En la comunidad solo el 16% de la semilla de cereal de invierno que se siembra está certificada, como explican desde ANOVE
La Asociación Nacional de Obtentores Vegetales (ANOVE) alerta sobre los problemas legales y de pérdida de producción que puede generar el uso de semilla fuera del circuito autorizado. En España se siembran 5,5 millones de hectáreas de cereal de invierno (avena, cebada, trigo, centeno y triticale).
En plena campaña de siembra, la Asociación Nacional de Obtentores Vegetales (ANOVE) avisa sobre los importantes riesgos que conlleva el uso de semilla no autorizada. “Solamente el 28% de la semilla de cereal de invierno que se utiliza es certificada, un 20% es semilla acondicionada y el 9% reempleo del agricultor”, recalcan, “lo que implica que un 57% se puede considerar semilla legal, mientras que el 43% restante es de origen desconocido, en muchos casos clandestino, y sin ninguna clase de control”. Este tipo de semilla no cumple con los estándares oficiales que garantizan la semilla certificada, tales como la germinación mínima, la pureza varietal o la sanidad de la semilla, según indican.
Entre las mayores zonas cerealistas de España, Extremadura se estima como la zona con mayor volumen de semilla fuera de todo control, con un 77%, seguido por Castilla la Mancha (54%), Castilla y León (49%), Aragón (45%) y Andalucía (40%).
En Castilla y León, solo un 16% de la semilla de cereal de invierno que se siembra es certificada. Un 35% corresponde a grano acondicionado. “Gracias al esfuerzo continuado de todo el sector se ha observado, en los últimos tres años, una tendencia positiva en el uso de semilla certificada y de grano que está acondicionado para siembra en centros autorizados”. Así lo señalan desde ANOVE, al mismo tiempo que apuntan que resulta “necesario continuar con estos esfuerzos de formación e información, y el trabajo conjunto con las administraciones, para conseguir que Castilla y León lidere el ranking de uso de semilla certificada como índice de profesionalización del cultivo”.
ANOVE recuerda que la única semilla que puede ser comercializada es la certificada. “Ninguna otra semilla, simiente o grano para siembra puede ser comprada o vendida ni encontrarse legalmente en el mercado”. Los agricultores están autorizados a reemplear como semilla el grano que obtengan en su propia explotación, pero esos granos no pueden en ningún caso comercializarse ni intercambiarse entre agricultores, como avisan.
“El alto porcentaje de uso de semilla que no está sometida a ningún control de calidad y sanidad a través de un circuito regulador representa una amenaza y un fraude para los agricultores, ya que no garantiza ni la calidad ni la sanidad de la semilla, comprometiendo la sostenibilidad de la producción cerealista. Además, perjudica a todo el sector al frenar el avance de los programas de mejora para la obtención de nuevas variedades más productivas, más resistentes y más adaptadas a las condiciones de cultivo de las diferentes regiones”.
De esta manera ANOVE indica que “es necesario el control del fraude para evitar que llegue al agricultor semilla que no reúna las condiciones óptimas de siembra y que ponga en riesgo la inversión en el desarrollo de nuevas variedades y la producción profesional de semillas”.