La FAO estima que alrededor de 1.700 millones de personas viven en zonas donde los rendimientos agrícolas han disminuido de forma significativa a causa de la degradación. El documento señala que “los países asiáticos son los más afectados, tanto por su deuda de degradación acumulada, como por su alta densidad poblacional”. Otro aspecto importante que destacan es que la degradación del suelo obliga a reducir más de 3 millones de hectáreas al año.
Según el informe, la tierra es un recurso finito, esencial e insustituible, pero su capacidad para sostener la producción de alimentos y los servicios ecosistémicos se está viendo seriamente comprometida por actividades humanas como la deforestación, el sobrepastoreo y la agricultura no sostenible.
Desigualdad en la propiedad y gestión de la tierra
El informe subraya la profunda desigualdad en la distribución de las tierras agrícolas. De los 570 millones de explotaciones existentes en el mundo, el 85 % ocupa menos de 2 hectáreas y apenas representa el 9 % de las tierras cultivadas, mientras que el 0,1 % de las explotaciones más grandes controla casi la mitad de la superficie agrícola mundial.
En África y Asia, las explotaciones medianas, de 2 a 50 hectáreas, gestionan cerca de la mitad de las tierras agrícolas y desempeñan un papel crucial en la producción y la estabilidad de los sistemas alimentarios.
Un llamado a políticas y prácticas sostenibles
El informe recalca que la degradación de las tierras no es inevitable ni irreversible. Con inversiones adecuadas en personas, instituciones y tecnologías sostenibles, la agricultura puede transformarse de ser un motor de degradación, a una fuerza de restauración ambiental.

La FAO destaca que las políticas agroambientales, “como la regulación del uso de la tierra y los pagos por servicios ecosistémicos, están ganando terreno en todo el mundo, pero su implementación es desigual”. Los países de ingresos altos aplican una mayor variedad de incentivos y normas ambientales, mientras que los países de bajos ingresos enfrentan limitaciones financieras e institucionales para hacerlo.
Hacia una gestión sostenible y equitativa
Para revertir la degradación del suelo que obliga a reducir más de 3 millones de hectáreas al año, y garantizar la seguridad alimentaria global, la FAO propone combinar enfoques regulatorios y económicos que recompensen la gestión sostenible del suelo, fomentar la cooperación entre explotaciones de todos los tamaños y la aplicación de prácticas sostenibles «como la rotación de cultivos y el uso de cultivos de cobertura para preservar la salud del suelo”.
“El futuro de la alimentación depende de cómo cuidemos la tierra hoy”, concluye el informe, que insta a los gobiernos, empresas y comunidades a actuar de manera coordinada para proteger los suelos y restaurar los ecosistemas.







