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sábado, octubre 5, 2024
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La llave del futuro está en la eficiencia

"Es mucho más barato mantener una fertilización adecuada que corregir futuras deficiencias"

José Ángel Cortijo, responsable Zona Noroeste de Fertiberia

Los secanos han encadenado dos años de estrechos márgenes en Castilla y León y han agudizado la necesidad de caminar hacia una agricultura eficiente, en la que maximizar el retorno de cada una de las inversiones realizadas. Sin embargo, esta situación se interpreta en ocasiones de forma errónea y el agricultor se inclina por no prestar la necesaria atención a insumos absolutamente cruciales, como la semilla de calidad o el fertilizante.

Estamos obligados a ser más eficientes, pero eso no significa dejar de abonar o comprar lo más barato que haya en el mercado, sino tomar las mejores decisiones. Para ello es necesaria una labor continua de formación; documentarse, participar en jornadas y consultar a los diferentes departamentos técnicos. Como consecuencia, el agricultor acentuará su profesionalidad, adquirirá un espíritu crítico, lo que le permitirá acertar, tomar las decisiones más adecuadas.

Sería impensable que alguien acudiera a comprar un apero sin informarse, sin comparar, sin acudir a ferias… Pero nos encontramos que esa preocupación no se da en el mercado del abono. Muchos agricultores, sencillamente, aplican el fertilizante que les venden en el almacén, sin conocer la graduación ni la fórmula. En definitiva, sin saber si es el abono que su tierra y su cultivo necesitan. Es la paradoja de prestar muy poca atención a una de las herramientas más importantes de nuestra explotación.

La calidad es un elemento esencial en relación con el abonado. Si regresamos al ejemplo de la maquinaria, el agricultor sabe perfectamente que dos tractores no son iguales, pero en el caso de los abonos de fondo a lo mejor piensa que sí. Y en absoluto.

La normativa establece que existen dos categorías de abonos por su composición: los tipos 1 y 2. Los de tipo 1 son aquellos que llevan el 100% del fósforo disponible para los cultivos, mientras que los de tipo 2 llevan una parte del fósforo insoluble, y por tanto la planta jamás lo podrá absorber. Estos fertilizantes son más económicos de elaborar y por tanto más baratos para el agricultor. Pero este, como comprador, tiene derecho a saber lo que adquiere y debe exigir las especificaciones del producto.

En ese documento se nos debería decir que el fósforo es soluble al agua y al citrato, lo que significa que es disponible para la planta. Por el contrario, si nos indica que hay un porcentaje soluble a ácidos minerales fuertes significa que hay una parte de fósforo insoluble, y por tanto que la planta no la puede absorber.

También es obligatorio leer las etiquetas porque se dan casos de supuestos abonos complejos que en realidad no tienen nitrógeno ni potasio, y que por lo tanto no se pueden vender como NPK. Conscientes de ello, no son pocos los agricultores que encargan un análisis de los fertilizantes que compran para estar seguros de sus componentes; un dinero muy bien gastado.

De forma global, hay que decir que un comprador exigente contribuye a que el resto de eslabones de la cadena también lo sea, y a que el fabricante tome buena nota y apueste por la calidad.

Otro aspecto fundamental se da al plantear las rotaciones en una finca, cuando el agricultor debe pensar muy bien qué cultivos abonar y cuáles no. La cuestión no es baladí porque, si en una rotación de cuatro años incluye girasol y legumbre, y decide no abonar esos años, ya serán dos los ejercicios en que toma reservas del suelo sin aportar nada. Debemos ser conscientes de ello y equilibrar los abonados: decidir qué abonar y en qué cantidad, puesto que todo cultivo que se siembra extrae nutrientes del suelo, incluidos el girasol y la legumbre. O logramos el equilibrio nutricional de nuestra tierra o llegará un momento en que dejará de producir.

¿Cuál es la fórmula para equilibrar los abonados? Una vez que tomamos conciencia de esta realidad podemos abonar todos los años de la rotación o bien, cuando sembremos un cereal, hacer un aporte extraordinario de nutrientes para que el girasol que vendrá detrás lo aproveche. ¿Es esto tan importante? Evidentemente, puesto que resulta mucho más barato para el agricultor mantener una fertilización adecuada año tras año que corregir eventuales deficiencias de fertilización.

El profesional debe saber cuáles son los elementos más limitantes de su suelo, al que conoce bien. En Castilla y León ese elemento suele ser el fósforo, sobre todo como consecuencia de los fuertes contrastes de temperatura, que hacen que tenga escasa movilidad. En el abonado de fondo tanto el nitrógeno como el potasio son siempre disponibles por la planta y, por lo tanto, es precisamente en el fósforo donde debe prestarse atención.

Este año demuestra que la fertilización es especialmente importante en secano, donde el factor más limitante es la climatología; teníamos una gran cosecha a principios de mayo, pero el calor y la falta de agua echó por tierra las expectativas. Y es que este trabajo tiene mucho de jugar a la lotería, por lo que no se pueden considerar justos algunos tópicos que califican al agricultor como alguien ‘que siempre se está quejando’. Pero dicho esto, en su mano queda el jugar lo mejor posible las bazas que dependen de él, y está claro que la fertilización es la principal de ellas.

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