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viernes, diciembre 6, 2024
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Las cooperativas agroganaderas de Castilla y León reivindican su función en tiempos de crisis

Estas sociedades ganan volumen y facturación a medida que se reduce su número.  ¿Hasta dónde? Para el presidente de Urcacyl, Fernando Antúnez, la dimensión adecuada de una cooperativa “es aquella que le permite prestar los mejores servicios al socio”

Como en un espejo que nos devuelve una imagen agrandada, las cooperativas agrícolas y ganaderas de Castilla y León han mantenido durante los difíciles meses del confinamiento el mismo pulso vital que el conjunto del campo. Pero esa actividad agrícola y comercial ha sido aún más profesional y eficiente, lo que ha convertido a estas sociedades en piezas fundamentales del engranaje que lleva los alimentos desde la tierra hasta la mesa del consumidor.

“Nos sentimos orgullosos de la labor desarrollada por las cooperativas durante esta época de pandemia”, subraya el presidente de Urcacyl, Fernando Antúnez. “Hemos desarrollado nuestra actividad sin ningún tipo de cese y hemos contribuido a abastecer los supermercados asegurando, como siempre, la cercanía, la seguridad alimentaria y la confianza en nuestros productos”, destaca.

La confianza es un término que ha cobrado fuerza en estos tiempos. Lo sabe bien el ciudadano, pero también aquel agricultor que trabaja fuera del ámbito cooperativo y que ha tenido serios problemas a la hora de comercializar sus producciones. Ninguna cooperativa de Castilla y León ha tenido dificultades en ese ámbito y sus socios han podido dar salida a sus cultivos.

La mejor comercialización es solo una de las ventajas del agricultor asociado, que también se beneficia del asesoramiento, formación, abastecimiento de insumos y, “algo fundamental para ellos, el cobro”, apunta.

Mientras tanto, las coope­rativas, al igual que el resto del mundo empresarial, viven un movimiento de reducción en el número pero de aumento de dimensión y profesionalización. ¿Hasta dónde? Para el presidente de Urcacyl, “es importante tener la dimensión adecuada para prestar los mejores servicios al socio, y que a su vez la actividad de la cooperativa sea rentable; por tanto, no existe una dimensión idónea, sino que debe haber un equilibrio”.

A partir de este punto “a las cooperativas, tener una mayor dimensión, no les va a otorgar necesariamente una mejor posición en el mercado”, añade. “Vivimos en un mercado globalizado donde las cooperativas tienen el objetivo de mejorar la competitividad de sus socios y son un instrumento para lograrlo”.

En ese sentido, destaca la función de las cooperativas en optimizar el funcionamiento de las explotaciones “y en mejorar, en la medida de lo posible, circunstancias como la seguridad del cobro, pero no podemos nunca marcar un precio”.

Hoy las sociedades inscritas en el Registro de Cooperativas son en torno a 500, pero de ellas un gran porcentaje son cooperativas de carácter familiar. Las cooperativas con instalaciones propias, técnicos y actividad durante todo el año son unas 180. Este tipo de sociedades suma unos 40.000 socios y su facturación global está en 2.553 millones de euros.

A medio plazo, Fernando Antúnez considera que se podrá hacer un balance positivo de uno de los grandes objetivos, el de la incorporación de jóvenes y mujeres al campo y a la dirección de las cooperativas.

Más allá de la “enorme” inversión que se debe realizar para incorporarse a la actividad, el presidente de Urcacyl incide en aspectos que se pueden mejorar, como “dignificar la imagen del agricultor y ganadero”, además de luchar “contra las tendencias que demonizan las explotaciones ganaderas”.

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