Vasyl Cherlinka
El control de las plagas y enfermedades es uno de los aspectos más importantes en la agricultura a la hora de garantizar una producción sana y abundante. Antiguamente, la forma de acabar con las plagas de malas hierbas e insectos era rociar productos químicos de forma indiscriminada.

Esta técnica no solo era altamente costosa, también afectaba a otros microorganismos beneficiosos para las plantas y, en última instancia, podían llegar a contaminar el medioambiente, especialmente las masas de agua cercanas mediante escorrentías.
Afortunadamente, en la actualidad existe la gestión (o manejo) integrada de plagas, una serie de técnicas sostenibles y efectivas para eliminar las plagas sin perjuicio del medioambiente ni la salud de las personas.
Para ello, los agricultores cuentan con tecnología avanzada, como el monitoreo satelital de cultivos y determinados conocimientos clave.
Gestión integrada de plagas
La gestión integrada de plagas es un moderno enfoque, sostenible y responsable con el medioambiente, en el que los plaguicidas químicos se utilizan solo como último recurso, si es que se llegan a utilizar. Dentro de la gestión integrada de plagas es posible encontrar métodos de control biológico, control cultural o determinadas buenas prácticas agrícolas.
Se considera control biológico a las prácticas que favorecen la aparición de depredadores o parásitos que ataque exclusivamente a las plagas presentes en el campo. La instalación de barreras físicas puede ser una buena medida para evitar que accedan hasta las plantas.
Además de estas dos opciones, también se puede recurrir a extractos botánicos naturales que actúan como repelente para estas plagas o biopesticidas basados en agentes microbianos, diseñados para acabar con insectos específicos y no con toda la biodiversidad.
Las denominadas buenas prácticas agrícolas están diseñadas para ahuyentar a las plagas sin necesidad de productos. La técnica más común suele ser la rotación de cultivos, que opta por cultivar diferentes cultivos en un mismo campo, tanto al mismo tiempo como en una secuencia consecutiva. Para que esta idea funcione, los cultivos no deben ser vulnerables a las mismas plagas e, idealmente, pertenecer a familias diferentes.
Otras técnicas similares son los cultivos de cobertura o la plantación de árboles en los lados del campo a modo de cortavientos. Otra actividad sencilla para evitar la aparición de plagas es la limpieza del campo, especialmente de los aperos usados para labrar o sembrar.
Si ninguno de los otros controles o las prácticas descritas funcionan, es posible recurrir al control químico; es decir, a la aplicación de pesticidas químicos. Las aplicaciones deben centrarse en las zonas más afectadas y en una cantidad razonable. A continuación, será necesario evaluar el estado del campo tras los pesticidas y planificar los siguientes pasos para acabar con el problema.
Principales amenazas de plagas
Existen diferentes tipos de plagas en la agricultura, aunque pueden dividirse en 2 grupos: plagas vegetales y plagas animales. Las plagas vegetales son, por norma general, malas hierbas que compiten por la luz, el agua y los nutrientes contra los cultivos sembrados en el campo.
Su actividad es extremadamente perjudicial cuando los cultivos son más vulnerables, sobre todo cuando las semillas acaban de emerger o las plántulas son todavía jóvenes.
En el caso de las plagas animales, las plagas más comunes y dañinas son plagas de insectos. Pueden causar daños directos, alimentándose de la planta y sus frutos, o indirectos, transmitiendo infecciones bacterianas o víricas.
Otras plagas animales frecuentes son las de roedores, que pueden consumir cualquier parte de la planta, o los pájaros, que suelen alimentarse de las semillas del suelo y de algunos frutos blandos, como guisantes o grosellas.
Tecnología en gestión integrada de plagas
Son múltiples las opciones tecnológicas que pueden ayudar en la gestión integrada de plagas, como sensores o drones. Sin embargo, las plagas son un problema crítico que requiere actuar cuanto antes.
Uno de los principales problemas de los sensores o los drones es que solo permiten detectar plagas de forma visual, igual que si se hiciese una inspección física sobre el terreno. Normalmente, cuando es posible detectar una plaga de forma visual, ya es tarde para no perder rendimiento y la cosecha se verá afectada.
Por eso la tecnología satelital se erige como punta de lanza en la gestión integrada de plagas. La monitorización de cultivos por satélite, apoyada por índices de vegetación, como el NDVI o el NDRE, permiten identificar pequeñas desviaciones en la salud de las plantas, incluidos los primeros momentos de una infestación de plagas.
Por ejemplo, el valor del índice NDVI está directamente relacionado con la reflectancia de la luz visible y del infrarrojo cercano de las plantas, algo que depende de la clorofila. Cuando una planta no está 100% sana, la reflectancia de la luz disminuye. Si un agricultor descubre una bajada abrupta en el valor del índice, muy seguramente la planta tenga un problema relacionado con plagas o enfermedades y podrá tomar medidas correctivas antes de que el problema se extienda por todo el campo.
¿Cómo será el futuro?
Es altamente improbable que las plagas desaparezcan en un futuro próximo, así como el uso de pesticidas. Pero los agricultores reconocen que la adopción de prácticas de control dentro de una gestión integrada de plagas facilita su labor al hacer frente a este problema y sí disminuye la necesidad de productos químicos.
Este impulso hacia una gestión más sostenible pasa por la mejora constante de la tecnología, especialmente en lo relativo a la recopilación de datos y la automatización. Desde el monitoreo satelital de campos agrícolas hasta la inteligencia artificial, en el futuro más inmediato podremos ver soluciones más rápidas, precisas y rentables.
Entre las mejoras más inmediatas, cabe esperar la detección de plagas con ayuda de la IA, que con análisis predictivos logrará identificar patrones de infestación para actuar incluso antes de que la plaga llegue a ser un problema en ese campo, las trampas inteligentes o sistemas de monitorización basados en IoT para conseguir alertar en tiempo real y mejorar el tiempo de respuesta.
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Vasyl Cherlinka es doctor en Biociencias especializado en Edafología. Licenciado en Agroquímica, Agronomía y Edafología







