El uso del agua como recurso escaso es un problema de máxima actualidad que se puede enfocar desde varios puntos de vista, incluida la psicología. Investigadores de las universidades de Salamanca y de Córdoba han publicado un artículo en la revista científica Frontiers in Psychology en el que evalúan el comportamiento de los individuos en una simulación en la que tratan de obtener los máximos beneficios como agricultores a la hora de regar.
El juego, que puede ser una potente herramienta educativa, acaba por demostrar que la cooperación ofrece mejores resultados a largo plazo, tal y como recoge el Servicio de Información y Noticias Científicas (SINC).
“En psicología social se pueden hacer estudios de campo, con hechos reales, o estudios de laboratorio, como en este caso”, explica Carmen Tabernero, investigadora de la Universidad de Salamanca. “La ventaja de estas simulaciones es que permiten controlar todas las condiciones y aislar variables externas”, afirma. De esta forma, los autores del estudio pueden analizar mejor el comportamiento de cada participante.
Los investigadores recurrieron al juego Irrigania, desarrollado por la Universidad de Zúrich (Suiza) y modificado para este estudio. “Eres un granjero y tienes el reto de cultivar 10 campos en 10 años consecutivos pudiendo utilizar varios tipos de riego que ofrecen diferentes ganancias y teniendo en cuenta que otros agricultores también necesitan agua”, comenta.
Por ejemplo, si un jugador utiliza un pozo subterráneo puede obtener una gran rentabilidad a corto plazo, pero si abusa, el nivel del agua bajará y a largo plazo se verá perjudicado. Cada participante toma sus propias decisiones, pero ve las estrategias que están usando los rivales y todos se ven influidos por las condiciones ambientales, como puede ser una sequía.
“Sabemos que cuando las personas perciben que ese recurso es escaso tienden a ser más egoístas”, señala Tabernero. Sin embargo, esta actitud puede ofrecer beneficios en el corto plazo pero ser nefasta más adelante, puesto que entre todos acaban con un bien limitado. “Estás viendo que pierdes pero en lugar de analizar la estrategia que estás utilizando, mantienes la tendencia egoísta que lleva a perder aún más”, apunta. Este tipo de dilemas sociales relacionados con la ecología ya fue planteado hace décadas por Garrett Hardin.
En esta ocasión, en el experimento participaron 107 estudiantes de Córdoba, a los que se le asignó aleatoriamente una condición experimental de competencia o de cooperación. Los individuos más prosociales eligieron estrategias menos egoístas y, finalmente, obtuvieron más beneficios.
En la situación de competición se les decía que el objetivo era obtener el máximo beneficio posible, mientras que en la de cooperación se buscaba lo mismo, pero no solo en el aspecto individual, sino en el colectivo. Esta situación favorece la comunicación y fuerza a compartir estrategias. Ser más prosocial –estar más dispuesto a cooperar y compartir- y tener confianza en los demás son variables fundamentales en la toma de decisiones.
Útil para la formación
Más allá de los análisis psicológicos del comportamiento, los autores del estudio creen que este tipo de estrategias pueden tener interesantes aplicaciones en el ámbito de la formación. “Una vez que aprendes con el simulador que un comportamiento más cooperativo lleva a una mayor ganancia, es de esperar que tu mentalidad cambie”, señala Tabernero.
De hecho, dentro de esta misma línea de investigación pero en otros estudios, los autores han comprobado que cuanta más formación tienen los participantes en este tipo de juegos, menos se dejan influir por las condiciones que se les imponen de cooperación o competición. Además, el aprendizaje es determinante para tomar decisiones: “En otro trabajo vimos que los estudiantes de ciencias ambientales desarrollan una estrategia más inteligente que los de humanidades, que no tienen conocimientos sobre el uso del agua”, señala.
Otros aspectos, como la concienciación sobre la escasez de agua en función del ámbito geográfico de cada persona, también pueden ser relevantes.
Además, el estudio puede ser extrapolable a otros ámbitos. “Partimos de un dilema social y esto se puede aplicar a otros contextos porque en el fondo se trata de repartir recursos, que pueden ser ambientales, pero también sociales o económicos”, asegura.
En general, el grupo de investigación de Carmen Tabernero está interesado en las situaciones de incertidumbre. “Creemos que es una de las variables que más nos está afectando en España. El paradigma de seguridad en el que vivíamos ha cambiado, no hay trabajos estables, no sabemos cómo enfocar nuestras carreras, ni siquiera si algunas profesiones seguirán existiendo dentro de algunos años; y hay que vivir con eso”, destaca.