Ya se ha iniciado la cuenta atrás para una nueva campaña agrícola y vuelven a multiplicarse las voces que reclaman la autorización de la quema de rastrojos.
Esta práctica tradicional permitía combatir de forma eficaz determinadas plagas y enfermedades, y este año “sería más eficaz que nunca” según Asaja, que en Castilla y León ha solicitado a la Junta la autorización para afrontar diferentes problemas sanitarios por esta vía.
“A las plagas y enfermedades más habituales de los cereales y otros cultivos extensivos se junta el ataque de los topillos, que son ya plaga en muchas comarcas agrícolas”, destaca la organización.
Las quemas controladas de restos de cosecha en tierras de cultivo no son una práctica agresiva para el medio ambiente; “por el contrario, evitan muchas prácticas de laboreo (y con ello el consumo de carburantes fósiles) y también tener que echar al terreno toneladas de pesticidas para combatir plagas y malas hierbas”, apuntan las mismas fuentes.
A esto se suma que la caída de los precios de los cereales “está obligando a producir a pérdidas”, y las quemas supondrían un ahorro importante en medios de producción como carburantes y fitosanitarios. “La quema de rastrojos destruye semillas de malas hierbas, reservorios de plagas y enfermedades, y agentes patógenos para las plantas”, recuerdan desde Asaja.
La UE lo permite por razones sanitarias
Desde la organización agraria se destaca que la normativa nacional y de la Unión Europea permite las quemas si es por razones fitosanitarias, “que son las que se dan en este momento en Castilla y León” y las que se dan en otros territorios, como Extremadura, donde recientemente se ha establecido el método de reconocimiento del motivo fitosanitario para justificar la quema de rastrojos.
“En esa normativa no se cuestiona la eficacia de esta práctica para mejorar el estado sanitario de las tierras”, destaca Asaja.
Responsabilidad del agricultor
La propuesta responsabilizaría al agricultor de su solicitud de quema, “que en todo caso tendría que ajustarse a una superficie determinada de su explotación y a adoptar las medidas precisas para que la quema no dejase de estar controlada en ningún momento”.