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viernes, octubre 4, 2024
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La cosecha cae un 17% respecto a los últimos cinco años, con sensación de que podía haber sido peor

Ricardo Ortega

La acumulación de noticias negativas sobre la cosecha de 2019 está respaldada por la realidad, pero depende de dónde se sitúe la lupa para considerar que algunos productores han salvado el año. Hay quien respira aliviado y siente que la situación podría haber sido peor.

La cosecha de cereal de invierno se estima en 4,8 millones de toneladas, lo que representa una disminución del 17% respecto a la producción media de los últimos cinco años. Los efectos de la sequía se observan en todo el territorio de secano y las zonas más afectadas son las provincias de Ávila, Salamanca, León, comarca de Campos en Palencia, Centro, Sur y Sureste de Valladolid, Demanda y la Ribera en Burgos y Duero Bajo y Campos-Pan en Zamora.

En Burgos se estima una bajada total del 9% y Soria presenta una cosecha media normal. Las condiciones meteorológicas de la campaña han sido especiales desde su comienzo. Las lluvias no llegaron hasta noviembre y la nascencia fue buena, aunque con diferencias debido a los retrasos en las siembras. Enero fue un mes seco y febrero y marzo cálidos y secos. Las temperaturas de abril fueron normales y las precipitaciones un 20% por encima de su promedio, pero muy heterogéneas. Mayo ofrece un déficit hídrico del 75%; junio y julio han tenido un balance térmico desigual con un déficit hídrico de en torno al 25 o 30%.

En la suma global, las producciones de trigo y cebada son similares, en torno a los 2,2 millones de toneladas. La producción de avena alcanza 121.000 toneladas; el centeno, en torno a 175.000 toneladas; el triticale, 81.000 toneladas, y el trigo duro, 10.000.

En secano el trigo presenta unos rendimientos de 2.500 kilos por hectárea y la cebada de 2.550 kilos, gracias sobre todo a que su ciclo se adaptó mejor a la meteorología.

Carlos Colmenares, de Agropal, apunta que en Palencia el secano ha ido mejor de lo esperado, pero no se puede decir que sea un buen año. Variedades de cebada como Lavanda o Farandole se han comportado bien. La precocidad ha permitido obtener entre 4.500 y 5.000 kilos por hectárea en secano en localidades como Amusco o Valdespina.

También en Palencia Antonio Miguel Escudero, de Calzada de los Molinos, destaca que la cebada ha tenido un resultado apreciable en los valles, mientras que en el páramo ha acusado la falta de agua, con resultados muy pobres. “Otro problema es que en el páramo el vallico se ha hecho fuerte y ha sido necesario tratar varias veces”, recalca.

El técnico de Agropal Javier Martín apunta que las máquinas han entrado muy tímidamente en la zona de Aguilar de Campoo. El cereal presenta buen estado allí donde no ha caído piedra.

En la comarca de Boedo-Ojeda no se ha rematado la campaña de trigo. Es pronto para hablar de producciones medias en este cultivo, aunque podrían rondar los 4.000 kilos, con un peso específico no demasiado bueno: entre 72 y 73. Las cebadas sí han registrado un rendimiento medio de 4.000 kilos.

En Zamora el resultado es muy desigual, con una diferencia marcada fundamentalmente por las tormentas. José Crespo, de Cobadu, señala que incluso en comarcas que tradicionalmente no dan buenas producciones, como Aliste, se ha superado a Tierra de Campos. La comarca de la Guareña se mueve entre los 1.600 y los 1.700 kilos en cebada, y en torno a 1.300 en trigo, mientras que en trigos se han cogido entre 2.400 y 2.500 kilos en Campos-Pan, y en Aliste algo menos. Los pesos específicos de la cebada casi llegan a 70, mientras que los trigos están por encima de ese peso.

En Segovia, Alfonso Palomo apunta que la cosecha ha ido mejor de lo esperado, a pesar del aspecto que presentaba el cereal. “Cuando vienen mal dadas el resultado es siempre peor de lo esperado, pero este año ha sido al contrario”, reflexiona.

José Antonio Marcos, de Campal, no pone paños calientes y señala que la campaña ha ido muy mal en Salamanca. Alguna zona de la provincia se ha defendido, pero ha habido unos rendimientos medios de 2.000 kilos, con muchas zonas por debajo de esa cantidad.

La cebada ha ido mejor que el trigo en la provincia, con puntos en los que se han obtenido 2.500 kilos, pero con gran irregularidad. La diferencia ha estado en el cultivo que ha precedido a ese cereal.

En el oeste de Valladolid, Armando Caballero apunta que la cebada ha estado mejor de lo esperado, “pero no ha sido un buen año”. La única buena noticia ha estado en la calidad del grano: “Nos ha sorprendido el peso específico de la cebada”. El problema son los rendimientos por hectárea. “Y los precios, porque sin ninguna razón todas las lonjas están dando bajada de precios”.

Contemplando el paisaje después de la batalla hay quien busca explicaciones a lo sucedido más allá de la mala suerte con el tiempo. José Ángel Cortijo, de Fertiberia, destaca la desigualdad en las producciones, incluso dentro de una misma provincia. Una de las claves ha residido en la fecha de siembra, que ha podido suponer 1.500 kilos por hectárea, según el técnico.

“Hay que prestar atención a las variedades empleadas y a los ciclos, con grandes diferencias en comportamiento. Por ejemplo, en aquellos casos en que el agricultor se vio obligado a sembrar tarde un ciclo largo”, apunta. También destaca que la fertilización ha sido determinante para la cantidad y calidad obtenidos, “igual que sucede en los años buenos”. “Este año una misma cebada sembrada a la vez y en dos suelos idénticos ha dado dos pesos específicos tan dispares como 70 y 62, y la única diferencia ha estado en la fertilización”, destaca.


Fotografía: M. Gómez

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