María Álvarez Escalante
En un giro inesperado de los acontecimientos, China y Estados Unidos anunciaron el 10 de noviembre un acuerdo para establecer una tregua comercial de un año, que tendrá efecto hasta noviembre de 2026.
Aunque el titular más visible ha sido la suspensión mutua de las tasas portuarias y los cargos especiales a los buques, el verdadero impacto para el sector agrario reside en una medida crucial que acompaña este pacto: la retirada de los aranceles de represalia sobre productos clave.
Este acuerdo de alto nivel, forjado tras la reciente reunión presidencial en Corea del Sur, se perfila como un punto de inflexión entre ambos países. No solo reduce los costes de la logística marítima, sino que también elimina barreras comerciales específicas que asfixiaban a los exportadores de materias primas.
Más competitividad
La suspensión de las tasas portuarias supone una victoria para la cadena de suministro. Estas tasas, que habían sido impuestas recíprocamente meses atrás, elevaban los costes operativos del transporte y generaban ineficiencia logística. A partir de ahora los productos estadounidenses serán más competitivos en el mercado asiático.
Además, al eliminar las tensiones y las posibles alteraciones de rutas, el sector podrá optimizar su planificación y garantizar flujos de exportación más predecibles, un factor crítico para los contratos a largo plazo de soja, maíz y cereales.
El fin de los aranceles
Sin embargo, para el sector agrario, la medida más relevante es la decisión de China de aprobar la importación de una amplia gama de productos agrícolas estadounidenses sin los aranceles de represalia, que han sido la herramienta más devastadora de la guerra comercial.
Específicamente, Pekín ha suspendido los aranceles adicionales, como el 24% impuesto previamente a ciertas mercancías, incluyendo el aceite de soja y otros productos clave.
Efectos en el sector global
Esta tregua supone un bálsamo para los agricultores estadounidenses, pero también introduce una nueva dinámica de competencia que afectará a terceros países, incluyendo a los proveedores sudamericanos y a la propia Unión Europea.
Durante este año de tregua, los productos agrícolas de EEUU recuperarán una ventaja competitiva significativa en China. Esto obligará a otros grandes exportadores de commodities (como Brasil y Argentina) a ajustar sus estrategias de precios para mantener su cuota de mercado.
¿Y cómo nos afecta a nosotros?
Al permitir que productos clave como la soja estadounidense fluyan sin las cargas arancelarias y logísticas hacia China, el acuerdo estabiliza los precios globales de las ‘commodities’, lo que ofrece un alivio económico directo al sector ganadero español al contener los costes de los piensos.
Además, esta tregua reduce la probabilidad inmediata de que la UE sea blanco de aranceles de represalia cruzados (como ha ocurrido históricamente con el vino o el aceite de oliva); sin embargo, dado que el acuerdo es temporal, la incertidumbre persiste más allá de noviembre de 2026, obligando al sector agroalimentario europeo a gestionar un riesgo comercial de fecha fija.







