Natalia Lozano
En plena comarca de Bergantiños, el agricultor Roberto López lidera uno de los proyectos más consolidados de producción de tomate ecológico en Galicia. Bajo la marca Riquiño Nature, desde su invernadero en A Laracha, Hortícolas Roberto López, cultiva alrededor de una hectárea de tomate rosado ecológico, que se distribuye principalmente en sus tiendas de Galicia, Asturias y Castilla y León.
Según datos de la Xunta de Galicia, la producción de tomate en Galicia pasó de unas 11.491 toneladas en el año 2000 a unas 73.439 en la actualidad. El 8,5% de las verduras y hortalizas del país crecen en Galicia. La huerta gallega tiene potencial para ser una de las grandes despensas de Europa, como ya lo es de España. De hecho, es la cuarta comunidad que más aporta al sector hortícola nacional, solo por detrás Andalucía, Murcia y Castilla-La Mancha.

Roberto López, nos explica, mientras recorre las instalaciones, el proceso que hace con sus cultivos para conseguir un producto totalmente gallego y de cercanía. “En nuestros invernaderos cultivamos tomate ecológico rosado, que después vendemos con nuestra propia marca, Riquiño nature, es una forma de añadir valor al producto y la gente lo valora, tanto la calidad como la cercanía”.
Comprometidos con la huerta local
La empresa, con más de 25 años de colaboración con Eroski, combina la profesionalización y la calidad como pilares de su trabajo. Además de su propia producción, colaboran con un grupo de agricultores locales que aportan otros productos de hoja como acelgas, lechugas, berza gallega, espinacas o puerros, fomentando así la economía agraria de proximidad. En la fábrica los envasan y después son distribuidos.
Cada agricultor tiene asignado un cultivo y lo llevan a la fábrica nada más que lo recogen para que no pierda frescura y “al día siguiente pueda disfrutarlo el consumidor”, señala López.
En estos productos destacan, a través de una pegatina, si es producto local. “Queremos que el consumido sepa valorarlo por eso va diferenciado con una pegatina que indica que es producto cien por cien gallego”.
Otro de los aspectos en los que López insiste es vender al consumidor un producto fresco. “El tomate que nosotros recogemos hoy, mañana está en la plataforma de distribución y al día siguiente en el lineal, por lo tanto, es un producto fresco, recién cogido de la huerta que no pierde calidad”. “Por eso, es importante que la cadena valore al agricultor, su trabajo y su producto”, señala López. “Parte de nuestro producto va para Eroski. Tenemos contrato con ellos y llevamos ya como 25 o 26 años trabajando juntos, siempre intentando dar la máxima calidad”.

Galicia apuesta por lo ecológico
El cultivo ecológico de tomate se está consolidando como una alternativa clave dentro del sector hortícola gallego. En la provincia de A Coruña, los agricultores se enfrentan al reto de mantener la rentabilidad mientras se adaptan a las exigencias medioambientales europeas. “Ecológico porque al final las normativas europeas nos están llevando hacia ahí; ya casi no quedan materias activas. Es una forma de producir que da más valor añadido al producto y cuida el entorno”, comenta el productor.
Sin embargo, el mayor desafío sigue siendo el relevo generacional. La falta de jóvenes que se incorporen al campo amenaza la continuidad de muchos proyectos agrícolas en Galicia. “El problema más grande es el relevo generacional. Cada día hay menos agricultores y menos superficie de cultivo. Es un problema grande”, lamenta López.

El futuro pasa por la calidad
A pesar de las dificultades, Roberto López defiende que el futuro del campo gallego pasa por la diferenciación y la calidad. “La oportunidad está en la calidad. La diferenciación es donde va a estar el beneficio del trabajo del agricultor”, afirma.
Con proyectos como el de Hortícolas Roberto López y su apuesta por el tomate rosado ecológico, Galicia se posiciona como referente en producción hortícola sostenible, demostrando que la tradición y la innovación pueden ir de la mano en el campo gallego.







