José Ángel Cortijo. Fertiberia
Todo aquel que lleva una vida dedicada a la agricultura sabe de primera mano que nunca hay dos años iguales. Sin embargo, esa experiencia sí nos permite aprender algunas lecciones y aplicar la experiencia acumulada al escenario que se extiende ante nosotros, por muy cambiante e incierto que nos pueda parecer.
Empiezan las siembras
El nuevo año agrícola empieza de forma esperanzadora, ya que la humedad está permitiendo que los campos purguen, que se puedan trabajar ante una siembra que en muchos casos ya ha comenzado.
Pero también es un año diferente, como decimos, porque en numerosas zonas de cultivo se ha registrado una una sobreproducción con respecto al abonado que se había realizado.
Lo primero que debe hacer, por tanto, el agricultor es tener en cuenta de qué situación viene su tierra. No comenzar cometiendo errores, pues sería un error hacer las cosas “de siempre” y “como siempre”.
Es probable que debamos restituir al suelo aquello que extrajo el cultivo, y es que los años abundantes no ocurren con tanta frecuencia como nos gustaría, pero ocurren y debemos tenerlos en cuenta.
¿Debo comprar más cantidad de abono?
Como se ha dicho tantas veces en esta sección, la cuestión no es de cantidad, de comprar más, sino de ser racional en la toma de decisiones; de buscar la máxima eficiencia en cada euro gastado. En la búsqueda de esa eficiencia lo mejor que podemos hacer es conocer nuestro suelo, por lo que nunca está de más encargar un análisis de tierra. Ese estudio, bien interpretado por un profesional cualificado, nos indicará cuáles son las necesidades del suelo y el cultivo. Pero incluso en aquellos casos en que no nos sea posible encargar la analítica podemos acudir a la página web de Itacyl, que tiene una de las mayores bases de datos de Castilla y León y que nos permitirá hacernos una idea bastante aproximada del suelo en el que trabajamos. En el ámbito privado, por cierto, destaca la información sobre suelos atesorada por Fertiberia.
Una revolución pendiente
Una de las revoluciones experimentadas por la agricultura española tiene que ver con la genética: con que nos hayamos dado cuenta de la importancia de escoger la mejor variedad para nuestro suelo y para nuestros objetivos de producción. Por no mencionar los extraordinarios avances que hemos registrado en maquinaria y tecnología en las últimas décadas.
Sin embargo, existe una falta de concordancia entre ese progreso -y su asimilación por parte del agricultor- y la situación que nos seguimos encontrando en relación con el abonado. Como siempre, existe un buen núcleo de profesionales que hace el mejor empleo de este ‘input’, al mismo tiempo que siguen siendo muchos los que no prestan la atención adecuada al abonado, que es -no lo olvidemos- el segundo coste más importante en el cereal, solo por detrás de las labores.
Por eso podemos decir que en Castilla y León hay aún mucho margen de mejora en este capítulo. Una revolución pendiente.
Buscar aquello que necesitamos
No nos cansaremos de decir que un año como este, que se ha presentado con buenas condiciones, el agricultor debe ser consciente del abonado que necesita, en cantidad y en calidad. Cuando lo sea, y en caso de que su proveedor habitual no disponga de él, no nos cabe duda de que será capaz de conseguirlo a través de un distribuidor u otro. Hay tiempo para lograrlo.
Una fertilización equilibrada
Dentro de ese abonado racional por el que siempre hemos abogado hay otro mandato que no podemos pasar por alto: para el agricultor siempre será más rentable mantener una fertilización equilibrada de la parcela que aportar mucha cantidad de nutrientes un año y poca al año siguiente.
En caso de que un año hagamos mal las cosas y nuestra tierra presente una carencia grande de un elemento, las consecuencias pueden ser muy negativas. Como en medicina, siempre es mucha mejor opción prevenir que curar.
Hilar muy fino
Tampoco hay que olvidar que este año las zonas vulnerables a la fertilización con nitratos ha crecido de forma importante, al pasar de 66 a 387 municipios. El agricultor debe analizar muy bien si su municipio está en una de esas zonas sensibles y, a partir de ahí, informarse sobre cómo le afectan las restricciones establecidas por la Consejería de Medio Ambiente.
De este modo, puede ser de gran interés para él ponerse en contacto con un técnico competente que conozca la norma y, sobre todo, sus implicaciones, para que tenga claro qué recomendaciones realizar.