Los nuevos sistemas de riego de baja presión logran reducir hasta un 20% el gasto energético y un aumento de la producción de más de un 15%, además de un importante recorte en el uso del agua para el agricultor.
Es una de las conclusiones de la Jornada Técnica sobre Riego a Baja Presión organizada hoy en Santibáñez de la Isla por el Sindicato Central del Embalse de Barrios de Luna y la Asociación Ferduero de Comunidades de Regantes de la Cuenca del Duero.
El presidente del Sindicato Central del Embalse de Barrios de Luna, Julio César Carnero, aseguró que la función principal de las comunidades de regantes es la incorporación del uso de nuevas tecnologías en el campo. Estos sistemas suponen “un ahorro de energía que viene muy bien para afrontar los elevados costes de producción que tenemos”, y aunque requiere adaptar las estructuras de las parcelas, es “un pequeño coste añadido para obtener un beneficio mucho mayor”.
Además, el presidente de la Asociación Ferduero, Eloy Bailez, manifestó que los riegos por aspersión son la segunda revolución de la agricultura junto a la reconcentración parcelaria. “Esto supondrá un antes y un después en el desarrollo de las zonas regables, pero no sabemos hasta dónde nos llevarán las nuevas tecnologías, como es el uso de los sensores de humedad, análisis del desarrollo vegetativo de la planta con imágenes satelitales, mapeo de las parcelas, fertirrigación y aplicación de fitosanitarios a través del riego, etc. Las posibilidades son inmensas y esta es la punta de lanza”. Por ello, Ferduero propondrá a la Junta de Castilla y León el desarrollo de un programa informático que integre todos estos aspectos tecnológicos.

Por su parte, el subdirector de Infraestructuras Agrarias del ITACYL, Miguel Ángel García Turienzo, manifestó que desde hace años se viene trabajando en la reducción de costes de energía en zonas modernizadas. Por parte de la Junta de Castilla y León, el plan de eficiencia del sector ha incluido los riegos en baja presión (Proyecto REBAPRES), porque “consiguen reducir el coste energético para hacer más rentables las explotaciones y ofrecen producciones muy superiores”, todo ello utilizando este tipo de sistemas que requieren estaciones de bombeo más pequeñas y redes de distribución de menores dimensiones, lo que reduce la inversión final en la ejecución de infraestructuras de riego modernizado.
Asimismo, el jefe de Obras, Explotación y Proyectos de SEIASA en Valladolid, Rodrigo Gutiérrez, añadió que para las comunidades de regantes el sistema de baja presión reduce la factura energética y desde el punto de vista de la administración, conseguimos una vida útil más larga de las infraestructuras, puesto que con menor presión y caudales inferiores sufren menos y también se reducen las averías en parcela”. Planteó una opción de futuro en la que se llegase a presentar un proyecto de modernización que ya estuviese adaptado a este tipo de riego en el conjunto de la Comunidad de Regantes.
También el presidente de la Junta de Gobierno de la Comunidad de Regantes y agricultor del Canal Alto de Villares, César Pan, explicó que inició de forma personal y experimental el uso de sistemas de riego a baja presión desde el año 2007 y observó que la cosecha mejoró notablemente. Desde entonces, modificó sus sistemas de riego, porque es más cómodo para el agricultor y las plantas, que se riegan de forma homogénea y así se aumenta la producción más de un 15%.

“Con un uso total de estos sistemas se consigue un ahorro de costes de energía del 30% y se incrementa la eficiencia en costes y producción de la cosecha hasta un 91%”, explicó. Finalmente, Helena Cuartero, la responsable del Soporte Técnico en España de Nelson Irrigation Corporation, una de las empresas que desarrollan este tipo de tecnología, destacó que el coste energético para alcanzar un riego de alta calidad es mucho menor con los dispositivos de baja presión, que funcionan por debajo de 3 kilos de presión, frente a los 4,5 de media de los riegos convencionales.
Es algo que se viene experimentando desde hace bastantes años y el resultado es que además del notable ahorro de los costes de producción, mejora la productividad de los cultivos y en consecuencia, la rentabilidad para el agricultor.