abren la campaña. El moscatel, con su aroma floral y dulzura natural, y la malvasía, ambas variedades históricas del Mediterráneo, han sido clave en bodegas como Terramoll, Can Rich o Can Maymó.
Lo más reseñable es que, aunque el clima seco ha limitado el mildiu, el oídio ha sido un problema controlado con tratamientos respetuosos. Además, los torcaces (pájaros) se han convertido en una amenaza seria, especialmente para pequeñas bodegas sin redes protectoras. A pesar de ello, se espera un aumento del 20-30% en la producción, lo que refleja una recuperación tras años difíciles.
El enfoque en Baleares es claro: recuperar las variedades autóctonas y hacer vinos de proximidad, con identidad insular. El moscatel, en particular, se utiliza tanto en vinos blancos secos como en dulces naturales, mostrando su versatilidad.
Andalucía: Montilla-Moriles y el Blanco que Resiste el Mildiu
El 29 de julio, Montilla-Moriles (Córdoba) inició la primera vendimia de la España peninsular en volumen y simbolismo. Aunque esta DO es famosa por sus vinos generosos, como el Pedro Ximénez, el arranque lo dan variedades blancas como Chardonnay, Verdejo y Moscatel. El Pedro Ximénez, de maduración tardía, aún no se ha vendimiado.
Este año, la región ha sufrido un golpe devastador: el mildiu, una enfermedad fúngica que ha reducido la cosecha en más del 50% en las parcelas más afectadas. La producción estimada es de 18 millones de kilos, frente a los 38-40 millones habituales. Pese a ello, las primeras uvas blancas que se han recolectado muestran buena calidad, con buen equilibrio entre azúcares y acidez.
La vendimia será larga y escalonada, debido a la maduración desigual provocada por el estrés hídrico y las enfermedades. Sin embargo, se espera que el precio por kilo suba para compensar las pérdidas, lo que podría beneficiar a los viticultores, aunque conlleva riesgos para la competitividad del sector.
Cataluña: Chardonnay, la blanca del cava que busca su valor
El 31 de julio, en El Bedorc (Piera), comenzó la vendimia en Cataluña con la recolección de Chardonnay, una variedad internacional clave en la elaboración del cava y otros espumosos. Aunque no es autóctona, su presencia es fundamental en una zona que constantemente busca reinventarse.
Este año, la producción esperada es un 20-25% mayor que en 2024, gracias a las lluvias primaverales tras cuatro años de sequía. La calidad es excelente, con uvas sanas y bien maduras. Sin embargo, el gran reto no es climático, sino económico: el precio de la uva para cava podría caer hasta 0,60 €/kg, una cifra que los sindicatos califican de «ruinoso».
Algunas bodegas, como Codorníu, han aplicado un «plus climático» del 45% para revalorizar la uva, pero quizás es una medida que no todas las bodegas puedan permitírse. En este contexto, la DO Penedès ha dado un paso histórico al convertirse en la primera DO 100% ecológica del mundo, lo que podría marcar un antes y un después en la valorización de las uvas blancas catalanas.
Castilla y León: Albillo real, conquistadora de la alta montaña
El 6 de agosto, en Cebreros (Ávila), dentro de la DOP Cebreros en plena Sierra de Gredos, comenzó la vendimia con el albillo real, una variedad blanca autóctona de gran frescura y complejidad. Esta uva, cultivada entre los 600 y los 1.200 metros de altitud, madura lentamente gracias a las grandes amplitudes térmicas, lo que le confiere una acidez vibrante y aromas cítricos y florales.
La producción estimada ronda los 800.000 kg, favorecida por abundantes lluvias primaverales. El mildiu y el oídio han sido mínimos, y los daños por granizo han sido leves. Lo más destacable es el enfoque en el terroir: suelos de pizarra y granito, viñedos viejos y agricultura regenerativa.
El albillo real es hoy un símbolo de la viticultura de altura en España, y su calidad en 2025 promete vinos elegantes, con gran potencial de envejecimiento.
En la zona DO Rueda, la vendimia de la Sauvignon blanc llega con retraso debido a la ola de calor. Se espera una importante merma en la producción a causa del mildiu y el pedrisco sufrido en la provincia de Valladolid el 4 de julio, lo cual, además del daño ocasionado, también dificultará las labores de recolección, dilatando la vendimia hasta principios de septiembre, momento en el que la Sauvignon blanc y la Chardonnay coincidirán con el comienzo de la vendimia de su variedad estrella: la verdejo.
Galicia: Albariño, el blanco proveniente de una constelación de parcelas
La última región en incorporarse a la vendimia 2025 ha sido Galicia. La última semana de septiembre ha visto comenzar la recogida de uva en la DO Rías Baixas. Su variedad más deseada, la albariño, goza de un estado óptimo en cuanto a calidad y sanidad vegetal, por lo que multitud de viticultores se afanan estos días en realizar la vendimia, antes de que las temidas lluvias hagan su aparición, como es habitual en la siempre complicada vendimia gallega.
En un contexto tan atomizado como el del viñedo gallego, solo en Rías Baixas ya cuentan con 4.970 viticultores al frente de 24.182 parcelas, la importancia de la uva blanca es transcendental para el sector vitivinícola. Variedades como la Albariño, Treixadura, Godello o Torrontés son sensibles a los cambios climáticos y es necesario que sean vendimiadas en el momento justo en el que alcanzan el equilibrio perfecto entre graduación y acidez. La previsión para esta campaña 2025 es muy buena tanto en kilos como en calidad. En la DO Rías Baixas esperan superar los 50 millones de kilos de uva.
Diversidad y singularidad
La vendimia 2025 de variedades blancas en España está siendo un reflejo de su diversidad: desde las malvasías volcánicas de Canarias hasta el albillo real de Gredos, pasando por el listán blanco, el moscatel o el chardonnay, cada variedad blanca ha contado su propia historia. Aunque la producción será desigual, la calidad general se mantiene alta, y el sector demuestra resiliencia frente a los desafíos climáticos y la presión económica. Estas variedades no solo dan vinos singulares, sino que representan una forma de hacer viticultura más resiliente, diversa y auténtica. Y eso, sin duda, es algo que merece ser vendimiado, año tras año.