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viernes, octubre 4, 2024
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Romeo y su papel en el control de enfermedades fúngicas en la vid

Una buena protección de cultivos es esencial para ofrecer productos de calidad a los consumidores. En el actual escenario en el que se encuentran los agricultores, sujetos a un estricto control por parte de autoridades reguladoras y a elevadas exigencias normativas, su labor se vuelve cada vez más compleja.

Nos encontramos en un sector fuertemente regulado, donde se realiza un estricto seguimiento y control de los productos utilizados en sanidad vegetal, de manera que podamos ofrecer cosechas más seguras para el consumidor, el trabajador y el medio ambiente. En este marco regulatorio y normativo, vemos cómo cada vez tenemos menos herramientas fitosanitarias para defender nuestros cultivos de las plagas y enfermedades que las pueden afectar a lo largo de la campaña.

Este año, por ejemplo, hemos visto la cancelación de diversas sustancias tradicionalmente utilizadas, como el mancozeb, fungicida de amplio espectro, que además de proteger al viñedo de mildiu y otras enfermedades fúngicas, es una herramienta de gran ayuda para la prevención de resistencias a fungicidas, lo que a partir de la campaña que viene, obligará a muchos agricultores a buscar nuevas estrategias para proteger sus cultivos. A esto hay que añadir los nuevos retos a los que se tendrá que adaptar el agricultor de forma gradual con la puesta en marcha del plan ‘De la granja a la mesa’, que propone una serie de ambiciosas medidas a implementar en la Unión Europea en el plazo de diez años.

Por todas estas razones, cada vez se hace más necesario el uso de todas las herramientas disponibles, que combinadas puedan dar respuesta a estos requerimientos, así como a las demandas de los consumidores, y todo ello sin perder rentabilidad en su negocio.
Es este complejo escenario, y con su espíritu de mejora continua, Kenogard lanza su estrategia BioWin, combinación de soluciones químicas convencionales y productos de biocontrol, en las que se tiene en cuenta la gestión de residuos con las estrategias anti-resistencia; la eficacia en la protección de cultivos, con la mejora en la calidad final; y el retorno de la inversión con la sostenibilidad.

En el caso del manejo y control de enfermedades de la viña, la estrategia de Kenogard se basa en establecer unos programas de control con Romeo combinados con otros productos ecológicos o convencionales de perfil favorable, asegurando la mejor protección del cultivo.
Romeo es el primer biofungicida registrado en España (nº ES-00519) a base de Cerevisane, sustancia de bajo riesgo autorizada en la Unión Europea.

Romeo es un inductor de la resistencia biológica de las plantas, con acción fungicida de amplio espectro, exento de LMR y autorizado en agricultura ecológica, comercializado por Kenogard dentro de su catálogo de productos BioRacionales.

Cerevisane, sustancia activa de Romeo, es la pared celular de la levadura Saccharomyces cerevisiae, que se encuentra presente en la naturaleza, sin estar asociada a ningún patógeno, de uso habitual en alimentación humana, y que se descompone de forma natural en diversos elementos aprovechables por otros organismos vivos.

Cerevisane está compuesto a basa de quitina, mananos, glucanos y polímeros relativos (azúcares y proteínas), en común con los hongos patógenos, consiguiendo que tras su aplicación la planta se sienta realmente atacada por un patógeno, activando su sistema interno de defensas de manera rápida y altamente efectiva.

El modo de acción de Romeo está basado en la defensa endógena de las plantas, habiéndose evaluado la sobrexpresión de diferentes genes tras su aplicación, que se traducen en el refuerzo de sistemas estructurales celulares (engrosamientos de lignina), segregación de compuestos fungicidas naturales (fitoalexinas y proteínas PR) y en la aceleración del metabolismo oxidativo de la planta (peróxidos, flavonoides). Romeo estimula tanto la vía del ácido salicílico como la del ácido jasmónico y el etileno, demostrando un amplio espectro de acción contra los hongos biotróficos (mildiu, oídio) y necrotróficos (botritis).

Los sistemas de defensa endógena dependen de cada especie e incluso de cada variedad. La capacidad de cada especie para reaccionar frente a un patógeno y la rapidez con la que se produce esta respuesta, está relacionada con la Resistencia planta-patógeno. La respuesta de la planta a la aplicación de Romeo es muy rápida. A las 2 horas la defensa inmunitaria ya está activa al 60%, obteniendo su respuesta máxima entre las 24 y las 48 horas tras el tratamiento.

La amplia variedad de sustancias producidas por la planta tras la aplicación de Romeo lo convierte en una herramienta muy versátil para la defensa del cultivo. Romeo permite a la planta construir su propio conjunto de defensas físicas y bioquímicas anticipando los tiempos de respuesta, obteniendo así una respuesta preventiva válida para reducir la susceptibilidad a los patógenos.

Estas rutas metabólicas activadas a nivel celular, además de conformar la primera barrera para detener las infecciones fúngicas, resultan especialmente interesantes en periodos de stress de la planta. En este sentido, la aplicación de Romeo proporciona un efecto estimulante a la planta, que le permite superar mejor estos periodos de stress, manteniendo el metabolismo productivo en altos niveles de eficiencia.
Romeo está autorizado para su uso en vid, actuando como inductor de defensas naturales de la planta y proporcionando una protección de amplio espectro, frente a oídio, mildiu y botritis. Además, está autorizado en tomate, berenjena y cucurbitáceas, fresa y lechuga.

Romeo debe aplicarse en vid a 250 g/ha, siempre de forma preventiva, asegurando una buena cobertura del cultivo. Tras la aplicación, la planta mantendrá activas las defensas con una persistencia de 7-10 días, debiendo repetir el tratamiento tras ese periodo. Para obtener la mejor respuesta de la planta, se recomienda aplicar Romeo en 2-3 aplicaciones consecutivas buscando un efecto acumulativo, con especial atención a las fases más susceptibles del ciclo de cultivo.

Para una adecuada protección del cultivo frente mildiu y oídio, Romeo puede aplicarse en programas combinados con cobres, azufre u otros productos de síntesis, de manera que se potencia el efecto de estos. En el caso de botritis, Romeo puede aplicarse solo, en fincas con manejo ecológico, o establecer un programa con nuestro antibotritis Prolectus, asegurando una total protección del racimo antes de la vendimia. Además se ha demostrado que aplicaciones conjuntas de Romeo con el coadyuvante Bond, refuerzan la eficacia del producto.

La actuación conjunta dentro de un programa de inductores de resistencia como Romeo y productos fungicidas es una estrategia adecuada para un buen manejo integrado y sostenible de los cultivos, favoreciendo una adecuada prevención de resistencias, ayudando a cumplir con los requisitos normativos y dando respuesta a las exigencias de los consumidores.

Con este lanzamiento Kenogard mantiene su apuesta por una agricultura sostenible, ofreciendo un catálogo completo de herramientas para ayudar al agricultor en la gestión de sus explotaciones.

Defensa metabólica activa con Romeo

  • ESTILBENOS Y FLAVONOIDES
    Tienen una acción fungitóxica directa.
    Comúnmente llamadas fitoalexinas, aunque tienen también un papel activo en la defensa constitutiva de la planta.
    En la práctica, son fungicidas producidos naturalmente por la planta.
  • METABOLISMO OXIDATIVO
    La producción de ROS (especies reactivas al oxigeno) permite a la planta producir peróxidos a nivel local (H202) que realizan una fuerte acción oxidante y antimicrobiana que puede causar la muerte programada de la célula para prevenir la proliferación patogénica.
  • PROTEÍNAS RELACIONAS CON LA PATOGÉNESIS (PR)
    Hay diferentes funciones según la proteína involucrada.
    Son principales enzimas que degradan las paredes celulares de los patógenos.
    Interfieren con estructuras celulares para reducir la capacidad de supervivencia del patógeno.
  • LIGNINA
    Se acumula a nivel celular para garantizar una mayor resistencia mecánica. Reduce la permeabilidad al agua y el acceso de las enzimas degradativas necrotróficas.
    Se acumulará en estructuras de contención contra el patógeno.
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