Las lluvias de la primavera han condicionado la evolución de todas las producciones. Las malas hierbas y, sobre todo, los hongos amenazan a unos cultivos a los que habrá que prestar mucha atención
La llegada del verano es un buen momento para hacer balance de cómo ha afectado a los cultivos una de las primaveras más lluviosas que se recuerdan. Jorge Núñez, de Sapec Agro, apunta que el agua caída no solo puede ser origen de diferentes problemas sanitarios (mildiu en viña, septoria, helmintosporiium y roya en cereales, etc.), sino que los tratamientos que había que realizar han debido retrasarse. Las consecuencias de todo ello se verán a partir de ahora.
Jesús Velloso, delegado comercial de Kenogard en Castilla y León, apunta que la lluvia es este año un fenómeno “complejo” para el regadío. Sean cuales sean las consecuencias que haya que afrontar, “siempre he dicho que el agua del cielo son billetes, y de momento gratis, ya que la calidad de los acuíferos es mejor cuando hay lluvias”.
Por otra parte, en regadío “obviamente las exigencias de sanidad se multiplican”. En el caso de la patata, se trata de un cultivo muy propenso a mildiu y alternaría. “Esto necesita sus tratamientos y el agricultor es consciente de que es así. Sabemos que la táctica correcta es la de prevenir en los primeros estadios, ya que si entra la enfermedad es muy difícil de atajar y el gasto sanitario se puede incrementar”.
Jesús Román, de Comercial Química Massó, también hace un balance positivo de las lluvias de primavera, “puesto que el agua siempre es buena y, aunque ya empezaba a ser en exceso, los campos (incluido el regadío) tienen agua ya hasta el otoño”. Además, en el regadío la lluvia ha supuesto un ahorro en costes, “y eso se agradece”.
Desde BASF también se señala que la cantidad de días de lluvia y el tiempo fresco ha retrasado de forma generalizada todos los cultivos. En lo que se refiere a girasol y remolacha, el retraso en la siembra se traduce en un par de semanas o tres, si bien la nascencia es bastante homogénea, “aunque la cantidad de lluvias hace prever una mayor problemática con las malas hierbas y enfermedades”. En los trigos, a pesar de las lluvias, el nivel de enfermedades (royas y septoria) es menor de lo esperado, “si bien en el campo podemos apreciar otras enfermedades menos frecuentes, como diferentes helmintosporiosis”.
En las cebadas, especialmente en las de siembras más tempranas, destaca la aparición de manchas producidas por las enfermedades helmintosporiosis y rincosporiosis, siendo prevalente esta última. Alertan de que las mayores amenazas para la patata son ahora mismo mildiu, alternaria, pie negro y diversas patologías asociadas a podredumbres.
Desde UPL consideran que las lluvias “no han sido tan beneficiosan como parece en un principio”. Las constantes precipitaciones no han dejado hacer correctamente las labores de siembra en cultivos como patata o remolacha, y en la tierra que los agricultores han sido capaces de sembrar, “la nascencia no ha sido del todo correcta”.
En remolacha, “consideramos que hay un riesgo alto de enfermedades fúngicas, como cercospora y oídio como amenazas principales, teniendo muy en cuenta esta última debido a las temperaturas suaves”.