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miércoles, mayo 1, 2024
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Modernización y capacidad de regulación, los retos del regadío en Castilla y León

En el proceso de modernización de regadíos son tres los protagonistas: las comunidades de regantes, la Junta de Castilla y León y la Administración del Estado, a través de Seiasa

Ricardo Ortega

Aunque ya parecen algo lejanas, las aguas de mayo y junio sirvieron para mejorar la situación de la agricultura en la cuenca del Duero, que cuenta con 500.000 hectáreas de regadío, de las que 150.000 son de aguas subterráneas.

“El panorama de los cultivos de riego ha cambiado con las lluvias, pero no por el agua aportada a los embalses, sino sobre todo porque apenas se ha regado desde el 26 de mayo”, apuntaba Manuel Mantecón, secretario de la federación de regantes Ferduero, a finales del mes de junio.

Las principales beneficiarias han sido las zonas sometidas a restricciones, puesto que el agua caída va a permitir a la CHD cumplir con las dotaciones asignadas en sistemas como el Carrión o el Pisuerga-Bajo Duero.

Modernización de regadíos

Mientras tanto, en Castilla y León sigue adelante el proceso de modernización, en cuyas actuaciones son tres los protagonistas: las comunidades de regantes, la Junta de Castilla y León y la Administración del Estado, a través de Seiasa.

“En general, en los procesos de modernización se depende de las decisiones que vaya adoptando el Estado, puesto que los otros dos agentes hacen lo necesario para obtener los fondos para la parte que les corresponde”, señala Mantecón.

El proceso ordinario de modernización se ha paralizado en los últimos años. A cambio, han ganado protagonismo los fondos de reconstrucción procedentes de la Unión Europea. En esta nueva fase las patas son solo dos: fondos europeos y comunidad de regantes.

El 80% de la inversión les corresponde a los fondos comunitarios, mientras que el 20% lo ponen los titulares de las explotaciones, a quienes corresponde asumir el 21% de IVA. Eso sí, la Junta busca fórmulas para que los agricultores no vean incrementado el porcentaje de su aportación. Por ejemplo, mediante modernización de determinados sectores a fondo perdido.

Un plazo de seis a ocho años

Una de las últimas zonas en aprobar su modernización ha sido la Comunidad de Regantes Canal de Manganeses, en Zamora, cuyos integrantes saben que tienen ante sí un periodo de entre seis y ocho años hasta que concluyan las actuaciones.

En ese tiempo se debe realizar un proceso de concentración parcelaria, además de tener que esperar a que el Estado dote de fondos a Seiasa para acometer las obras.

Manuel Mantecón se declara “firme defensor” de las modernizaciones, puesto que se trata de la forma “más eficiente” de emplear el agua, con una gestión más democrática y un mejor control de los consumos.

En su opinión, conviene relativizar las menciones a los “nuevos regadíos”, puesto que “no se trata de zonas regables que surgen de la noche a la mañana”. Se refiere a áreas como las de Payuelos, en León, o la Armuña, en Salamanca, que han seguido un proceso muy lento. Sin ir más lejos, “el embalse de Riaño (cuya agua llega a Payuelos) se cerró el 31 de diciembre de 1983”.

Otro ejemplo está en el embalse de Barrios de Luna, con un proyecto aprobado en 1935 y que vio pasar una guerra y un cambio de régimen hasta su inauguración, en 1956.

¿Se han recuperado los embalses?

En Castilla y León los regadíos más afectados por la sequía son los del sistema Carrión y los del Pisuerga-Bajo Duero. Alberto Nebreda, presidente de la Comunidad de Regantes del Canal del Pisuerga, apunta que a principios de julio está previsto celebrar una nueva Junta de Explotación con la CHD, con el objetivo de analizar la evolución de la campaña de riego y, sobre todo, para fijar las tarifas de riego para la campaña del año que viene.

Nebreda
Luis Alberto Nebreda.

Durante la primavera y el principio del verano la dotación establecida ha sido de 3.500 metros cúbicos por hectárea. Las lluvias no han servido para que se recuperen las reservas en los embalses del sistema Pisuerga-Bajo Duero, ya que los días son más largos y hay abundante vegetación, que consume el recurso.

En todo caso, las últimas lluvias han sido una buena noticia por el agua de riego que ha dejado de consumirse, después de un inicio de campaña muy temprano y de elevadas temperaturas, que había llevado a un consumo muy intenso.

“Ahora mismo llevamos entre cuatro y cinco semanas sin consumir agua de riego y se prevé que aún pasen unas semanas con el sistema cerrado”, señalaba antes de que comenzara el mes de julio.

La situación del regante es ahora algo mejor, “aunque solo sea porque las previsiones eran muy pesimistas y ahora queremos ver la situación de otro modo”, apunta.

Ya se descarta volver a regar el cereal hasta que acabe su ciclo, mientras que otros cultivos apenas se han regado en el mes de junio.

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