PRUEBA ARTÍCULO DE AJO

MARÍA ÁLVAREZ ESCALANTE


España es el principal productor europeo de ajo, seguido de Italia y Rumanía. Sin embargo, nuestro país ha visto disminuir la superficie de cultivo, así como descensos en las producciones y la calidad del producto.
En cifras, la pasada campaña sumó 24.880 hectáreas, un 15% menos que en 2022, cuando se registraron 29.360 ha. Esta tendencia decreciente en el volumen de superficie de cultivo se remonta al año 2021, en el que se cultivaron 29.830 ha.
Por comunidades autónomas, Castilla La Macha encabeza al ranking con 18.100 hectáreas, a mucha distancia de Andalucía, con 3.120 ha.; Castilla y León, 1.940 ha.; Madrid, 960 ha., y Extremadura, con 330 ha .

“Este año se estima que se va a sembrar entre un 10 y un 15 % menos de superficie que el año anterior”, nos avanza Carlos Toral , productor de ajos en Portillo (Valladolid).







La climatología no acompaña a los productores, que han sufrido unas “lluvias escasas y a destiempo” en las dos últimas campañas que “han mermado las producciones entre un 30 y 40 % y la calidad del producto”, señalan.
La sequía de las zonas productoras se une a la reducción de alternativas para obtener agua, con los embalses y las cuencas hidrográficas al límite. “Cada vez es más complicado tener superficies con dotaciones de riego suficiente para sacar adelante el cultivo”.
Se estima que la producción de ajo requiere una inversión que oscila entre los 12.000 y 18.000 euros por hectárea, en función de la variedad. Unos costes de produccion que se han disparado entre un 22 - 41%, amplificados por la bajada de los rendimientos.




Las plantaciones suelen hacerse de octubre a marzo, según la zona geográfica y los tiempos de cada variedad. Por lo general, la siembra del ajo blanco, el chico y el spring se suelen realizar en noviembre y la del ajo morado, más tardío, en diciembre o enero.
En las recolecciones, Andalucía “abre la veda” en mayo; Extremadura, entre mayo y junio; Castilla La Mancha recolecta en junio, y Castilla y León, que cierra la campaña en julio.



“Siempre ha sido un cultivo de supervivencia, con explotaciones muy familiares en las que todos los miembros acudían tradicionalmente a sacar ajos, pero ese sistema de trabajo ya es inviable si se quiere tener rentabilidad”, explica Javier Aguilera, director general de Alfersán.
Al contario que sucede con otros cultivos, la mecanización aún es muy minoritaria en el cultivo del ajo y “solo las grandes empresas están apostando por ella”, sin embargo, Aguilera considera vital “industrializar el proceso para que sea rentable”.
Aunque sí reconoce que aún queda mucho trabajo por hacer en términos de desarrollo. “Las sembradoras que existen actualmente en el mercado son imprecisas y rompen la semilla, se calcula que pueden llegar a provocar un 20% de la pérdida del producto”.



Los precios “son razonablemente buenos”, reconocen desde el sector. Los precios de salida de almacén se encuentran en torno a los 2 €/kg, con precios de hasta 2,8 €/kg para la variedad de ajo morado .
“El precio es alto en el mercado, pero no somos capaces de cubrir la demanda por el descenso en las producciones”, valora Luis Fernando Rubio, director de ANPCA .





España es el principal productor de ajo a nivel europeo y uno de los cinco grandes productores a nivel mundial. Nuestro país exporta el 40% de su producción, sin embargo, las bajas producciones de las últimas campañas hacen difícil mantener este estatus. “No podemos mantener el volumen de comercialización en mercados exteriores por falta de producto”, reconocen desde ANPCA, y añaden: “si tenemos buena producción y de calidad, el ajo español no tiene rival”.

“Hay una desilusión grande en el sector”, nos confiesa Óscar Cuéllar, el presidente de la Asociación para la promoción del Ajo del Vallelado. La escasez de mano de obra y la prohibición de materias activas, “está complicando el futuro” de un sector que no se siente defendido por las instituciones. “Se está trayendo ajo de fuera de la Unión Europea con menos controles sanitarios que los que pasan nuestros productos”, denuncia.





También se busca diferenciar el producto en los mercados donde el consumidor es capaz de pagar más por un ajo de mayor calidad, sabor y seguridad alimentaria. Por ello, miran a otros mercados como EE. UU., donde ven un interés creciente por el ajo español, a pesar de que allí la competencia también es muy dura, en este caso, con el ajo de Argentina, tercer país que más exporta este producto en el mundo, tras China y España.



