Emilio González Izquierdo
Si hay una explosión ecológica transformando el paisaje agrícola de España, su epicentro está en Andalucía. No es una metáfora. En los últimos cuatro años, las explotaciones ecológicas en la región han aumentado más de un 30%. Hoy ya superan las 22.000, con una superficie certificada o en conversión que roza los 1,5 millones de hectáreas, casi un tercio de toda la superficie agraria útil regional.
Estos no son datos aislados. Son el reflejo inequívoco de un modelo que ya no es una alternativa casual, sino el eje estratégico de la política agraria andaluza y, muy pronto, el corazón de su nueva Ley de Impulso y Promoción de la Producción Ecológica (LIPESA).
Para el agricultor, el técnico, el ingeniero o el empresario del sector agroalimentario, este artículo no es solo una información. Es una invitación a ver con claridad todo lo que ya está sucediendo, y todo lo que viene. Porque la agricultura ecológica en Andalucía no es una moda. Es una apuesta estructural, rentable, alineada con Europa y con el futuro.
El dato que lo cambia todo. Crecimiento cuantitativo, sostenido y estratégico.
Desde 2020, el número de explotaciones ecológicas en Andalucía ha crecido un 32% y la superficie, un 28%. Pero si ampliamos la mirada a la última década, el salto es aún más impresionante: un 88% de aumento en superficie desde 2013.
Hoy, Andalucía lidera con autoridad la producción ecológica en España: concentra casi la mitad de toda la superficie ecológica nacional (47-48%) y más del 30% de su propia Superficie Agraria Útil (SAU), una cifra que supera con creces el objetivo europeo del 25% marcado para 2030.
Este crecimiento no es casual. Es el resultado de una política pública consistente, de incentivos bien diseñados y, sobre todo, de una demanda creciente, tanto interna como externa, por alimentos producidos con criterios de sostenibilidad, trazabilidad y calidad. Pero lo más relevante para quien aún duda en dar el salto: este modelo ya ha demostrado que es económicamente viable. Y no solo viable: rentable.
Rentabilidad real. No todas las explotaciones son Iguales y eso es una oportunidad.
Aquí viene el dato que debe captar toda la atención del sector: el 67% de las explotaciones ecológicas generan menos del 16% de la producción total. Pero el otro 33%, especialmente aquellas con ingresos superiores a 100.000 euros, aporta más del 67% de la producción. ¿Qué significa esto? Que la rentabilidad no depende de ser “ecológico”, sino de cómo se hace el cultivo en ecológico.
Las explotaciones más exitosas son las que han logrado especializarse (frutos secos, olivar, bovino de carne extensivo), escalar su producción o integrarse en estructuras colectivas. Las personas jurídicas, cooperativas y empresas, representan solo el 19% de las explotaciones, pero generan más del 50% de la producción total.
Ejemplos como Dcoop, líder mundial en aceite ecológico, o Campojoyma, con 87 millones de euros de facturación en Almería, demuestran que la agricultura ecológica, bien gestionada, puede competir y ganar en los mercados globales.
Y sí, los precios pagan la diferencia. En Almería, los productos ecológicos se vendieron en 2023/24 con un 20% de prima media sobre los convencionales. Tomate cherry, sandía, pimiento… cultivos que, bajo el sello ecológico, capturan valor añadido real en el mercado.
La nueva Ley que cierra el círculo.
Hasta ahora, el gran desafío del sector ecológico andaluz ha sido la desconexión entre oferta y demanda interna. Mucho se produce, pero poco se consume en casa. Eso está a punto de cambiar.
La Ley de Impulso y Promoción de la Producción Ecológica de Andalucía (LIPESA), que será aprobada antes de fin de año, es la pieza legislativa definitiva para consolidar este modelo. Y no es una ley cualquiera: es pionera en España. Entre sus medidas clave:
- Contratación pública obligatoria de productos ecológicos en comedores escolares, hospitales y centros sociosanitarios.
- Creación de una Red Andaluza de Mercados Locales Ecológicos.
- Establecimiento de un Premio Andaluz de Producción Ecológica.
- Incentivos fiscales para explotaciones ganaderas ecológicas.
- Refuerzo de la formación, investigación y transferencia de conocimiento.
Esta ley no solo protege al productor, lo conecta directamente con el consumidor. Garantiza demanda, estabilidad y visibilidad. Y lo hace en un contexto en el que Andalucía ya destina el 42% de los fondos que recibe del Plan Estratégico de la Política Agraria Común (PEPAC 2023-2027) a ayudas agroambientales, incluidas las de producción ecológica, frente al 28% de la media nacional. El mensaje institucional es claro: el futuro es ecológico, y el Gobierno andaluz está dispuesto a respaldarlo con recursos, normas y compromiso.
Un modelo que revitaliza territorios y cuida el planeta.
La agricultura ecológica en Andalucía no solo produce alimentos. Produce empleo (más de 30.000 puestos directos e indirectos), fija población en zonas rurales y combate la despoblación. El Altiplano de Granada, donde más del 41% de la superficie agraria es ecológica, y en Orce alcanza el 60%, es el mejor ejemplo: un territorio que ha convertido la sostenibilidad en su motor de desarrollo.
Ambientalmente, el impacto es igual de transformador. Más de 950.000 hectáreas de pastos ecológicos actúan como sumideros de carbono. La prohibición de pesticidas y fertilizantes sintéticos protege acuíferos y biodiversidad. La ganadería extensiva preserva dehesas y paisajes únicos. Este es mucho más que un modelo productivo, es un modelo de conservación activa del territorio.
El momento de actuar es ahora.
Queremos enviar este mensaje a los agricultores tradicionales: el cambio no es un riesgo, es una oportunidad histórica. Las ayudas están disponibles. La ley viene a respaldarles. Los mercados, locales, nacionales y europeos están abiertos y dispuestos a pagar por calidad y sostenibilidad.
A los técnicos, ingenieros y proveedores de insumos: su conocimiento es más necesario que nunca. La transición exige innovación, asesoramiento, maquinaria adaptada, semillas certificadas, soluciones fitosanitarias naturales. El sector les necesita, y les recompensará.
Andalucía no está apostando por lo ecológico por moda o por presión. Lo está haciendo porque es el único modelo que alinea rentabilidad económica, sostenibilidad ambiental, cohesión social y cumplimiento de la PAC europea. Es el modelo del presente. Y, sobre todo, es el modelo del futuro.
El campo andaluz ya está escribiendo su siguiente página en la historia. ¿Va usted a ser parte de ella?







