La salud mental en España empeora a medida que aumenta el tamaño de las ciudades. Así lo refleja el análisis territorial elaborado por Foro NESI a partir del IX Informe sobre Integración y Necesidades Sociales (Foessa 2025), que se basa en más de 12.000 encuestas realizadas en hogares de toda España.
El estudio distingue tres grandes grupos de territorios según su población: las grandes ciudades (más de 500.000 habitantes, incluyendo Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla, Zaragoza o Málaga), las ciudades medias y pequeñas (entre 10.000 y 500.000 habitantes) y el medio rural (menos de 10.000 habitantes).
Aunque la encuesta no detecta diferencias relevantes en el estado de salud física -en torno al 78-80 % de la población de todos los territorios declara gozar de buena o muy buena salud física-, el bienestar mental y social sí varía significativamente según el tamaño del municipio. El estudio demuestra así una brecha territorial centrada en la salud emocional.
Factores que agravan el malestar emocional
El análisis apunta a una combinación de causas que se intensifican con la densidad urbana: mayor estrés laboral, peor conciliación, tiempos de desplazamiento más largos, mayor dificultad para acceder a vivienda digna y una red de apoyo social más débil.
El estudio también evidencia que las relaciones personales son menos frecuentes en las grandes ciudades. En las urbes de mayor tamaño, un 35% de la población reconoce mantener un contacto escaso con familiares y un 34% con amigos, mientras que en los municipios pequeños esos porcentajes descienden al 22% y 24%, respectivamente.
Esta pérdida de vínculos cotidianos se suma a la dificultad de conciliación, conformando un entorno más vulnerable desde el punto de vista emocional.
“Los datos de Foessa muestran que el entorno donde vivimos influye directamente en nuestra salud mental”, explica Diego Isabel la Moneda, director del Foro NESI. “A medida que crecen las ciudades, también lo hacen los factores de estrés y la soledad. La falta de tiempo, la presión laboral o la dificultad de acceso a una vivienda digna están erosionando el bienestar emocional de las personas».
Las dos mayores ciudades españolas confirman esta tendencia. En Madrid y Barcelona, el 16 % de la población considera que la salud mental de su familia es “mala o regular” y el 28 % declara tener relaciones vecinales escasas o nulas, mientras que en los municipios pequeños esa cifra se reduce al 9%.
Repensar el modelo urbano
El informe “Salud mental y territorio”, elaborado a partir de los datos de la Encuesta FOESSA 2025, identifica así por primera vez diferencias claras en bienestar emocional según el tamaño de los municipios en España.
El equilibrio territorial es también una política de salud pública: “No se trata solo de crear empleo o infraestructuras fuera de las grandes urbes, sino de permitir que las personas puedan vivir con tiempo, apoyo social y calidad de vida. Las condiciones de vida urbanas se han convertido en un determinante directo de la salud mental, y este análisis territorial demuestra que debemos repensar el modelo urbano, descentralizar el empleo e impulsar territorios más equilibrados, habitables y conectados humanamente. Ya no es solo una cuestión de sostenibilidad, sino de salud mental colectiva”, concluye Diego Isabel.







