Alfonso Sáenz de Cámara preside el Comité de Patata de la Federación Española de Asociaciones de Productores Exportadores de Frutas y Hortalizas (Fepex). También es director gerente de Udapa, cooperativa alavesa que comercializa más de 56.000 toneladas de patata.
-¿Qué balance puede hacer de la campaña pasada? ¿Tenemos que tomar nota para esta?
-2020 ha sido un año marcado por la alerta sanitaria de la COVID-19. El parón del sector Horeca, y de gran parte de la industria que lo provee, ha afectado directa o indirectamente a una parte de la producción de patata, que se estima en un 20% del volumen producido. Añadamos que otra parte de la producción española estaba preparada y orientada a satisfacer las necesidades de un país que cada año recibe 80 millones de turistas y este año no han llegado, con lo que la demanda veraniega disminuyó y notamos la falta de salida de muchos camiones de producto que se vende en sacos para las zonas de mayor afluencia turística.
Por el contrario, el mercado doméstico ha demandado un 10 o 15% más que en años anteriores a partir de marzo. Si sumamos y restamos, aunque no cuadraríamos los números, parecería que la venta de patata de lavado debería haber aliviado en parte el problema sectorial, pero podemos afirmar que no ha sido así más que en una pequeña parte. Esto ha provocado que la campaña de patata nacional haya ido muy bien hasta septiembre, y no tan bien después de esa fecha.
Aquellos agricultores orientados productivamente hacia la patata de lavado, y los que tenían contratos cerrados, podrán decir que les ha ido bien, pero los que se orientaron al mercado libre, si no tenían lotes buenos de lavado, han sufrido por la falta de demanda. A mi juicio, debemos analizar bien lo acontecido en este pasado año para concluir, primero, que las exigencias de cada canal comercial son distintas y difícilmente intercambiables entre ellos por el alto grado de especialización existente en la patata.
En segundo lugar, es necesario destacar que una buena planificación de la producción es necesaria, y en 2020 la climatología hizo lo que nosotros no somos capaces de organizar, una siembra escalonada en Castilla y León que devino en un arranque más secuenciado y que sostuvo los precios en verano. Y en tercer lugar, es palpable que el sector español debe apostar por producir un producto de calidad duradera y estable en el tiempo, es decir, además de producir calidad en campo, debemos apostar por aprender a conservar producto para prolongar las campañas de comercialización.
Este año por diversas causas hemos visto como la patata perdía calidad de lavado en campo a partir de septiembre, lo cual propició ver lineales con patata de importación desde el mes de octubre. A nadie gusta esto, y a mí tampoco.
Debemos hacer autocrítica antes de culpar a los demás de nuestros males si de verdad queremos mejorar nuestra situación. Desde mi responsabilidad sectorial como presidente del Comité de Patata de Fepex entiendo que el sector debe entender lo que demandan los consumidores españoles, que son nuestros grandes aliados. Y no es otra cosa que producir patata de calidad durante todo el año, trascendiendo del calendario agrario de ‘campaña’ y demostrándoles que este sector es profesional y sabe competir.
Admitamos que nadie va a hacer el trabajo que debe hacer el sector, ya tenemos muchas experiencias para ratificarlo. Analicemos que es lo que hacen mejor quienes copan nuestro mercado invernal, y concluiremos que la gran diferencia es que son los agricultores y sus cooperativas quienes conservan el producto (y el mercado normalmente lo premia). Y desde mi vertiente profesional, siendo socio fundador de una cooperativa de productores y comercializadora de patata como Udapa, tengo claro que la organización cooperativa es la mejor solución para la mayoría de los agricultores.
-¿Cuáles son sus previsiones para este 2021?
-Estamos en una tercera ola de la pandemia y vivimos una restricción de movimientos, con lo que el consumo de patata se va a ver afectado al igual que en 2020, al menos hasta que la presión pandémica disminuya por la vacunación, lo cual tardara meses según nos cuentan. Las producciones tempranas se están orientando más hacia el consumo del hogar o lavado, por ser el único que parece estar definido. Y las producciones de media estación y tardías se preguntan cómo deben actuar.
Recientemente leía que Appacyl recomendaba disminuir las siembras y producir más patata de lavado. Parece una recomendación muy sensata con los datos actuales. Un contexto de superación de la pandemia para verano, con turismo y consumo fuera del hogar, que provocaría recuperar una mayor demanda podría significar que la patata de Castilla y León tenga su oportunidad comercial, si es que vemos luz al final de un túnel del que aún desconocemos su longitud. Siendo una oportunidad, apuesto por ser prudente, así que recomiendo que quien pueda contratar su producción, que lo haga.
-¿Qué acciones están llevando a cabo desde su organización en favor del sector?
-Desde el Comité de Patata de Fepex hemos trabajado el marco regulatorio que afecta al sector ya que ha habido cambios importantes. Hemos exigido, y por desgracia sin éxito, que la patata se integre en las políticas de la PAC. Hemos intervenido para que la Ley de la Cadena Alimentaria se ajuste a la realidad sectorial, estamos haciendo un seguimiento de la autorización de los productos antigerminantes que sustituyen al cloprofam. Y también hemos intentado concienciar a la distribución de que es necesario ayudar al sector en todo lo que se pueda. Son ejemplos de acciones desarrolladas en un año en el que no ha habido reuniones ni contactos sectoriales que dificultan la acción de la organización.
-Este año llegó al mercado español la patata francesa antes que otros ¿Han pensado en cómo paliar esa competencia para el producto de aquí?
-Hoy no es suficiente con producir patata en el campo en un momento determinado, el del arranque, porque estamos despreciando una gran parte de la propuesta de valor de la patata. Nosotros, en Udapa, conseguimos alargar la comercialización de la cosecha de Álava desde septiembre hasta abril. Es decir, aún tenemos una parte de la cosecha de nuestros socios conservada para venderla gradualmente certificada como Patata de Álava, algo en lo que acumulamos una experiencia de 28 años. De nuevo digo que cada uno debe hacer su propio análisis y recomiendo comenzar haciendo autocritica, porque hay mucho por hacer.
-¿Qué debe hacer el patatero castellanoleonés para darle buena salida a la producción?
-Solo es posible si asumimos que juntos podemos llegar más lejos, que podemos tener objetivos más ambiciosos y organizar mejor la producción orientándola a la demanda real. Los consumidores están dispuestos a pagar más por un producto de calidad definida durante todo el año y, con preferencia, al origen nacional. Eso sí, si no somos capaces de satisfacer lo que esperan de nosotros, en cuanto a calidad, perderemos su confianza, por lo que el reto sectorial es enorme para organizarse bien y perseguir el objetivo final.
-¿Qué le parece la reciente constitución de la interprofesional de la patata en Castilla y León?
-Me parece un hito importante, que espero sirva para tener un caso de éxito que sirva de base a una futura interprofesional estatal.