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lunes, octubre 7, 2024
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¿Cómo proteger al sector agrario frente a la sequía prolongada?

Para la fundación Global Nature, por cada grado que aumenta de la temperatura media del planeta nos enfrentamos a una pérdida del 10% de la producción. La planificación hidrológica es imprescindible, ya que se prevé una disminución de entre un 12% a un 40% de los recursos hídricos disponibles en los próximos 50 años

Un 34,8% del territorio peninsular se encuentra en sequía prolongada, incluso en las zonas de influencia más atlántica como Cantabria. Los valores de humedad en suelo se encuentra una cuarta parte por debajo de niveles normales en la mayor parte del país y se ha registrado entre un 25% y un 75% menos de la precipitación normal a estas alturas del año dependiendo de zonas.

Regiones como Almería, Murcia, Alicante y el litoral catalán hasta las recientes DANA estaban por debajo del 75% de las precipitaciones normales. Son los datos más actuales de la Agencia Estatal de Meteorología, Aemet. Con vistas al futuro, el Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático (PNACC) avanza que las precipitaciones disminuirán en un 10% para mediados de siglo.

“La sequía no es un problema de exclusivo de este año, y ya el año anterior fue el tercero más seco desde que hay registros”, explica el técnico de proyectos de FGN Guillermo Ramírez, quien detalla que esta circunstancia de falta de lluvias coincide con aumento de su torrencialidad.

“La sequía ha venido para quedarse y necesitamos medidas de adaptación. Los datos reflejan una nueva normalidad climática consecuencia del cambio climático en la que el descenso de precipitaciones y aumento de la temperatura se hace acompañar de fenómenos extremos que ponen en riesgo nuestra agricultura”, asegura.

La FAO estima que por cada grado de aumento de la temperatura media del planeta, nos enfrentamos a una pérdida de al menos un 10% de la producción agraria y por cada aumento de 2ºC, se espera que la precipitación disminuya en un 10 al 15%.

En los próximos 50 años nos enfrentamos a una disminución de entre un 12% a un 40% de los recursos hídricos disponibles y lo que afecta directamente al sector agrario, ya que el 80% del agua se destina a la agricultura en España. “Y esto ocurren en una de las regiones del mundo donde el cambio climático ocurre hasta dos veces más rápido que la media mundial”, detalla el experto de FGN.

Por ello, desde Global Nature insisten en la necesidad de una planificación hidrológica con medidas de adaptación al cambio climático, fundamental para garantizar el futuro de la agricultura española. “Acompañadas de una revisión del sistema productivo actual, porque con el nuevo paradigma este es inviable”. Desde la entidad insisten en la urgencia de que la planificación se haga “desde la nueva realidad climática, sin al aumento del consumo de agua con nuevos regadíos y garantizando la adaptación al cambio climático”.

Restricciones

Este año se prevé que la cosecha de cereal sufra pérdidas irreversibles en 3,5 millones de ha, el 60% de las explotaciones: o por ejemplo, la cosecha de aceituna y frutos secos en Andalucía será espera un 80% por debajo de lo normal, según COAG.

En este contexto, resalta el precio medio del agua de riego, que ha aumentado entre 2017 y 2021 un 15%. “El regadío se enfrenta a los límites materiales de la disponibilidad de recursos hídricos en España.

Aunque la eficiencia y modernización de los regadíos se ha priorizado, esto no supone una disminución en el consumo en tanto que sigue aumentando la superficie irrigada”, en palabras del experto de Global Nature quien añade: “La paradoja de Jevons, que establece que cuanto más eficiente se vuelve el uso de un recurso, mayor es su demanda, se aplica a la agricultura”.

Desde el final de los años 1960, la superficie de regadíos ha aumentado en un 170%, y en 2021 la superficie regada en España representó un 22,9 % de la superficie de cultivo, con los 3,7 millones de hectáreas. En algunas regiones el aumento ha sido muy marcado, como en Castilla-La Mancha o Andalucía, donde se ha incrementado en un 64,7% y un 44,1% respectivamente en los últimos 25 años.

“No hay agua para tanto cultivo y, además, se detecta la extensión a modos de producción con mayores necesidades hídricas, como el olivar superintensivo o el aguacate. Pese a que en la actualidad el 70% de los regadíos cuentan con sistemas eficientes (riego por goteo), se permite la expansión de los regadíos, que se benefician de fondos para la modernización, facilitando un aumento en la demanda”, apuntala Ramírez. Con todo, los planes de adaptación Nacional aciertan en asignar caudales ecológicos que restringen las dotaciones actuales.

“En añadido, sobreponiéndose a la tendencia actual, el consumo de agua por superficie aumentará lógicamente debido al cóctel de mayor calor y menor precipitaciones, es decir, por la evapotranspiración. Los planes hidrológicos han sido formulados con tendencias de aumento de la evapotranspiración muy conservadoras, y sin poner coto a la tendencia de extracción que conduce al agotamiento de los recursos hídricos. A medida que la sequía y las lluvias torrenciales erosionan y desertizan el suelo, este pierde su materia orgánica y la capacidad de absorber y retener agua, así como su fertilidad natural”.

Indicadores de disponibilidad del agua

Un indicador importante de la disponibilidad de recursos son los embalses, A altura de la segunda quincena de mayo, la capacidad media de los embalses rondaba el 50%. Con las últimas DANA, Mientras que en Cataluña ha pasado del 25% al 40%, en el Segura apenas se ha mantenido en el 34%, mientras que en Andalucía has descendido del 36% al 27, y y sólo en Galicia, Asturias y Euskadi rondan el 80%. En estas zonas en alerta, las lluvias de finales de mayo podrán aumentar en parte las reservas para el resto del año, pero el daño a cultivos y al suelo, degradado par la prolongada sed, ya está hecho.

Ante este agotamiento, la extracción se ha dirigido al subsuelo, “donde la situación no es mejor”. El 27% de los acuíferos de España se encuentran en mal estado cuantitativo, mientras que el 30% se encuentra en mal estado químico y en las previsiones de los expertos está que el 19% de los acuíferos no cumplirán los objetivos de regeneración marcados por las directivas comunitarias.

“Algunos de los principales acuíferos no logran alcanzar la tasa de recarga necesaria para su explotación en el futuro cercano y muchos de ellos se encuentran explotados por encima de su capacidad de regeneración, como el caso del acuífero de Mazarrón, explotado al 460% de su capacidad anual, o el de Guadiana, donde algunos puntos superan el 300% de su capacidad anual. Otros muchos sufren de contaminación química como numerosas masas en las cuencas del Ebro, del Júcar o del Segura, o intrusión salina y de yesos como, como el acuífero que atraviesa Ávila, Valladolid y Segovia”, añade Ramírez.

Las soluciones

Desde Global Nature insiste en la urgencia de la planificación hidrológica y el diseños de una adaptación real al cambio climático que garantice el futuro del sector agrario. En esta línea, abogan por incluir medidas como cubiertas vegetales o barbechos semillados.

“Las cubiertas vegetales en cultivos permanentes, capaces de mejorar la humedad en el suelo al aumentar la macroporosidad en profundidad y frenar la escorrentía superficial: son capaces de disminuir la temperatura entre 5 y 10 ºC en el suelo en verano. Los barbechos semillados generan efectos similares a los de las cubiertas entre cultivos leñosos”.

“Existen diversos proyectos en Global Nature que trabajan directamente con el sector. Por ejemplo, Naturaleza Pastoreada, que cuenta con el apoyo de Fundación Biodiversidad, puesta por el pastoreo como motor de cambio. Si hablamos, por ejemplo, de la carne de bovino extensivo, el 97% de la huella hídrica del filete de esta ternera es verde, es decir, que apenas depende de forrajes con mayor consumo de agua y que aprovecha el pasto natural.

Además, su impacto en contaminación de las masas de agua es mucho menor”, continúa Ramírez que asegura que es importante trasladar al consumidor este tipo de matices para incentivar el consumo de productos sostenible.

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