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domingo, diciembre 1, 2024
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Combatir con éxito la cercospora

Los remolacheros han descubierto que la lucha contra este hongo se debe basar en la
genética: las variedades resistentes o tolerantes son la base para mantener limpia la parcela

La ‘cercospora’ o ‘cercosporiosis’ es una enfermedad de las hojas que acompaña a la remolacha azucarera desde que se cultiva y en todas las zonas de producción; es la más destructiva y la que mayores pérdidas provoca de todas las enfermedades de hoja. Todas las campañas está presente, pero la intensidad de su ataque depende, en gran medida, de las condiciones meteorológicas, siendo más severo en condiciones cálidas y húmedas.

El responsable de esta enfermedad es un hongo microscópico llamado ‘Cercospora beticola’, sin añadir más comentarios sobre su clasificación taxonómica y sobre el grupo al que pertenece, ya que sería entrar en el amplísimo mundo de los hongos.

Del ciclo biológico del hongo ‘C. beticola’, lo más interesante a nivel práctico de nuestro cultivo es que una conidia (espora de diseminación, su semilla) aterriza en la hoja de la remolacha y en unas pocas horas ya ha germinado si se dan las condiciones ambientales óptimas; a través de un estoma o una herida superficial ha entrado en contacto con las células del interior de la hoja y ha comenzado a alimentarse a costa de la planta; a crecer y a reproducirse propagándose a más hojas y más plantas.

Cuándo se desarrolla

Las condiciones óptimas para que el hongo desarrolle toda su actividad pueden ser los 25/30°C de temperatura y una humedad relativa alta. En ambiente seco, muy frío o muy caluroso, queda paraliza su actividad.

A partir de aquí en las hojas de nuestras remolachas cultivadas veremos las típicas manchas circulares de color oscuro, bordeadas por un color púrpura (al microscopio se verán aquí los conidióforos de donde salen las conidias para su propagación); el micelio que el hongo desarrolla entre las células de la hoja produce sus toxinas específicas, provocando su muerte y alimentándose de ellas, ya que el hongo es semi-necrótrofo, y de ahí el color oscuro. Estas manchas, a fuerza de aumentar en número y en tamaño, terminan uniéndose unas con otras y haciendo morir la hoja.

En otra especie, tal vez con este ataque terminaría muriendo la planta entera y desapareciendo el cultivo de la parcela, pero las remolachas tienen una gran acumulación de reservas de azúcares en su raíz y se defienden haciendo brotar nuevas hojas en detrimento del almacén de reservas y en perjuicio del resultado económico del agricultor…aquí hemos llegado al capítulo realmente práctico.

La incidencia económica de la cercospora en el cultivo de la remolacha no es fácil de evaluar por el agricultor, pero la pérdida de cosecha tanto en peso como, sobre todo, en riqueza es segura.

¿Genética o tratamientos?

Los cultivadores y los técnicos del sector siempre han mirado la lucha contra la cercospora desde dos puntos de vista diferentes, como una especie de balance entre la resistencia genética de la planta y las aplicaciones fitosanitarias. Cuando no se disponía de medios eficaces había que aferrarse a una variedad rústica que soportara mejor el ataque; con el desarrollo de los productos y la maquinaria de aplicación, se pensó que con ellos bastaba, independientemente de la variedad; se trataba de utilizar la variedad con mayor potencial productivo y mantenerla limpia a base de tratamientos.

Ahora se vuelve la vista de nuevo a la genética, ya que las variedades resistentes o tolerantes son la base fundamental para mantener limpia la parcela, recurriendo a tratamientos más oportunos y de gran precisión, cuando sean necesarios, ya que la tendencia actual es disminuir el número de productos y sus dosis.

En Castilla y León, en la campaña que termina las condiciones climatológicas han sido propicias para el ataque tardío de la cercospora; a las lluvias de otoño que hicieron aumentar la humedad relativa les siguió una amplia temporada de temperaturas elevadas.

En la mayor parte de la comunidad no ha llamado mucho la atención, pues la mayor parte de los cultivadores ya han arrancado su remolacha o al menos parte de ella. En la provincia de León, sin embargo, las cosas han ido por otro camino; las lluvias fueron mucho más abundantes y por el tipo de suelo que hay en el páramo, en las tierras encharcadas no se ha podido cosechar aún y ahora las parcelas de remolacha son una postal de cercospora con toda la diferencia de tonalidad que da la severidad del ataque en las diferentes variedades sembradas.

Los remolacheros y los expertos en tratamientos han hecho su labor tanto en unas como en otras, pero los daños de cercospora y los resultados económicos serán bien distintos al mismo coste, tan solo por haber elegido la variedad más tolerante. Un ejemplo de ello se da ahora mismo en la provincia de León, donde se aprecia a simple vista la diferencia entre variedades.

En otras zonas, como en la comunidad autónoma de La Rioja, este problema ya es recurrente en los últimos años y la preocupación de los remolacheros ha impulsado un ensayo de Aimcra para valorar el comportamiento de las diferentes variedades comerciales ante la cercospora. Para un cultivador de remolacha sería una buena idea completar la lectura de este artículo con un vistazo a los resultados de ese estudio; en él se hace una valoración del grado de ataque de la cercospora a cada una de las variedades ordenándolo de mayor a menor… lo que clarifica bastante las cosas.

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