Si hay algo de lo que puede presumir Castilla y León es de contar con unas producciones hortícolas de elevado valor añadido, sacadas adelante por profesionales muy especializados y que han sido capaces de adaptar los cultivos a un clima extremo.
Uno de los ejemplos más reconocidos, hasta el punto de contar con su propia figura de calidad, es la Marca de Garantía Lechuga de Medina. La Asociación Hortícola Merindades es la titular de este sello de calidad, aunque la dirección técnica recae en la consultora Fanega Ingeniería Agraria.
El director técnico de esta MG, Eduardo Hernando, apunta que ya se están recogiendo las últimas lechugas en el norte de Burgos, después de un año en el que no ha habido especiales incidencias. No existen problemas sanitarios que quiten el sueño a los agricultores, que rotan con cultivos como la cebolla, el repollo, la coliflor o el brócoli, y cereal en algunas ocasiones.
La producción de 2017 fue de 1,2 millones de unidades (de las variedades batavia y hoja de roble) y la previsión para este año es que se mantendrán las cifras. La superficie amparada por la MG supera las 50 hectáreas, de las que cada año se cultiva algo menos de la mitad.
El buque insignia
Numerosas voces han descrito a la segoviana comarca del Carracillo como el buque insignia de la huerta regional. Allí opera José Nieto, empresario y presidente de Asoprofit, la Asociación para la Protección Fitosanitaria del Puerro, Zanahoria y Cebolla en Castilla y León, quien lamenta que la producción de esos tres cultivos ha caído este año como consecuencia de que debieron sembrarse con el suelo muy húmedo. El tiempo acompañó en verano, pero no fue suficiente para compensar ese mal comienzo.
Ahora mismo queda mucho por cosechar, sobre todo zanahoria y puerro, y aguantará si no se producen heladas fuertes, en torno a los seis u ocho grados bajo cero. Los precios están estas semanas algo más altos que el año pasado, quizá por esa menor producción.
Sanidad
Puerro, cebolla y zanahoria siguen enfrentados a problemas sanitarios difíciles de atajar, y que ahora mismo están en fase de detección. Beatriz Aparicio, de Conteca Consultoría, participa junto a Itacyl en la búsqueda de una estrategia de control frente a las nuevas enfermedades aparecidas en los últimos años en esos cultivos.
En el caso de la zanahoria se ha localizado tanto la bacteria responsable de la enfermedad como el insecto que hace de vector, es decir, encargado de transmitir la bacteria. Sin embargo, Aparicio destaca que para el puerro y la cebolla “no está tan claro” y las investigaciones apuntan a que puede tratarse de una toxina.
Las investigaciones han abarcado dos años, 2017 y 2018, “completamente diferentes en cuanto a humedad y temperatura, con lo que la dinámica poblacional de los insectos ha sido muy diferente”. De este modo, la aparición tardía de los problemas sanitarios ha beneficiado al cultivo, pero paradójicamente ha perjudicado las labores de investigación que buscan hallar la raíz del problema y apuntar posibles soluciones. Los resultados de lo avanzado este año se conocerán en 2019.
Días de escarola
Esos mismos cultivos, y muchos otros hasta llegar a 21, son los que produce Luis Miguel Diéguez, de la compañía Flor del Duero, en la explotación repartida entre Puente Duero y Simancas. Algo más de 15 hectáreas, que incluyen 14 invernaderos, en las que las siembras se planifican teniendo en cuenta las características de cada suelo, que lo hacen especialmente apto para determinados cultivos.
Como apunta Luis Miguel, “puerro y cebolla van a los suelos más flojos, mientras que en el otro extremo la escarola necesita un suelo muy fuerte, que le permita llegar en buenas condiciones hasta la mesa de Navidad”. Este año, con más demanda de lo habitual.
La campaña de esta hortaliza ya ha empezado y se prolongará hasta el día de Nochebuena. Está siendo la mejor de los últimos cinco años en el entorno de Valladolid capital, lo que justifica “la paliza que nos damos estos días”. Luis Miguel se levanta a las tres y media para ir a Mercaolid a vender su producción y una vez que acaba se desplaza a la explotación para seguir cosechando. La razón para esta alta demanda es muy sencilla: “La nuestra se cosecha aquí al lado y llega al mercado madura, mientras que la que viene de otros lugares, como Benicarló, se ha cortado sin madurar”.
Pero si la escarola es la cara, la lechuga es este año la cruz. La compañía ha perdido mucho dinero por esta hortaliza, de la variedad batavia, ya que los corzos de la comarca han comido numerosos brotes y han acabado con el cultivo. “Será el último año que pongamos batavia porque otras variedades, como la hoja de roble, no es del gusto de los corzos”, señala resignado.
Zanahoria
En la provincia de Valladolid la zanahoria se está sacando este año con muy buena calidad y una producción algo menor, pero correcta. Además el agricultor está consiguiendo un precio aceptable, que garantiza la rentabilidad del cultivo, como señala Carlos Toral, de SAT Toral, en la localidad de Portillo.
Ajo libre de virus
La principal actividad de SAT Toral es el ajo, que rota con puerro y zanahoria principalmente. La empresa radica en Portillo, pero sus fincas se localizan en diferentes puntos de Valladolid y en el Cerrato, en Palencia, “siempre buscando texturas que se adapten a las diferentes variedades”. En general, buscando suelos franco-arenosos, más bien fuertes.
La sanidad del ajo “nunca está controlada del todo”, sobre todo “como consecuencia de unas condiciones adversas, que cada día generan más problemas para el cultivo”. Y con el añadido de que cada día existen menos materias activas autorizadas, “pero no pasa nada porque viene un montón de ajo chino con el etiquetado perfecto”, critica irónico.