Están siendo años de mucha inestabilidad de precios. La concurrencia en el tiempo de acontecimientos históricos como la pandemia o la guerra en Ucrania ha tenido su eco claro en los mercados. Lo que antaño se veía seguro, ahora ya no lo es tanto, y los productores tienen que planificar con mucho margen para la volatilidad.
En cereal, los últimos datos consolidan una tendencia a la baja, que, salvo pequeños picos, no parece tener fin. El inicio del conflicto entre Rusia y Ucrania hizo que el grano alcanzara valores históricos, ya que el trigo duro rozó los 550 euros por tonelada, pero ahora, según el Ministerio, el valor está en 355 euros de media en la campaña 23-24 y bajando, ya que en el último dato se sitúa en 289 euros.
El ajuste hacia la normalidad y las perspectivas de buenas cosechas a nivel mundial explican oficialmente esta caída, aunque en el sector se piensa que la especulación también influye.
En oleaginosas la situación no es mejor. El hundimiento es grande, y se paga igual que hace 10 años.
Con el aumento de costes, el escenario no es positivo. El kilo de semilla de girasol no llega a 400 euros, mientras que el de colza lo supera por poco.
Buenos precios en patata
El mercado demanda patata, y las malas cosechas europeas hacen que el precio sea interesante. Según los últimos datos, se sitúa cerca de los 60 céntimos el kilo. La remolacha no es mala opción, con precios garantizados de 61 euros por tonelada si se escoge operar con ACOR, y con condiciones mejores que en otras campañas en azucarera.
La cebolla, en cambio, vive un momento complicado, con precios incluso por debajo de 20 céntimos. La entrada de producto de fuera de la UE y las cosechas abundantes afectan. El ajo vive mejor momento, ya que se sitúa por encima de la media, y roza los 1,50 euros por kilo.
El control de importaciones o la tecnología como vías de salvación
Ante tanta oscilación, la reducción de costes al máximo es buena idea para asegurar la rentabilidad. Y la tecnología es una herramienta que puede ayudar mucho.
Albert Duaigües es consultor agrario y CEO de RawData, empresa dedicada a ofrecer soluciones agrícolas a través de la IA. Este experto asegura que “la tecnología permite controlar los costes porque ayuda a ser eficientes en el manejo y en la utilización de recursos”.
Por ello, cada vez son más las empresas agrícolas que han dado el paso a digitalizar sus procesos, aunque aún cueste convencer al sector. “Hay productores que rechazan la digitalización porque se ha implantado como fiscalización. Ha sido un error estratégico”, asegura.
Además, este consultor añade que “el retorno de la inversión es muy rápido cuando se usan estas herramientas”.
Aparte, considera que el control de la importación sería la principal ayuda para los precios. “La Ley de la Cadena no me parece una solución ideal. Soy partidario de aumentar los controles a los productos de fuera, porque de esa manera reducirías el volumen de la oferta, y eso haría subir los precios en origen, argumenta.