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sábado, octubre 5, 2024
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Sondas de humedad, la tecnología para saber cuándo y cuánto regar

Regar a ojo no tiene ningún sentido en la agricultura moderna. Los sensores de
humedad permiten conocer en cada momento cuál es el estado y las necesidades del cultivo. El ahorro medio de agua respecto a las parcelas sin medidores llega al 20%
La aplicación del agua que necesita el cultivo -ni más ni menos- y en el momento adecuado -ni antes ni después-, son aspectos determinantes en la eficiencia del riego. Una gestión precisa es básica para minimizar costes y también incide en que las producciones agrícolas sean las mejores posibles. Lejos queda en la agricultura moderna el tiempo en el que el regante se cubría las espaldas regando por exceso.

Echar agua de más es tirar dinero. Tanto por el desembolso económico que supone la propia acción de regar, como por los efectos nocivos para el cultivo que se derivan del exceso de humedad. Saber con precisión cuánto y cuándo suministrar agua le da todas las ventajas al regante. Aquí es donde la tecnología juega un papel determinante, con recursos al servicio del agricultor que en poco tiempo han pasado de ser opciones de futuro para convertirse en necesidades del presente.

Para medir la humedad del suelo existen métodos tensiométricos (dan estimaciones de la tensión o potencial del suelo) y métodos volumétricos (dan estimaciones de la humedad volumétrica del suelo). Los volumétricos, y en concreto los sensores de capacitancia FDR (Frequency Domain Reflectometry) son los que más utilizan los agricultores regantes por su mínimo mantenimiento y bajo coste, según especifica la técnica de Efi-Riego, Rosa Rodríguez. La consultora agrícola con sede en Valladolid está especializada en la aplicación de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación a la producción agrícola.

Estos sensores (sondas) permiten la medida en continuo de la humedad del suelo. Es precisamente ese histórico de datos el que da información útil para el riego, ya que permite establecer un intervalo óptimo de humedad, que será el que el agricultor debe mantener con el riego.

sonda humedad

Tres sensores

“Una instalación estándar para los cultivos presentes en Castilla y León consiste en tres sondas instaladas a diferentes profundidades. Las dos primeras, miden el contenido volumétrico de agua en el suelo -en la zona radicular- durante la fase de desarrollo inicial de las raíces (15 centímetros) y en pleno desarrollo (30 centímetros). El tercer sensor, mide el contenido de humedad fuera de la zona de influencia de las raíces (normalmente a 40 centímetros), lo que permite comprobar si se producen pérdidas de agua de riego por drenaje. Este último sensor proporciona una información muy útil porque nos indica cuándo un riego ha sido excesivo, y por tanto debemos dar riegos más cortos”, describe Rosa Rodríguez.

Estas sondas y un pluviómetro (que detecta y mide el riego) van conectadas a un registrador de datos (‘datalogger’), que almacena los datos y los envía vía GPRS a un servidor. De esta forma el regante puede conocer en tiempo real el contenido de humedad del suelo de su parcela desde cualquier dispositivo que disponga de conexión a Internet.

Lo ideal es colocar sondas por cada cultivo, porque a la hora de instalarlos se ubican lo más próximo posible a la planta para que las raíces entren en contacto con ellas. Así, cuando las sondas detectan un descenso de humedad en el suelo, la merma se debe a la evapotranspiración del cultivo. Los datos obtenidos. permiten apreciar el ritmo de extracción de agua por parte de la planta.

Hay que instalar las sondas en un punto representativo de la explotación. Es decir, donde esté representada la mayor superficie posible para que sea posible manejar el riego en función de la información aportada por estos sensores.

El perfil del usuario de sondas de humedad es el de un buen regante, con interés en mejorar, ahorrar costes y asegurar la producción y calidad de la cosecha.

160 euros mensuales

Los sensores de tipo capacitivo se adaptan perfectamente a cualquier cultivo y tipo de suelo. La principal característica de los cultivos de Castilla y León es el predominio de cultivos anuales (maíz, puerro, zanahoria, patata, ajo, cebolla, remolacha y otros) para los cuales es interesante la opción de sondas en alquiler durante tres o cuatro meses, según recomienda la experta de Efi-Riego.

La estación completa está formada por tres sondas, pluviómetro, y la tecnología GPRS. La opción más utilizada por el regante castellanoleonés es la de alquilar los equipos durante la campaña, que sale por aproximadamente por 160 euros mensuales. En este precio está incluido también el montaje y recogida, además del asesoramiento y envío de mensajes diarios con recomendaciones de riego.

“El uso de sensores es rentable ya que permite un ahorro medio en agua del 20% respecto a las parcelas sin sondas. Hemos constatado ahorros, en la campaña pasada y en parcelas concretas, de hasta el 36% en comparación con las recomendaciones de InfoRiego”, desvela Rosa Rodríguez.

Fácil de interpretar

Los datos se leen en continuo, pudiéndose almacenar datos cada cinco minutos, aunque generalmente con el registro cada 30 minutos es suficiente. La información queda almacenada en el ‘datalogger’, de manera que el agricultor puede hacer las consultas que estime convenientes entrando en el servidor correspondiente.“Cualquier regante tiene los conocimientos necesarios para interpretar los resultados; la representación gráfica de los datos hace que sea todo sea muy intuitivo”, asegura Rodríguez.

La aplicación de estos métodos se traduce en:

– Una vez establecido el intervalo óptimo de humedad, el regante tiene una gráfica donde hay tres líneas que oscilan dentro del intervalo. Cuando se aproximan al nivel inferior, hay que regar. De otra manera, no es necesario.

– Si aumenta la línea que representa a la sonda más profunda, se está perdiendo agua en profundidad y, por tanto hay, que acortar la duración de los riegos.

“El uso de sondas de humedad de suelo conlleva un uso más sostenible del riego, ya que la información proporcionada por estos sensores permite aplicar el agua que realmente necesita el cultivo, ahorrando agua y la energía asociada a los riegos, y evitando la contaminación por lixiviados”, apunta la especialista de Efi-Riego a modo de balance.

Conclusiones muy valiosas para el riego eficiente

Un punto de control (PC) estándar instalado en una parcela consiste en un registrador de datos (‘datalogger’) con sus correspondientes sondas de humedad del suelo. Un PC servirá de indicador para una determinada parcela o bloque de riego; la delimitación de un bloque dependerá de la heterogeneidad de los suelos, del sistema de plantación y uniformidad del sistema de riego, entre otros, tal como señalan desde LabFerrer; empresa especializadaen instrumentación científica especializada (equipos, medidores y diferentes tipos de sondas y sensores para monitorizar sobre el terreno parámetros como, la humedad del suelo, el drenaje y los parámetros ambientales).

“La premisa es que un solo PC puede ser representativo de una Unidad de Manejo (UM) y reflejar perfectamente la disponibilidad de agua existente y el historial reciente de extracción de agua por parte del cultivo y de las aplicaciones de agua de riego y lluvia. En ningún caso, a efectos de manejo, el objetivo de colocar sondas de humedad es hacer un estudio exhaustivo de la variabilidad espacial del suelo, de la uniformidad de riego o de los litros de agua que consume cada planta. Se asume que todas las porciones de la UM monitorizada variarán igual a cambios de la Evapotranspiración de referencia -(ETo) x Coeficiente de Cultivo (kc)-, y a aplicaciones de agua”, indican en LabFerrer.

La instalación de sondas de humedad a diferente profundidad del suelo y el análisis de los datos registrados en continuo permiten obtener conclusiones muy valiosas para adaptar las prácticas de riego y de manejo. Y, en consecuencia, mejorar la conducción de la plantación. Los aspectos más evidentes que se pueden derivar de dicho análisis son:

– Ritmo de absorción de agua por las raíces y situaciones de estrés hídrico (refleja en parte las oscilaciones de la ETo).
– Profundidad de extracción de agua.
– Efecto sobre las reservas de agua en el suelo del agua aplicada con el riego y la lluvia; relación entre volumen aplicado, infiltración y profundidad mojada.
– Presencia de horizontes compactados.
– Eventos de drenaje por debajo de la zona radicular.
– Capa freática colgante asociada al riego.

La información obtenida y su aplicabilidad práctica, advierten los expertos de LabFerrer, dependen además de la disponibilidad de otros datos complementarios de los que no siempre se disponen:

– Volumen de agua aplicada: registro de un pluviómetro y agua de riego aplicada en la UM
– Estadios fenológicos y fases del cultivo
– Curva de la demanda hídrica del cultivo frente a Tiempo
– Datos semanales de la ETo de la zona

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