Hoy, 26 de noviembre, se conmemora el Día Mundial del Olivo, y con tal motivo, tres investigadores del Instituto de Agricultura Sostenible del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (IAS-CSIC) de Córdoba, Raúl de la Rosa, José Alfonso Gómez y Blanca Landa, reflexionan sobre: ¿Qué puede hacer la ciencia para adaptar el olivar al cambio climático?.
El olivo es un árbol que lleva cultivándose milenos a las orillas del Mediterráneo, con un clima muy fluctuante que alterna periodos de sequía con lluvias erráticas y grandes contrastes de temperatura. Aun así, este árbol emblemático de nuestra cultura se las ha apañado siempre para ofrecer al hombre su oro líquido, tan apreciado por su calidad organoléptica y sus propiedades nutraceúticas.
Más superficie, menos producción
Sin embargo, en las últimas décadas, el carácter naturalmente errático del clima Mediterráneo se ha visto significativamente aumentado por los efectos del calentamiento global. Esta parece ser la razón para que, a pesar del aumento de la superficie cultivada de olivo en España en la última década, la producción media se ha estancado e incluso, en algunos años haya disminuido. Esto es especialmente llamativo si pensamos que los nuevos olivares están mayormente plantados en sistema en seto y que tienen un potencial productivo muy alto. Es sin duda el aumento de la probabilidad de eventos climáticos extremos, provocado por el calentamiento global, el que hace que la producción oleícola de nuestro país se aleje mucho de la producción potencial, año tras año.
La ciencia ha ayudado al agricultor desde hace muchas décadas a conseguir una producción más sostenible que ha mejorado sustancialmente nuestra calidad de vida. En este caso, la investigación científica puede también ayudar al olivo a afrontar con mayores garantías los efectos climáticos derivados del calentamiento global. En este sentido, en el Instituto de Agricultura Sostenible trabaja en varias líneas de investigación para mejorar la resiliencia del olivo ante el cambio climático.
Nuevas estrategias
Por un lado, se profundizan en técnicas de manejo de cubiertas vegetales en olivar que limiten la erosión del suelo, aumenten su fertilidad, mejoren la infiltración del agua, pero que a la vez compitan poco con el propio olivo en las nuevas condiciones de cambio climático. Otra línea es optimizar las estrategias para de manejo para mejorar el secuestro de CO2 atmosférico en carbono en suelo y biomasa de los olivares, desarrollando metodologías para una cuantificación rigurosa. También se están poniendo a punto metodologías que optimizan la gestión del agua de riego en base a la información obtenida por sensores en campo y remotos.

También se está avanzando en el diseño de estrategias integradas de manejo de enfermedades del olivar, que abarcan tanto medidas preventivas, orientadas a la detección temprana de los patógenos y la identificación de las zonas de mayor riesgo, como estrategias curativas dirigidas a aumentar la resiliencia del olivo frente a los patógenos que las causan. Estas líneas de trabajo incluyen el uso de microorganismos antagonistas, la modulación y mejora del microbioma del olivo, y el desarrollo de modelos de predicción avanzados que permitan anticipar el potencial establecimiento y la dispersión de estas enfermedades bajo las condiciones climáticas actuales y los escenarios futuros de cambio climático.
Por último, el IAS-CSIC participa en un programa de selección y obtención de variedades de olivo que tiene como una de sus líneas principales la adaptación a condiciones limitantes de agua que ya estamos experimentando como consecuencia del calentamiento global.
La integración de todas estas investigaciones, y de otras muchas desarrolladas en otros centros de investigación, pueden contribuir a que el olivo siga siendo uno de los cultivos más importantes en España, superando los vaivenes del clima actual y futuro.







