Ricardo Ortega
Muy pocos cultivos se han sometido a tantos vaivenes políticos y administrativos como el de la remolacha. Protagonista de la agricultura de Castilla y León, este cultivo padeció la ‘prueba de estrés’ de la reforma de la OCM del azúcar en 2006, con una reducción de los precios cercana al 36% y una suculenta oferta de incentivos para el agricultor que abandonara la producción.
Una década después, en 2017 llegaba la eliminación del sistema de cuotas, liberalización que hizo desplomarse el precio comunitario del azúcar y que en buena medida tiró hacia abajo de la remuneración que el agricultor percibía por la raíz.
Hoy el desafío se presenta en forma de escalada de los costes de producción, con una energía y unos fertilizantes que prácticamente triplican el precio de hace un año. Conocida la capacidad de resistencia del remolachero, hay poco espacio para el pesimismo. Sobre todo cuando se presta atención al valor del azúcar en los mercados internacionales, que ya ha alcanzado niveles anteriores a la desaparición de cuotas.
El remolachero se percibe como un sector de oportunidades, respaldado por una capacidad industrial muy competitiva, que da empleo a 1.300 personas en Castilla y León.
Su carácter social y medioambiental, con uno de los mayores índices de fijación de CO2, han hecho que la PAC 2023-2027 siga contemplando la ayuda asociada. “En consecuencia, los cultivadores de remolacha de Castilla y León podrán recibir anualmente, hasta 2027, 13 millones de euros en concepto de ayudas asociadas”, según el consejero Jesús Julio Carnero. En la campaña que acaba de finalizar 2.153 agricultores han producido remolacha azucarera.
La remolacha es también un cultivo tecnificado y de futuro. Agricultores, industrias y empresas relacionadas han realizado una importante inversión en la mejora del cultivo, en aspectos como la mejora genética en las semillas, la obtención de variedades resistentes a enfermedades y en la optimización de abonado y riego en busca de un cultivo más sostenible y más competitivo.
Como muestra, en los últimos 15 años los rendimientos de remolacha han pasado de las 70 toneladas por hectárea a las más 105 toneladas en alguna de las últimas campañas, según la Junta: un incremento del 157%.
La Comisión Europea sitúa la superficie española de remolacha en las 26.600 hectáreas. Según la Junta, 18.962 corresponden a Castilla y León.