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domingo, abril 28, 2024
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Una empresa que mira por el agricultor y por el bienestar de los empleados

Productos Grueso reivindica el papel de los envasadores como uno de los eslabones que aportan valor a la legumbre. Representa la tercera generación de una compañía en la que trabajan trece personas y donde la labor de dirección y gestión recae en mujeres

Hombres y mujeres compaginan bien sus vidas personal y profesional en Productos Grueso, situada en Ontígola, en la provincia de Toledo.

La empresa nació hace seis décadas en la localidad de Noblejas, aunque a principios de los años 90 se mudó a su ubicación actual por estar mejor situada con vistas al mercado madrileño.

La fundó el abuelo de Fátima, su actual directora, hace cerca de 60 años, después de ver una oportunidad de negocio en la cercanía de Madrid. Si los comerciantes de la capital se acercaban a la Mancha en busca de legumbre, él podía hacer el camino inverso con la lenteja y el garbanzo y llevarlos hasta las tiendas de alimentación.

Fátima Grueso, directora de Productos Grueso.

Pasados los años el padre de Fátima se sumó a la compañía y, a partir de ahí, lo hicieron sus tíos más jóvenes. Ella representa la tercera generación de una compañía en la que trabajan trece personas y donde la labor de dirección y gestión recae en mujeres.

Comercializa cerca de 51 referencias de legumbre. Los formatos abarcan desde paquetes de medio kilo hasta sacos de 25, siempre etiquetados y con el debido etiquetado sobre el producto y su origen.

Siempre se busca el origen local. La lenteja, de las zonas productoras de la Mancha; el garbanzo, de Andalucía o de Castilla-La Mancha. La alubia llega desde el norte de España. También está el producto de importación, “puesto que España es un país que consume más legumbre que la que produce”, recuerda.

La directora de Productos Grueso defiende la labor de la compañía y de todos los legumbristas de España, “que aportan un valor muy importante al producto”. No se trata solo de comprar y vender, sino que también está la labor de limpieza y selección, además del envasado y el transporte.

La suya es una posición delicada, al estar en un tramo intermedio de la cadena. “Nos gustaría pagar más al agricultor, pero la competencia es muy grande en el otro extremo del proceso, lo que reduce mucho los márgenes”, lamenta. Además, “hay que tener en cuenta que el consumidor no está dispuesto a pagar más por tratarse de un producto español”.

Esa labor nunca se ha visto condicionada por ser mujer, como tampoco lo fue cuando esta ingeniera de Obras Públicas trabajaba como jefa de obra. “Otra cosa bien distinta es que determinadas actividades dentro de nuestro sector estén copadas por hombres”, apunta.

Lo que Fátima sí ha ido consiguiendo desde que está al frente de la compañía es mejorar las condiciones para que todos puedan conciliar su vida personal y profesional. Las instalaciones de Productos Grueso bajan la persiana a las cinco de la tarde para que todos, ellos y ellas, puedan atender a sus familias.

Las bajas por paternidad o maternidad de los empleados se afrontan con una planificación adecuada, y en el día a día hay flexibilidad para que todos puedan cumplir con sus funciones pero no desatender otras tareas.

“Lo hacemos así porque somos una empresa pequeña, en la que se organiza bien el trabajo”, recalca Fátima.

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