CAMPO ha demostrado que se puede seguir trabajando en tiempos de pandemia. Solo hay que tener claro que los profesionales de la agricultura están dispuestos a desplazarse, a informarse y a invertir una mañana para seguir cultivando su formación. Para mantener el contacto con las novedades alumbradas por las compañías más innovadoras.
La Semana de la colza se ha celebrado en las instalaciones de INEA en Valladolid, en la última semana de un agosto imposible de olvidar. En ella, y durante cuatro días, más de cien agricultores han compartido conocimientos y experiencias sobre el cultivo. Sobre variedades, sanidad y prácticas culturales, sin perder de vista la evolución de los mercados.
El formato escogido se prestaba a unas conferencias trufadas de debate. Un salón de actos con un aforo limitado a treinta personas, distancia de más dos metros entre los participantes y un desayuno servido de forma individual.
Todas las medidas de seguridad han estado presentes en la Semana de la colza, incluida la toma de temperatura de todos los participantes, además del uso de mascarilla y gel hidroalcohólico.
Garantizada la seguridad de los asistentes, el debate ha avanzado de forma ágil con la mirada puesta en las siembras. Alfonso Martín, de KWS, recordaba que a la hora de elegir una variedad de colza hay que tener en cuenta una serie de cuestiones esenciales, como que se trate de una variedad productiva y sin dehiscencia, para que no se pierda una parte de la producción durante la cosecha.
La semilla escogida debe dar una planta con capacidad para adaptar el ciclo a las condiciones meteorológicas que podamos tener, especialmente en primavera. Sobre todo en relación con momentos clave, como en la floración o la maduración.
Al mismo tiempo, y teniendo en cuenta la competencia de las malas hierbas, Martín recomienda a los agricultores de Castilla y León “recurrir a variedades que garanticen una implantación adecuada”, con plantas que emerjan pronto y que cubran el suelo de forma temprana, lo que restará muchas posibilidades de desarrollo a las adventicias.
También de malas hierbas ha hablado Javier Gallardo, de FMC, para quien el objetivo es siempre que la planta alcance el estado de roseta antes de la llegada del frío, “y que lo haga con la menor competencia posible”.
Para Gallardo, controlar las malas hierbas requiere emplear el producto adecuado, con una correcta preparación del terreno y con humedad. “Si no disponemos de los medios para mantener una mínima humedad en el terreno dependeremos de la lluvia”, recuerda.
También ha señalado que, ante las plagas y enfermedades, debemos estar vigilantes desde finales del invierno y tratar en caso de que sea necesario. “Eso sí, deberemos aplicar los productos correspondientes siempre que haya unos umbrales de tratamiento; no debemos tratar por tratar”, advierte.
También se ha hablado de mercados, y de precios. Porque el mundo sigue muy pendiente del Brexit y de la rivalidad entre China y Estados Unidos, pero sobre todo de la evolución de una pandemia que ha tirado hacia debajo de la demanda de forma brutal.
Para Rubén Ronco, de Glencore, la campaña de la colza se ha desarrollado este año con cierta normalidad, “si bien precedida por el confinamiento, lo que trajo una bajada de la demanda de biodiésel, tanto en España como en el conjunto del mundo”.
Ello ha hecho que la campaña se iniciara con un stock más alto de lo habitual, lo que ha generado que los mercados de futuro caminaran en una dirección, mientras que las compras al agricultor “han ido en otra diferente por esa escasa demanda, con la consecuencia de un precio inferior en 30 euros por tonelada a la media de los últimos años”.
Para 2021, lo previsible es que los precios regresen a la estabilidad, dentro de los precios de los últimos cinco años y siempre que no haya nuevos confinamientos durante ese año.
De mercados también ha hablado Álvaro Gallardo, de Agroconsultores Castilla y León, quien ha recordado que la colza es el segundo cultivo oleaginoso más extendido en España, por detrás del girasol, y que Castilla y León ocupa la primera posición en España: 28.369 hectáreas en 2020, con unos rendimientos de 3.100 kilos por hectárea.
Para el técnico de Agroconsultores, estamos ante “una excelente opción en las rotaciones del próximo año”, puesto que además de ser rentable tiene numerosas ventajas agronómicas, como la de dejar un buen terreno para el cultivo venidero.
No se puede olvidar que la crisis generada por la Covid-19 ha alterado el mercado, ya que el confinamiento ha impactado en la demanda, tanto para el biodiésel como para el consumo.
En opinión de Gallardo, la recuperación es todavía incierta, si bien “los datos generales son claros: en España tenemos un déficit de producción del 37,5%, y en Europa se prevé un recorte importante, de modo que no se llegará a los 17 millones de toneladas, frente a los 20 millones de la campaña pasada”.