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InicioAguaEl regadío, un motor que desafía al cambio climático en España

El regadío, un motor que desafía al cambio climático en España

Nuestro país ya tiene más del 76% del regadío modernizado, un modelo que permite aplicar tecnologías avanzadas para maximizar la eficiencia en el uso de agua, energía e insumos

Ricardo Ortega

El 23% del suelo agrícola español corresponde a regadío, una superficie en la que se obtiene la mitad de la producción y se genera nada menos que el 73% del valor.

Las cifras demuestran que el peso de este tipo de agricultura es mayor en valor que en volumen, gracias a que el acceso al agua no solo aumenta los rendimientos, sino que permite orientar la actividad hacia cultivos de mayor valor añadido.

Son datos elocuentes sobre la importancia del regadío, que no responde únicamente a la posibilidad de poner agua a disposición del cultivo: si el regadío es cada día más productivo y más eficiente, si cada vez emplea menos agua para obtener mayor producción, y de más calidad, es porque se ha convertido en la vanguardia tecnológica del agro español. Una de las actividades en las que resulta más rentable la inversión en innovación.

En la agricultura española se siguen empleando todas las técnicas de regadío, desde el riego por gravedad hasta el goteo más milimétrico. Pero de forma global estamos asistiendo a la conversión hacia sistemas de la máxima eficiencia, representados -entre otros- por las comunidades de regantes del Campo de Cartagena o por los invernaderos de Almería.

La piedra angular de este proceso es la modernización. España ya tiene más del 76% del regadío modernizado. De esa superficie, la mitad dispone de riego localizado. Las grandes obras de modernización, que no siempre avanzan a la velocidad que reclama el sector, permiten aplicar tecnologías avanzadas para maximizar la eficiencia en el uso del agua, la energía y los diferentes insumos, al mismo tiempo que se incrementa la productividad.

Esto implica reemplazar sistemas tradicionales por métodos más eficientes y recurrir a dispositivos innovadores como los sensores de humedad, los sistemas de análisis de datos o las imágenes por satélite.

Es lo que permite conocer el estado tanto del suelo como del propio cultivo, y aportar la cantidad de agua precisa en el momento adecuado, incluso en periodos de escasez.

Y es que gracias a la tecnología se pueden estimar las necesidades hídricas del cultivo con varios días de antelación. Es posible conocer el estado real de la planta en cada unidad concreta de riego y tener en cuenta las predicciones meteorológicas antes de obtener una recomendación.

Esta información permite responder a las dos preguntas cruciales del regadío: el cuánto regar y el cuándo. Será la clave para aumentar la rentabilidad de las explotaciones, tanto por el ahorro directo de agua y energía como por el aumento de producción que obtenemos siempre que empleamos el agua estrictamente necesaria.

Los desafíos son enormes, pero hoy los 3,7 millones de hectáreas regadas en España están ganando la batalla de la competitividad en un contexto de cambio climático, con temperaturas en ascenso y precipitaciones cada vez más escasas y más imprevisibles.

El ministro de Agricultura, Luis Planas, señalaba recientemente que los próximos años marcarán el paso “del regadío sostenible al regadío inteligente”, basado en la digitalización y la gestión eficiente de los recursos.

“Estamos ante una auténtica revolución tecnológica que pone en manos de los regantes herramientas para producir más con menos agua y menos energía”, recalcaba, además de apuntar hacia el “triángulo mágico” del futuro agrario: sostenibilidad, digitalización y relevo generacional.

El Gobierno considera la modernización una “prioridad estratégica” y ha aprobado planes que, según las cifras que maneja, suman 2.500 millones de euros entre 2022 y 2027.

La inversión se articula a través de cuatro grandes programas:

Uno. El principal está incluido en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR), que concentra la mayor parte de los fondos y las actuaciones orientadas a la digitalización, el ahorro de agua y el uso de energías renovables.

Dos. El convenio clásico entre el ministerio y Seiasa, que da continuidad a los proyectos de modernización ya en marcha.

Tres. actuaciones directas ejecutadas por el propio Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación

Cuatro. proyectos cofinanciados con el Fondo Europeo Agrario de Desarrollo Rural (FEADER), que contribuyen a impulsar la sostenibilidad y la competitividad en el medio rural.

En total, las actuaciones previstas por el ministerio permitirán modernizar 750.000 hectáreas, con la participación de más de 250 comunidades de regantes. Según los datos publicados por el ministerio, serán 237.000 agricultores los beneficiarios.

Para Planas, la agricultura es la aportación del sector a la adaptación al cambio climático y también a su mitigación, tanto por el ahorro en agua y energía como por el secuestro de carbono de numerosos cultivos.

Dos millones de empleos

Para Ignacio Atance, director del Servicio de Estudios de Grupo Cajamar, el regadío proporciona más de dos millones de empleos y presenta un saldo comercial exterior que roza los 20.000 millones de euros anuales.

“Desde una perspectiva estratégica, el regadío es clave para garantizar la seguridad alimentaria y la estabilidad del abastecimiento en los mercados”, apunta.

Hay datos que reflejan a la perfección el papel del regadío en la economía española: supone cerca del 100% de la producción hortícola, más del 85% de la de patata o los frutales, el 39% del cereal o el 37% de la aceituna destinada a la obtención de aceite.

En cuanto a los insumos agrícolas, al regadío se le pueden imputar unos 7.300 millones de euros de los 30.750 que sumaron los consumos intermedios, de media, en los últimos años. Es decir, el regadío supone el 23,74% de los insumos.

Al mismo tiempo, el regadío representa el 61,5% de la renta agraria nacional. Es decir, añade más valor por el lado de la producción que costes por el lado de los consumos. De esta manera, representa el 43% del valor de la producción agraria (incluyendo aquí la ganadería), pero proporciona el 61,5% de la renta agraria.

Todo ello nos sitúa ante una evidencia: la importancia del regadío se acrecentará si España hace los deberes y ajusta su modelo productivo a las nuevas realidades. En gran medida, el dilema no radica en elegir entre secano y regadío: la apuesta solo puede ser por el riego eficiente que proporciona la modernización.

Solo así contaremos con un perfil de agricultor más joven, con explotaciones de tamaño medio que incrementarán la población rural y con estabilidad para una «actividad estratégica» como es la producción de alimentos, según Atance.

España, un referente mundial

Las obras de modernización de regadíos le corresponden a Seiasa, la Sociedad Mercantil Estatal de Infraestructuras Agrarias. Su presidente, Francisco Rodríguez Mulero, destaca que España cuenta con más del 76% de la superficie de regadío ya modernizada, “con lo que se ha convertido en un referente mundial en este tipo de riego”.

Este avance ha sido posible gracias a la evolución hacia sistemas de riego que pivotan sobre tres pilares básicos: eficiencia hídrica, energías limpias y digitalización.

La labor conjunta de Seiasa y las comunidades de regantes “ha permitido que en las últimas décadas se modernizaran 620.480 hectáreas, con una inversión global de 2.260 millones de euros”, según Rodríguez Mulero. En ese mismo periodo el consumo de agua se ha reducido en un 13%.

El objetivo para el periodo entre 2022 y 2027 es modernizar los sistemas de riego de más de 700.000 hectáreas, según las cifras que ofrece Seiasa, lo que permitirá reducir el consumo de agua, lograr una mayor eficiencia energética y aprovechar fuentes no convencionales, como las aguas regeneradas y desaladas.

El objetivo es aprovechar las temperaturas de un país fundamentalmente mediterráneo, como el nuestro, para obtener producciones de gran valor añadido.

Transformación y resiliencia

Durante el año 2024 Seiasa finalizó 14 actuaciones de las 97 previstas en el marco del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, cuya inversión global asciende a 1.326 millones de euros.

De las actuaciones finalizadas en ese año, seis se desarrollaron en Andalucía, una en Aragón, una en canarias, una en Castilla-La Mancha, dos en Extremadura, una en la Región de Murcia y dos en la Comunidad Valenciana.

A fecha de 31 de diciembre, otras 58 actuaciones seguían en ejecución, cinco eran licitadas, dos se encontraban pendientes de licitación, una en espera del encargo de las obras y otras 16 en distintos estados de tramitación.

Las obras cuentan con cofinanciación de fondos Next Generation de la Unión Europea en un porcentaje que oscila entre el 70 y el 80%, mientras que el resto corresponde a las comunidades de regantes.

El Guadalquivir, al 41%

La campaña de riego en la cuenca del Guadalquivir se ha cerrado este año con buen sabor de boca, aunque con la excepción de algunas zonas de Granada donde las dotaciones han sido inferiores a las habituales, como en los embalses del Guadiana Menor y el alto Genil.

Los embalses se encuentran al 41% de su capacidad y almacenan 3.306 hm3, lo que supone unos 500 hm3 más que hace un año, aunque 330 hm3 menos que la media de los últimos 25 años.

Las condiciones de normalidad en las que se ha desarrollado la campaña de riego en la mayor parte de la cuenca han sido posibles gracias a las abundantes lluvias que se registraron en marzo.

Los distintos sectores y cultivos se han beneficiado de esta buena campaña, entre ellos el sector arrocero, que ha podido sembrar la totalidad de la superficie a diferencia las campañas durante la sequía.

Para la próxima campaña de riego se puede ser optimista gracias a que la situación de partida es más favorable que en años anteriores.

El Guadiana ahorra un 23,5%

La cuenca del Guadiana ha ahorrado un 23,5% del agua disponible inicialmente. El comienzo del año hidrológico 2024-2025 ha ido evolucionando hasta llegar al mes de marzo de 2025, en el que las aportaciones han aumentado gracias a la llegada del tren de borrascas de ese mes.

El resultado de dichas aportaciones ha sido el alcanzar un volumen almacenado del 61,9% en la zona oriental y del 66,2% en la occidental.

Los embalses del Guadiana están en torno al 57% de su capacidad, cantidad muy superior a la registrada hace un año.

Suministro garantizado en el Júcar

La situación global de las reservas en los embalses de la demarcación del Júcar, al 49 % de su capacidad total, hace que se afronte el nuevo año hidrológico con el suministro garantizado.

Las precipitaciones registradas el pasado año hidrológico han permitido olvidar la situación de escasez en la mayor parte de la demarcación, aunque varios sistemas, como el Vinalopó-Alacantí, el Serpis y la Marina Baja, todavía cuentan con indicadores negativos.

Las precipitaciones en la demarcación se han situado en los 523 litros por metro cuadrado, por encima de la media histórica y muy por encima del año pasado (320 mm).

Las precipitaciones han tenido incidencia directa en el aumento de las reservas de los embalses, que han comenzado el año hidrológico 2025-2026 con 1.392 hm3, lo que supone el 49% de su capacidad.

Siguen las restricciones en el Segura

La Confederación del Segura mantiene las restricciones para el nuevo año hidrológico. Los límites acordados confirman los ya existentes: el 33,5% para los aprovechamientos no tradicionales y el 22,5% para los tradicionales de los sistemas Segura, Mundo y Quípar.

La precipitación media ha sido de 355 litros por metro cuadrado, unos 57 litros por encima del promedio de los últimos 5 años. Al mismo tiempo, los consumos acumulados han sido de 285 hm, 63 menos que en el mismo periodo del año anterior.

Las existencias de recursos propios de la cuenca a 11 de septiembre son de 77 hm³, 32 hm³ superiores a las existentes en la misma fecha del año anterior.

Por todo ello la Comisión de Desembalse ha adoptado un desembalse de hasta 268 hm³ para el año hidrológico 2025-2026, con lo que se pretende llegar a unas existencias de, al menos, 60 hm³ a final del próximo año hidrológico.

El Duero está al 42,6%

La campaña de riego se ha desarrollado con total normalidad, lo que ha permitido extenderla en las primeras semanas de octubre para cultivos como la remolacha o la colza.

La práctica totalidad de las comunidades de regantes no ha agotado la dotación máxima que se había establecido.

La meteorología extremadamente seca y calurosa durante el verano y la prioritaria apuesta por el maíz como cultivo de referencia en gran parte de las zonas regables, de forma particular en la provincia de León, han provocado una situación desigual por sistemas en cuanto a consumos.

Los sistemas Tuerto-Órbigo han superado el 80% de la dotación máxima asignada, lo que ha determinado que el embalse de Barrios de Luna acabe el año hidrológico en el entorno de los 73 hm³, por debajo del año pasado.

Por su parte, el embalse de Riaño, al 40,7% de su capacidad, cierra la campaña de riego con más de 260 hm³, lo que significa 25 hm³ por encima de la media de los veinte últimos años. Queda muy por encima de la dotación asignada, dado el grado de modernización de las distintas comunidades de regantes. La campaña ha finalizado también en el sistema Porma sin incidencias reseñables y con valores superiores a la media de los últimos veinte años.

Los embalses del sistema Carrión almacenan 49,7 hm³, finalizando la campaña por debajo del volumen del año pasado, aunque superior a los 40 hm³ que reflejan el valor medio de los últimos veinte años.

Un dato positivo que se repite en el Pisuerga-Bajo Duero (177 hm³) con un registro que en los últimos años solamente se ha visto superado por los 195 hm³ que llegó a almacenar en la campaña de 2008.

Sequía en el Ebro

Los últimos tres meses han sido secos, con escasas precipitaciones en el norte y oeste de la cuenca del Ebro. Como consecuencia, los índices de aproximadamente la mitad de la cuenca se encuentran en sequía.

Con todo, dada la finalización de la campaña de riego y el inicio aparente de las precipitaciones otoñales, “la situación no parece preocupante”, según la CHE.

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