Antonio Bravo
Director Marketing Crop Protection. Corteva Agriscience
La sanidad vegetal es uno de los pilares esenciales para garantizar una agricultura productiva, sostenible y segura. Hoy más que nunca, cuando hablamos de futuro agrícola hablamos también de cómo proteger de manera eficaz los cultivos frente a plagas, enfermedades y malas hierbas que ponen en riesgo nuestra seguridad alimentaria y la rentabilidad de las explotaciones. Sin cultivos sanos, no hay alimentos. Y, por tanto, no hay sostenibilidad ni desarrollo rural posible.
En Corteva entendemos que la sanidad vegetal tiene que ir de la mano de la innovación, el conocimiento técnico y el compromiso con el entorno. Nos enfrentamos a un contexto cambiante y exigente, y debemos seguir desarrollando herramientas seguras, eficaces y adaptadas a las necesidades reales del campo.

Una agricultura más competitiva y rentable
El futuro de la agricultura europea pasa por un modelo cada vez más tecnificado, donde la biotecnología, la agricultura digital y la agricultura de precisión son ya una realidad y no solo una aspiración. Estos avances están permitiendo a los agricultores tomar decisiones más informadas, optimizar recursos y mejorar tanto la productividad como la sostenibilidad de sus cultivos.
Pero para que esta transformación sea posible necesitamos un entorno que favorezca la adopción de estas herramientas: desde marcos regulatorios ágiles y estables hasta una apuesta firme por la formación del agricultor.
La innovación está ocurriendo, pero debe llegar al terreno. En Corteva invertimos diariamente más de 4 millones de dólares en I+D a nivel global, precisamente para que esa agricultura de futuro también esté al alcance del agricultor europeo.
Responder a los grandes retos del sector
Corteva tiene la responsabilidad, pero también la vocación como compañía cotizada 100% agrícola más grande del mundo, de liderar el desarrollo de soluciones innovadoras que respondan a los grandes retos del sector agrícola.
Estamos trabajando en múltiples líneas: desde nuevas moléculas más selectivas y seguras para el control de plagas y enfermedades, hasta biosoluciones, tecnologías digitales y herramientas de agricultura de precisión que permiten un manejo más eficiente de las explotaciones.
Las nuevas técnicas de edición genética son parte de nuestras líneas de investigación para seguir dotando a los agricultores de las herramientas necesarias para producir más con menos. Estamos convencidos de que, si finalmente se aprueban para Europa, supondrán un gran avance para los agricultores europeos en términos de competitividad, rentabilidad y sostenibilidad.

Aportar nuevas soluciones
El proceso de desarrollo y registro de una nueva materia activa puede superar fácilmente los diez años y requiere una inversión media de más de 280 millones de euros. Es un camino complejo y altamente regulado, con múltiples etapas científicas, técnicas y administrativas en las que deben demostrarse la eficacia agronómica, la seguridad para la salud humana y animal, y el respeto al medio ambiente.
La desaparición de herramientas fitosanitarias no puede gestionarse sin alternativas viables. Es necesario que el marco regulatorio europeo evolucione para ser más predecible, basado en la ciencia y que permita acelerar la llegada de nuevas soluciones al mercado. De lo contrario, ponemos en riesgo la capacidad de nuestros agricultores para proteger sus cultivos y ser competitivos.
Uno de los mayores desafíos a los que se enfrenta nuestra industria es, precisamente, la falta de previsibilidad regulatoria. El esfuerzo en innovación requiere una planificación a largo plazo, pero con frecuencia nos encontramos con cambios normativos inesperados que obligan a reorientar proyectos en marcha, lo que pone en riesgo inversiones millonarias y dificulta el acceso a nuevas herramientas por parte del agricultor.
Es urgente avanzar hacia una mayor seguridad jurídica. Necesitamos políticas agrícolas basadas en evidencia científica, con plazos razonables y procesos transparentes, que no estén sometidos a vaivenes políticos. La innovación necesita estabilidad.
Un nuevo campo de juego
El cambio climático está alterando profundamente los calendarios agrícolas, el comportamiento de plagas y enfermedades, y la disponibilidad de agua y nutrientes. Las soluciones que ofrecíamos hace diez años, en muchos casos, ya no sirven para los retos actuales.
Desde Corteva, estamos adaptando nuestras líneas de investigación para responder a estas nuevas condiciones: trabajamos en soluciones más resilientes, con un enfoque holístico que incluye genética mejorada, herramientas de protección más específicas y tecnología digital que ayude a anticipar los riesgos. La capacidad de adaptación será clave para el futuro de nuestra agricultura.
En ese sentido, el debate sobre el Reglamento de Uso Sostenible (SUR) ha puesto de manifiesto la necesidad de escuchar más al sector y basar las decisiones en ciencia, no en ideología. Sí hay un debate actual europeo para mejorar la disponibilidad de fitosanitarios, donde además la industria está participando, aportando datos, propuestas y soluciones prácticas que garanticen un uso responsable y sostenible de los productos fitosanitarios.
Uno de los pilares que se menciona en la publicación de la Comunidad Europea ‘Visión para la agricultura’ (Vision for Agriculture and Food) es poder ofrecer una caja de herramientas completa y competitiva al agricultor, además de priorizar las nuevas tecnologías, incluyendo técnicas de agricultura de precisión. Se habla de reducir paulatinamente el uso de algunos químicos, pero al mismo tiempo asegurar alternativas viables.
Se habla de facilitar la disponibilidad de herramientas de biocontrol y bajo riesgo, y hay una propuesta legislativa de simplificación para ello que previsiblemente llegará a finales del 2025.
La sostenibilidad es también nuestro objetivo, pero para lograrla necesitamos herramientas que funcionen y un marco que nos permita innovar. Estamos comprometidos con el uso integrado de productos, la formación continua y la transparencia, y esperamos que la nueva propuesta normativa refleje ese enfoque equilibrado y realista.

Seguridad alimentaria
Los productos agrícolas que llegan al consumidor en la Unión Europea son seguros, y eso es gracias a un sistema de producción profesionalizado, exigente y muy regulado. Los agricultores aplican las herramientas fitosanitarias cumpliendo estrictamente con las normativas de uso, tiempos de seguridad y buenas prácticas agrícolas.
Desde Corteva, trabajamos para que nuestras soluciones superen los más altos estándares de seguridad antes de llegar al mercado. La salud del consumidor está en el centro de nuestro modelo. Y esa garantía es el fruto de un esfuerzo conjunto entre ciencia, normativa y profesionalidad en el campo.
En relación con ello, se percibe una desconexión entre el campo y la sociedad urbana que, a veces, genera percepciones erróneas. Es inaceptable que se acuse al agricultor, cuando precisamente es quien más interés tiene en cuidar su entorno, su salud y la calidad de sus productos.
Desde el sector debemos comunicar más y mejor. Tenemos que hacer un esfuerzo conjunto por explicar cómo se trabaja en el campo, qué controles existen y qué rigor científico hay detrás de cada decisión. La confianza del consumidor se construye con transparencia, educación y diálogo.