Alfonso Palomo
La península ibérica ha acumulado varias semanas de tiempo seco y temperaturas elevadas para esta época del año, lo que ha acelerado la cosecha del girasol e incluso ha adelantado dos semanas la recogida del maíz.

Las lluvias se han hecho esperar, lo que ha retrasado mucho las siembras. Por supuesto las de colza, con una superficie de secano que caerá a la mínima expresión, pero también en relación con los cereales de invierno.
Mientras tanto, el mercado sigue dando muestras de atonía. El grano sigue llenando los almacenes y en algunos casos espera en su exterior a ser vendido. Pero no aumenta el consumo, lo que se traduce en un mercado pesado, sin cambios.
Maíz a 210 euros
Apunten el dato. El maíz del otro lado del Atlántico ya se ofrece a 210 euros por tonelada en los puertos españoles. Un precio que se va a mover muy poco en lo que queda de 2025 y también a lo largo de 2026.
Se trata de un precio muy competitivo, que lleva a elaborar los piensos con una base importante de este cereal y que deja con poco recorrido al trigo y la cebada.
Se ha publicado la última estimación la de la cosecha de trigo de Rusia y se ha aumentado la previsión de producción con respecto a la campaña pasada en 5 millones toneladas, hasta los 87,2 millones, lo que aumentará la cantidad de trigo en circulación.
Al mismo tiempo, la soja y la proteína también se ofrecen a precios interesantes para el comprador.
Por todo ello, y por desgracia, no se vislumbran subidas a corto ni a medio plazo para los cereales.
Para completar el cuadro, hay otro dato que condiciona el funcionamiento del mercado, y es la logística. El transporte sigue funcionando en pequeños círculos locales, pero fuera de estos se complica cada día más.
Pocos cambios en el plano internacional
En el ámbito internacional también hay pocos elementos que permitan hablar de un cambio en el panorama. El dólar se ha fortalecido algo como consecuencia de la crisis política francesa, aunque es un elemento de escasa importancia para la economía global.
Lo que es evidente es que las diferentes crisis geopolíticas ya han tenido sus efectos y podemos darlas por descontadas en el mercado. En el caso de Ucrania, no llegan cereales como el trigo o la cebada, pero sí el maíz, que está libre de aranceles y que puede situarse en los puertos a un precio competitivo.
Está previsto que China importe 106 millones de toneladas de soja, lo que supone un leve descenso respecto a ejercicios anteriores y con una importante novedad: las compras se centran en países como Brasil, Argentina o Uruguay, mientras se descarta a EEUU por estar vigente un arancel del 23%.
También hay que consignar que el gigante asiático aumentará previsiblemente su producción de soja hasta 19,9 millones de toneladas, con una superficie sembrada de 9,96 millones de hectáreas. No hay que perder de vista que el Gobierno chino subvenciona este cultivo frente a producciones más rentables para el agricultor, como el arroz o el maíz.
Como signo de los tiempos, en las últimas semanas ha cobrado protagonismo el oro, un bien que ha duplicado su valor en menos de dos años. Los bancos centrales adquieren lingotes para diversificar sus inversiones más allá del dólar, mientras que los inversores privados, preocupados por la situación económica, acuden a los fondos respaldados por oro.
Su precio ha superado los 4.000 dólares por onza por primera vez en la historia, lo que supone un aumento del 51,52% respecto a su valor hace un año.







