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lunes, octubre 7, 2024
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La cosecha de esta campaña da menos de la mitad de cereal que los últimos años

Las peores previsiones se han visto cumplidas una vez que la cosecha está casi terminada en la Comunidad. Solo resta por recoger algo de regadío y en las zonas más norteñas y más tardías. Agroseguro inició el jueves 20 de julio los pagos de la indemnización por sequía

Mal. Muy mal. La campaña cerealista ha sido paupérrima. La realidad habla por sí misma ahora que el poco grano que contenían las espigas está ya en casa. La peor en muchos años; una cosecha que se recordará largo tiempo como catastrófica. La única esperanza que queda es que la meteorología retome la normalidad, que llueva hasta que las reservas de agua se recuperen para que el próximo año sea el de borrón y cuenta nueva.

El balance oficial de la Consejería de Agricultura de la Junta ponía negro sobre blanco la semana pasada, cuando aún restaba casi la mitad del cereal de invierno por recoger en la Comunidad: la extrema sequía, las altas temperaturas y las heladas tardías han tenido como consecuencia que Castilla y León pueda acopiar solo 2,6 millones de toneladas, lo que supone una producción un 59% más baja que la media de los últimos cinco años, que acreditan 6,3 millones por anualidad.

El norte y centro de Valladolid y el centro de Palencia son las zonas más dañadas por el mal tiempo para los cultivos, donde se han reducido los rendimientos y producciones. Y, por supuesto, la rentabilidad de las explotaciones agrarias.

Para compensar la debacle, Agroseguro comenzó el jueves 20 de julio el pago de las indemnizaciones por los siniestros en cereales de invierno y leguminosas. Estiman que el total de indemnizaciones de estos cultivos alcanzará los 201,5 millones, una cifra que supera la cantidad anual pagada en esta línea de seguro en toda la historia. Los asegurados de Castilla y León recibirán la mayor indemnización en este primer pago: 66,8 millones de euros.

El agua, en las últimas

La Junta de Castilla y León ha declarado la campaña agrícola como excepcional debido a los efectos de los fenómenos meteorológicos adversos y establece medidas urgentes de apoyo al sector agrario castellanoleonés.

A los regadíos les ha ido algo mejor, pero sin abusar. En León, por ejemplo, el trigo irrigado ya está prácticamente ensilado con un adelanto de unos quince días respecto a un año normal “debido principalmente a las altas temperaturas del mes de junio y principios de julio, que han secado rápidamente el grano y, por tanto, ya presenta un estado óptimo para realizar dicha labor”, según apuntan en la lonja leonesa.
En la provincia había sembradas 28.817 hectáreas de trigo de regadío, lo que representa un incremento del 37% respecto a 2016.

En cuanto a los rendimientos, ratificados ya en finca cosechada, se estima una disminución de producción del 50% respecto a un año normal, debido principalmente a las fuertes heladas.

En el sur de Valladolid hace tiempo que ya está todo segado y el poco grano recogido en los almacenes, tal como confirma el presidente de Cocetra, Armando Caballero. “La cosecha ha sido horrible; casi nula. Y el precio no acompaña porque, a pesar de que no ha habido casi nada, no acaba de ser justo”, se lamenta con amargura.

En la zona de Osorno, Saldaña y Villoldo (Palencia) restan pocas parcelas por cosechar del cereal en regadío, tal como confirma el técnico de Agropal Carlos Lobejón. En secano han llevado a la báscula medias de entre 1.000 y 1.500 kilos. El riego ha dejado en torno a 5.000 kilos por hectárea de trigo y cebada; menos de lo habitual.

El cereal en pie del norte de la Comunidad da sus últimos coletazos por Miranda de Ebro y la Bureba (Burgos): apenas quedaban 500 hectáreas por segar a mediados de semana. Eran las fincas en las que algún pequeño problema mecánico o cualquier otro incidente ha retrasado la aciaga cosecha de este año.

“Está de malo a muy malo”, sintetiza un desalentado Javier Álvarez, técnico de Bureba Ebro. Comparando con otros territorios no es para llorar, pero al repasar los números habituales en esa comarca cunde el desánimo. El resultado ha sido muy heterogéneo. La media matemática podría fijarse en los 3.500 kilos, pero ha habido fincas de 1.500 y otras que han dado 5.000 kilos por hectárea. Las heladas del cambio de abril a mayo han sido muy culpables.

Forrajes sin lluvias

En Castilla y León no han lucido este año los forrajes ni, con toda probabilidad, lo harán ya. La campaña ha sido nefasta sobre todo para el secano. No llovió en primavera así que, como ha sucedido con el cereal, el resultado ha sido “nulo”. Este es el balance que hace el también representante del sector de cultivos herbáceos de Urcacyl,

Armando Caballero. “En regadío ha estado mejor, pero nada en secano”, añade. Incluso la paja cerealista ha ido mal. Tanto que ni aunque se cotizara a millón podría salir el agricultor de penurias: “Puede valer lo que quiera, porque no tenemos”.

Hay poca y buena uva

Los hielos de finales de abril, el incremento de la temperatura media y la sequía se dejan sentir en el viñedo castellanoleonés. Las cepas de Rueda se encuentran en estado sanitario perfecto, con apenas alguna afección testimonial por oídio. Se ha recuperado muy bien de las heladas, pero un poco peor del pedrisco. El cultivo está ligeramente adelantado; más o menos una semana según constata el inspector técnico Pedro Vázquez de Prada.

La brotación fue desigual y estaría un poco mejor si hubiera llovido algo más. La cosecha se presenta ahora como normal, aunque todavía es demasiado pronto para hacer previsiones dada la irregularidad dominante.

En Ribera del Duero tampoco será un año memorable en cuanto a producción. La vendimia en los viñedos que Matarromera posee en esta denominación de origen -además de en Cigales, Toro y Rueda- se adelantará entre una y dos semanas, aunque el tiempo que queda es determinante. “Comenzaremos vendimiando la variedad sauvignon de la Bodega Emina Rueda, en Medina del Campo, a finales de agosto. Seguirán las demás variedades, como la verdejo”, explica José María López, jefe de campo de Matarromera.

Continuarán en el resto de zonas vitivinícolas -Toro, Cigales, Ribera y Rioja- seguramente por este orden. Este año, por las condiciones climáticas que hemos vivido, se prevé un menor volumen de kilos de uva comparado con otros, pero apunta una buena calidad”, vaticina López.

En Cigales habrá una pérdida “considerable” en la producción como consecuencia de las heladas y la sequía. Hace que comenzó a enverar hace casi tres semanas, tal como señala la directora técnica, Águeda del Val. El adelanto ronda la semana.

Las pocas lluvias caídas hace días han ayudado a una uva que va muy rápida por la seca y el calor constante desde hace meses. El ciclo vegetativo de la vid apenas se toma pausas.

Maíz y remolacha

Los embalses leoneses de Barrios de Luna del Porma y Riaño tienen muy preocupados a los cultivadores de maíz y remolacha. Pronto se terminará el agua, aunque si a partir de septiembre no llueve se avecina otra catástrofe.

La paradoja es que, ahora mismo, ambos tipos de sembrado están muy bien. Matías Llorente, de UPA Castilla y León, apunta que el desarrollo de la remolacha es muy bueno. “Incluso hemos tenido que dejar de regar porque había algo de podredumbre. Hemos aplicado el primer tratamiento contra cercospora y oídio y está muy bien”, recalca. “La duda es hasta cuándo habrá agua…”, se pregunta.

La remolacha se sembró sobre seco y temprana. Nació bien, con más de 15.000 plantas por hectárea.
También el maíz está adelantado, aunque solo ha recibido cuatro riegos. El de inundación tiene peor perspectiva, con futuras pérdidas que rondarán el 30%. Al de aspersión le ven algo mejor resultado final.

No muy lejos de esta provincia, en el noroeste palentino, la cuenca del Carrión anda también muy justa de líquido. La del Pisuerga empezó la campaña mejor, pero ha acusado los riegos en forma de merma en las reservas. Girasol, patata, remolacha y maíz están pletóricos por la humedad recibida y el calor. Es muy probable que se desfonden al final de la carrera. El técnico de Agropal se muestra preocupado por las consecuencias de la muy probable falta de agua.

El terreno del entorno mirandés -muy remolachero años atrás- perdió planta. El cultivo está bien. Todo indica que la raíz dará resultado, aunque hay algo de cercospora.

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