Unas 380 entidades agrupan a cerca de 50.000 agricultores y ganaderos en Castilla y León. Su transformación pasa por generalizar la mentalidad empresarial y por ganar dimensión para garantizar su papel regulador de los mercados
Las cooperativas agrarias afrontan en los últimos años el triple reto de profesionalizar su funcionamiento asumiendo la mentalidad empresarial, ganar dimensión para garantizar su papel regulador de los mercados y aumentar el valor añadido de sus producciones dando pasos en la cadena de valor e incidiendo en la transformación.
En Castilla y León operan cerca de 380 de estas sociedades, lo que suponen el 11,16% de las constituidas en nuestro país, según fuentes de Cooperativas Agroalimentarias de España.
Hoy van más allá de su condición de ‘paraguas’ que protege al productor frente a las grandes compañías y constituyen una herramienta fundamental para la mejora de la competitividad de las explotaciones. Para ello, “prestan a sus socios una gran variedad de servicios” -desde el aprovisionamiento y la formación hasta la transformación y la comercialización- e “incrementan su poder de negociación frente a proveedores y clientes”. Así se destaca en el ‘Diagnóstico económico y financiero de las cooperativas’, publicado por Cajamar el pasado abril.
La razón de ser de las cooperativas es la de garantizar la rentabilidad de las explotaciones de sus socios. Para ello destacan entre sus objetivos maximizar el beneficio del cooperativista, con una visión que va más allá de optimizar la rentabilidad de sus aportaciones de capital.
El informe destaca que el aumento de la competitividad de las empresas agrarias “ha estado fuertemente impulsado por el incremento de su poder de negociación frente a clientes y proveedores a través de su incorporación a cooperativas”.
Estas sociedades proveen a sus socios de los servicios “que mejoran su eficiencia” y les permiten responder a las exigencias del mercado al “capturar valor” en la cadena agroalimentaria.
También apunta que las cooperativas agroalimentarias contribuyen al desarrollo y la cohesión social del medio rural “en la medida en que mejoran la renta de los agricultores y fijan la población al territorio”. Este documento también apunta que las cooperativas agroalimentarias
“poseen una gran importancia socioeconómica en la Unión Europea y en España, tanto en número como en generación de empleo y volumen de negocio”.
Nuevos competidores
Las cooperativas también son objeto de especial atención por parte de la Junta. Según el Plan de Acción en Cooperativas Agroalimentarias de Castilla y León, estas sociedades “están buscando la manera de enfrentarse con éxito a nuevos competidores” en su mercado, así como vías para implantarse en nuevos mercados.
Los retos más importantes a los que se enfrentan estas organizaciones “son por un lado la mejora de su competitividad, aprovechando las oportunidades que les puede llegar a ofrecer el disponer el alcanzar un tamaño mayor al actual”.
Por otro lado está “su capacidad de negociación” ante la distribución alimentaria, que cada vez demanda con mayor exigencia la profesionalización de sus proveedores. Por ello “las cooperativas deben apremiarse a adquirir una dimensión suficiente”, recalca el documento.