José Ramón Díaz de los Bernardos
La agricultura española afronta uno de los mayores desafíos de su historia reciente: mantener la rentabilidad de los sistemas de secano y, al mismo tiempo, responder a las exigencias medioambientales de la Unión Europea.

La búsqueda de cultivos alternativos que aporten sostenibilidad, resiliencia y nuevas oportunidades de mercado ha colocado a la carinata (Brassica carinata) y a la camelina (Camelina sativa) en el centro del debate agronómico actual.
Ambas especies, pertenecientes a la familia de las crucíferas, representan una nueva generación de oleaginosas que encajan perfectamente en las rotaciones con cereales, ofreciendo ventajas técnicas, económicas y ecológicas. España, por sus condiciones climáticas y su sólida base cerealista, se encuentra en una posición privilegiada para liderar la expansión de estos cultivos en el sur de Europa.
Dos oleaginosas con historia y con futuro
La carinata, originaria del Cuerno de África, y la camelina, domesticada en Eurasia hace más de 3.000 años, son cultivos de bajo requerimiento hídrico y alta eficiencia en el uso de nutrientes. Tras años de desarrollo genético y ensayos agronómicos, hoy resurgen con fuerza impulsados por el auge de los biocombustibles sostenibles, especialmente el SAF (Sustainable Aviation Fuel), combustible renovable para aviación.
Sus aceites, no comestibles pero de excelente perfil técnico, son demandados por la industria energética y química. A ello se suma la posibilidad de aprovechar la torta proteica resultante del prensado para alimentación animal, cerrando un ciclo productivo 100 % aprovechable dentro del concepto de bioeconomía circular.
Ventajas agronómicas: aliadas naturales del cereal
La gran fortaleza de la carinata y la camelina es su compatibilidad con los sistemas cerealistas españoles. Lejos de competir con el trigo, la cebada o la avena, estos cultivos complementan y mejoran el funcionamiento de las rotaciones tradicionales.
Consideraciones edafoclimáticas
- Prefieren suelos bien drenados, pH 6–7.5, texturas franco-arenosas a franco-limosas. No toleran encharcamientos prolongados.
- Carinata: mejor respuesta en suelos con algo más de fertilidad que camelina; buena opción para suelos marginales si se gestiona riego o fertilización moderada.
- Camelina: muy indicada en suelos pobres y pendientes, donde su bajo requerimiento de insumos la hace rentable.
Recomendaciones de siembra
Las fechas y prácticas dependen de la zona climática (atlántica, mediterránea continentalizada, mediterránea litoral). A continuación, se resumen protocolos prácticos validados por ensayos y guías españolas:
Carinata (práctica recomendada en España)
Fechas de siembra:
- Invernales/otoñales: octubre-noviembre en zonas mediterráneas templadas; sin embargo, muchos ensayos comerciales utilizan siembras primaverales (abril-mayo) especialmente en la Meseta Norte para evitar heladas en floración.
Dosis de siembra: 5–8 kg/ha (ajustar por tamaño de semilla y metodología de siembra).
Profundidad: 1–2 cm; siembra superficial para contacto semilla-suelo.
Camelina (práctica recomendada en España)
Fechas de siembra:
- Variedades ciclo largo/medio: septiembre-diciembre (siembras otoñales).
- Variedades ciclo corto (o si se opta por siembra de primavera): enero-febrero para ciclos más cortos; también existe protocolo para siembra en abril en sistemas de primavera temprana. Protocolos regionales recomiendan siembra en parcela húmeda (siembra en húmedo).
- Dosis de siembra: 6–10 kg/ha (8–10 kg/ha norma práctica común). Profundidad <1 cm.
Manejo agronómico
Preparación del suelo y labranza
Preferible labranza reducida o siembra directa sobre rastrojo en sistemas de conservación; asegurar cama de semilla homogénea y buen contacto semilla-suelo. Rulos ligeros si hay riesgo de costra superficial.
Fertilización
Carinata: sensibilidad positiva al N. Recomendación orientativa: 80–120 kg N/ha en suelos pobres (fraccionar para reducir encamado). P y K según análisis de suelos (p. ej. P 30–50 kg/ha, K 40–60 kg/ha) y aportar azufre si cultivamos en suelos con déficit. Ajustar en función de rendimiento esperado.
Camelina: respuesta moderada al N; recomendaciones prácticas para España: 60–80 kg N/ha, menor que colza; aportar azufre (S) para optimizar contenido de aceite y calidad de proteína. Evitar excesos de N por riesgo de caída y reducción de contenido de aceite.
Control de malezas
Siembras tempranas y buena competencia inicial reducen la presión de malezas.
En camelina, su rápido establecimiento le confiere ventaja; protocolos comerciales recomiendan parcelas limpias y evitar residuos de herbicidas con efecto residual.
En carinata, integración de prácticas culturales y herbicidas autorizados según registro.
Plagas y enfermedades relevantes
Principales plagas: pulgones (Myzus spp.), picudos y otros coleópteros asociados a crucíferas en determinadas zonas.
Enfermedades: Phoma/Leptosphaeria, alternaria y otros hongos de crucíferas; rotaciones largas con no crucíferas y manejo de rastrojos reducen inóculo. La protección fitosanitaria debe basarse en monitoreo, umbrales económicos y uso de moléculas autorizadas.
Cosecha y almacenamiento
- Cosechar cuando la humedad del grano sea 8–10% para minimizar riesgo de rancidez del aceite. En camelina, la madurez suele ser más uniforme; en carinata puede ser escalonada y requerir inversiones en gestión logística (cosecha fraccionada o monitorización por aeronaves/remoto). Almacenamiento en atmósfera seca, ventilada y control de temperatura.
Zonas con mayor potencial
Las experiencias de campo realizadas en los últimos años confirman la viabilidad comercial de ambos cultivos en buena parte del territorio español.
Castilla y León (Soria, Segovia, Ávila): ensayos y explotaciones de carinata en secano con rendimientos entre 1,5 y 2,5 t/ha.
Andalucía (Sevilla, Córdoba, Jaén): camelina consolidada en secanos medios; rendimientos de 1,2 a 1,8 t/ha, incluso en años secos.
Castilla-La Mancha y Extremadura: zonas idóneas para ambas especies, combinando secano y regadío deficitario en rotación con trigo o cebada.
Aragón y Navarra: parcelas de ensayo con camelina de ciclo corto, con buenos resultados en zonas semiáridas.
Estas áreas reúnen las condiciones óptimas de suelo franco, buen drenaje y pluviometría anual moderada (350–600 mm). Además, su infraestructura agrícola consolidada facilita la incorporación de nuevas cadenas de valor.
Rentabilidad y mercado: del campo a la bioenergía
El valor de estos cultivos no depende solo del grano: el destino industrial de su aceite es su principal motor de rentabilidad.
La carinata, con un contenido de aceite del 40–45% y alto en ácido erúcico, es especialmente apreciada para la producción de biocombustibles HEFA-SAF. La camelina, por su estabilidad oxidativa y composición equilibrada, tiene una doble salida hacia biocombustibles y cosmética natural.
Empresas como Nuseed, Camelina Company España o Neste están impulsando acuerdos con agricultores españoles, ofreciendo precios garantizados, asistencia técnica y certificación bajo los estándares RED II e ISCC EU, lo que asegura la sostenibilidad y la trazabilidad de la producción.
El resultado es un modelo de cultivo rentable y de bajo riesgo, ideal para complementar los ingresos del cerealista tradicional sin necesidad de grandes inversiones.
Sostenibilidad: agricultura de futuro
Más allá del rendimiento económico, carinata y camelina representan una herramienta eficaz para avanzar hacia una agricultura climáticamente inteligente.
Su menor consumo hídrico y energético, junto con la posibilidad de emplear técnicas de siembra directa o laboreo mínimo, reducen la huella de carbono del sistema productivo.
Además, al destinarse a biocombustibles sostenibles, cadahectárea cultivada contribuye a la reducción neta de emisiones del sector energético.
En este sentido, España tiene la oportunidad de consolidarse como un proveedor estratégico de materias primas sostenibles dentro del marco europeo de neutralidad climática 2050.
Un cambio de paradigma agronómico
La introducción de carinata y camelina en las rotaciones cerealistas españolas no es solo una opción técnica, sino una estrategia de futuro.
Permiten al agricultor diversificar riesgos, mantener la fertilidad del suelo, reducir insumos y acceder a nuevos mercados de alto valor añadido.
En un contexto de cambio climático y volatilidad de precios, apostar por estos cultivos significa avanzar hacia un modelo agrícola más resiliente, rentable y sostenible.
España, con su diversidad de suelos, su experiencia cerealista y su capacidad de innovación, está llamada a ser referente en Europa en la producción de oleaginosas sostenibles para la bioeconomía.
Carinata y camelina no son solo cultivos emergentes: son semillas de futuro para una agricultura moderna, verde y competitiva.







