La campaña de riegos acaba de comenzar y no hay la incertidumbre que atenazaba al sector el año pasado. Hay, en Castilla y León, menos extensión con cultivos de regadío y los embalses se han recargado hasta asegurar la normalidad que parecía algo utópico. Además, las lluvias que están cayendo generosas estos días de forma continuada ahorran que sea necesario regar tanto los cultivos.
La cuenca del Duero tiene, según los datos del pasado jueves, diez puntos porcentuales de reservas por encima de la media de los últimos diez años. Están al 92,3% de su capacidad de embalse. Mejor incluso que hace dos semanas, cuando recién había comenzado oficialmente la campaña de riegos.
Lo mismo sucede, como es lógico, si miramos los pantanos uno a uno. Solo Águeda y Las Cogotas están ligeramente por debajo de la media del decenio. Incluso los más remolones –los de Carrión y Pisuerga- gozan de más agua de la habitual.
El embalse salmantino de Santa Teresa, contabilizó durante marzo los segundos mayores registros de entrada de agua de ese mes de su historia, hasta alcanzar los 375 hectómetros cúbicos, es decir, una media diaria de 12 hectómetros cúbicos.
El regante debe ser cada día más eficiente para obtener las mejores cosechas con el menor gasto de agua que le sea posible. Así, ahorra el dinero que tanto le cuesta ganar y el líquido que puede echar de menos si la sequía vuelve a amenazar su medio de vida. Muy bien le viene ahora al regante la aportación de las nubes, que no le supone ningún gasto en la factura energética ni en los equipos.