Ricardo Ortega
El sábado 7 de octubre pasará a la historia por el inicio de una nueva guerra entre Israel y una parte relevante del universo palestino, con epicentro en la franja de Gaza.
La nueva escalada bélica, de consecuencias aún difíciles de prever, viene a añadir complejidad a un tablero geopolítico que seguía alterado por la agresión contra Ucrania.
También nos recuerda que hace justo cincuenta años, en 1973, la guerra del Yom Kipur dio origen a la muy recordada Crisis del Petróleo, un periodo de convulsiones económicas con elevados niveles de inflación y desempleo.
El nuevo escenario económico, aún más enrevesado que el de hace una semana, ha multiplicado los análisis sobre las consecuencias que puede haber, como mínimo, para el precio del petróleo.
Se trata de un dato especialmente delicado, puesto que el valor del crudo siempre va vinculado al de otras materias primas, y al de otras fuentes de energía.
El campo está para pocas bromas: el precio medio del gasóleo agrícola supera los 1,3 euros por litro en España, y en los mercados internacionales este inicio de semana ha marcado un ascenso en el precio del oro negro.
El barril de Brent sube 5 dólares y roza los 89 dólares. En cuanto al West Texas (WTI), referente en EEUU, ha subido de forma similar y se encuentra sobre los 85 dólares el barril.
Está por ver cómo evolucionará el precio de los combustibles. Las cancillerías de todo el mundo multiplican los esfuerzos por evitar una escalada global del conflicto. Sobre la mesa está la situación en Líbano (con 600 cascos azules españoles), pero sobre todo el papel de Irán, un productor de petróleo que mediante el ataque de Hamás ha logrado interrumpir el proceso de acercamiento entre dos rivales: Israel y otro gran productor (y exportador) de crudo: Arabia Saudí.
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Foto: Calles de Gaza bombardeadas. Firma: Boris Niehaus
