“Llevo toda mi vida inmerso en el mundo de la agricultura, ya que mi padre era agricultor”, confiesa José Luis García. Tiene la explotación en Campaspero (Valladolid), dedicada al cereal y con una parte dedicada al viñedo. Es socio de la Bodega Pinna Fidelis.
“Siempre me ha gustado este mundo, y cada vez más según lo vas viviendo, sufriendo y disfrutando en tus propios huesos”, asegura. Cursó Magisterio de Educación Física e Inglés, pero debido a la crisis económica decidió que podía esperar a que salieran oposiciones. “Ya era el momento de ponerse las pilas y empezar en serio con esto”, comenta.
Contactó con el equipo de la UCCL de Valladolid y ellos le asesoraron sobre cómo debía hacer todos los trámites y, sobre todo, cómo y cuándo realizar los cursos necesarios. “Una ayuda imprescindible a mi parecer, debido a la cantidad de documentación requerida por las administraciones públicas, que siempre agradeceré”.
Se incorporó a la actividad en 2017. Cuatro años después, los mayores problemas y dolores de cabeza se los achaca a los temas de documentación, cesiones de derechos y gestión de contratos de las tierras.
Respecto a vivir del campo, su sensación es que “aunque está muy complicado y las administraciones públicas no dan todo el apoyo que realmente se merece este sector, no nos queda otra que seguir apostando por este mundo que tanto nos apasiona. Y encaminarnos a realizar una agricultura lo más eficiente y tecnológica posible”.
También percibe “una brecha enorme” entre la sociedad y el sector agrícola. La visión de muchas de estas personas sobre cómo se encuentra la agricultura actualmente está “totalmente desfasada y eso tiene su base en un problema de educación, que al final acaba repercutiendo en cómo llenan la cesta de la compra, qué productos escogen y qué calidades demandan”. Así, sería conveniente “dar mayor visibilidad de este mundo que tanto nos gusta, y nos apasiona, a todos ellos”.