Ricardo Ortega
En la comarca burgalesa de la Bureba el agua caída no está siendo un inconveniente, como en otras zonas, sino que se ajusta a las necesidades del campo.
Se ha podido sembrar toda la superficie de trigo que estaba prevista, gracias sobre todo al agua caída a mediados de noviembre, mientras que de la cebada se ha sembrado bastante poco. “Pero no hay prisa y el agricultor no está agobiado por el calendario”, subraya Luis Alonso, de la cooperativa Bureba Ebro, “puesto que estamos dentro de lo planificado”.
El paso de la borrasca Efraín ha dejado bastante agua, con días de 20 litros por metro cuadrado, y ahora mismo hay un acceso “limitado” a las parcelas, lo que está “dentro de la normalidad” dadas las fechas en que nos encontramos.
Lo peor que puede pasar es que el agricultor no pueda entrar en sus tierras en siete o diez días, según Alonso.
Cosa diferente es la colza, que en su mayor parte no había nacido antes de las lluvias. En Miranda, que ya es valle del Ebro, la planta dio señales de vida en los primeros días de diciembre.
Su viabilidad es la gran incógnita de este año, puesto que la planta necesita tiempo para desarrollarse antes de que llegue el frío intenso, recuerda el técnico de la cooperativa.
Tanto el entorno de Burgos como la Bureba alcanzan temperaturas proverbialmente bajas durante el invierno, mientras que el clima es algo más suave en Miranda, gracias a que se encuentra a 400 metros sobre el nivel del mar.
Habrá que permanecer atentos al termómetro.