Natalia Lozano
La incertidumbre vuelve a marcar el calendario agrícola. Cada campaña, la misma pregunta resuena en las explotaciones de secano: “¿Y ahora qué sembramos?”. En un contexto de subida generalizada de insumos y con un clima cada vez más extremo, la elección del cultivo idóneo más que intuición requiere datos, análisis y una visión realista de la rentabilidad.
Con este objetivo, la Asociación Española del Girasol (AEG) ha presentado un nuevo estudio que compara los costes de explotación y los beneficios por hectárea de los cultivos más habituales en la rotación del secano español, el cereal y el girasol. El trabajo se apoya en el Cuaderno del Agricultor 2025 y en los precios de referencia de la Lonja de Cereales y Oleaginosas de Sevilla, ofreciendo una herramienta práctica para orientar las decisiones de siembra de cara a la próxima campaña.
El valor de conocer los costes reales
Según la AEG, disponer de cifras rigurosas es fundamental en un momento en el que la rentabilidad puede verse comprometida por unos insumos en constante encarecimiento y por una climatología que condiciona la viabilidad de las explotaciones. Aunque las leguminosas siguen formando parte de la rotación, su superficie y, especialmente, su comercialización continúa siendo muy inferior a la de cereal y girasol, por lo que el análisis se centra en estos dos cultivos principales.

El girasol, ventaja agronómica y económica
Además de su competitividad económica, el estudio subraya la aportación del girasol al equilibrio agronómico y a la sostenibilidad. La Política Agraria Común (PAC) lo reconoce como cultivo mejorante, una categoría que se apoya en una serie de beneficios clave:
- Aporta nitrógeno a la capa superior del suelo.
- Aprovecha agua y nutrientes de capas profundas, reduciendo el riesgo de contaminación de acuíferos.
- Registra una huella de carbono menor que otros cultivos de rotación.
- Muestra mejor comportamiento frente a los cambios climáticos.
- Contribuye a la soberanía alimentaria.
Además, el girasol destaca por su baja o nula necesidad de fertilizantes y fitosanitarios, lo que reduce notablemente los costes de producción y refuerza su perfil como cultivo sostenible. La elevada producción de biomasa sitúa al girasol como el cultivo con menor huella de carbono dentro de las rotaciones de secano frente a cereales, leguminosas o colza.
Una herramienta para planificar con criterio
Con la publicación de este estudio, la AEG reafirma su compromiso con el sector agrario, proporcionando información objetiva que permita al agricultor planificar sus siembras con mayor precisión y rentabilidad en un escenario marcado por la volatilidad y los retos climáticos.
El informe completo ya está disponible para el sector, que encuentra en él una guía clave para afrontar las decisiones de la próxima campaña con mayor seguridad y perspectiva técnica.
La comparación de costes y rendimientos entre los cultivos de trigo blando, trigo duro y girasol muestra diferencias significativas tanto en los gastos de explotación como en la rentabilidad obtenida. El coste de explotación por hectárea es más elevado en el trigo duro, con 778,13 €/hectáreas, seguido del trigo blando con 731,42 €/ha. El girasol presenta el coste más bajo, situado en 400,50 €/ha.
En cuanto a la producción media por hectárea, el trigo blando alcanza el mayor rendimiento con 3,413 t/ha, mientras que el trigo duro obtiene 2,586 t/ha y el girasol 1,200 t/ha. El precio por tonelada también varía según el cultivo. El trigo blando se paga a 212 €/t, el trigo duro a 236 €/t y el girasol alcanza un valor mucho mayor, de 575 €/t.
En este sentido y teniendo en cuenta estos datos, se calcula que el precio al que el agricultor ha vendido de media el trigo blando rondaría los 723,56 €/ha, el girasol 690,00 €/ha y el trigo duro 610,30 €/ha. Por lo tanto, el umbral de rentabilidad respecto a los gastos de explotación muestra que el trigo blando y el trigo duro serían menos rentables que el girasol, puesto que los costes superarían las ganancias.







