“El suelo volcánico de Gran Canaria ofrece buenas condiciones para la papa”
La tercera isla más grande del archipiélago canario tiene en el tubérculo una seña de identidad. Los grandes retos son la mecanización y el acceso al agua, pese a lo cual Gran Canaria se nos presenta como ejemplo de implicación y complicidad entre Administración y productor
Gran Canaria cosechó más de 49 millones de kilos de patata, o papa, durante el año 2023. Ya es la isla que más tubérculo produce en Canarias, con hitos como el haber superado el 60% de su demanda local. El presidente del Cabildo Insular desgrana el compromiso de su Administración con el cultivo y mete el dedo en la llaga de algunas asignaturas pendientes.
“La Ley de la Cadena se debe aplicar de una vez por todas; los gobiernos regional y central no están poniendo los medios para ello”
ENTREVISTA:
Ricardo Ortega
-¿Qué papel ocupa la papa en la economía de la isla?
-El cultivo de la papa tiene una gran importancia, que trasciende su contribución al PIB, pues cumple una función estratégica en diversos aspectos vitales. Es esencial para fijar población y contribuye al mantenimiento del paisaje rural, que actúa como importante atractivo turístico. Asimismo, la papa está profundamente arraigada en la cultura y gastronomía de Gran Canaria.
“La papa está profundamente arraigada en la cultura y gastronomía de Gran Canaria”
-¿Cómo afecta la orografía de la isla a la actividad?
-La orografía montañosa tiene un impacto significativo en el cultivo, determinando tanto las condiciones de producción como las estrategias necesarias para su viabilidad. Las pronunciadas pendientes y la fragmentación del terreno obligan a que las parcelas sean pequeñas, con una media de entre 1.500 y 3.000 metros cuadrados.
Este tamaño limitado dificulta enormemente la mecanización. Los agricultores deben recurrir a equipos especializados, diseñados para manejar terrenos pequeños y complejos, lo que incrementa los costes de producción y exige una mayor pericia técnica.
-¿Cómo afecta el clima al cultivo?
-Las altas temperaturas restringen el cultivo de la papa a las zonas más frescas y húmedas, como las medianías del norte. Esto limita la superficie disponible, lo que refuerza la necesidad de optimizar cada metro cuadrado.
-¿El objetivo es aumentar el cultivo y reducir la dependencia respecto al exterior?
-La respuesta es sí, pero no es fácil, ya que no se puede cultivar más por falta de agua, falta de suelo mecanizable, falta de mano de obra y sobre todo vender por encima de los costes de producción. La administración está haciendo todo lo que puede y más, pero el sector necesita una reestructuración organizada desde los agricultores, que son la punta de lanza.
Aun así, la producción de la papa en Gran Canaria es uno de los cultivos que superan con creces los índices de soberanía alimentaria para territorios aislados, ya que se produce más del 60% de lo que se consume.
“El agua es la sangre de la tierra. Sin agua no hay cultivo. Se está trabajando para aumentar el caudal disponible.”
-¿Qué más retos tiene planteados?
-Conseguir que la se aplique de una vez por todas la Ley de Cadena Alimentaria, firmando entre productores y comercializadores el contrato que la ley obliga. La administración (Gobierno de Canarias y Gobierno Central) no está poniendo los técnicos e inspectores para su correcta aplicación.
El agricultor no puede seguir dependiendo de las ayudas y subvenciones porque no está cubriendo los costes de producción. Las subvenciones son para cubrir los sobrecostes de la lejanía e insularidad, además de la imposibilidad de mecanización.
Queremos seguir aumentando las cotas de autoabastecimiento e intentar producir más escalonado a lo largo del año y conservar las producciones durante mayor tiempo. También queremos aumentar el suelo disponible para el cultivo mediante el Banco de Tierras e incrementar la cantidad de agua para nuevas plantaciones.
Otra meta a medio plazo es la puesta en marcha de una figura de calidad que ayude a diferenciar las papas de origen local.
“Para que un agricultor pueda vivir dignamente debe tener una explotación de no menos de cuatro hectáreas”
-¿Qué hace el Cabildo para afrontar la cuestión de la sanidad?
-Disponemos de Laboratorio Fitopatológico, Suelos y Aguas, así como asesoramiento técnico a través de los técnicos de la Consejería. Asimismo, tenemos implantado un Plan de Erradicación de la Polilla Guatemalteca: Retirada y Subvención de 0,20 euros por kilo de papa afectada, además de transporte y tasas a vertedero autorizado, subvención de trampas, productos fitosanitarios (convencional y ecológico), subvención por la rotación con otros cultivos…
-¿Es el agua un factor limitante?
-Por supuesto, el agua es la sangre de la tierra; sin agua no hay cultivo. Se está trabajando continuamente para aumentar el caudal disponible, para la puesta en marcha de pozos y galerías, además de las aguas regeneradas y desaladas. En los últimos meses hemos realizado obras hidráulicas que han permitido poner a disposición de los productores más de 5.400 horas de agua, es decir, más de 195.000 m3.
-¿Estamos hablando de un cultivo rentable?
-Sí, pero para que un agricultor pueda vivir dignamente estamos hablando de que debe tener una finca o explotación de no menos de cuatro hectáreas, con una producción entre 32.000-37.000 kilos por hectárea y con una rentabilidad neta de entre 6.000-7000 euros por hectárea. Los costes de producción son muy altos, entre los 22.000 y los 26.000 euros.
-¿Cómo es la labor desarrollada por ustedes respecto a las variedades de papa?
-Realizamos anualmente ensayos de rendimiento de variedades de papa en distintas cotas (medianías y costa), en sistemas convencional y ecológico. Dichos ensayos se complementan con un Concurso Oficial de Variedades de Papa para determinar la mejor Papa de Calidad Organoléptica de arrugar, sancochar y freír.
-¿Es importante ampliar el abanico varietal?
-Por supuesto. Cada año ensayamos una media de 20 a 24 variedades, y hemos llegado a las 28. El problema no son las variedades, que las hay, sino que los agricultores solo disponen de un reducido número de variedades, ya que las empresas distribuidoras de papas de semilla traen las variedades que tienen en exclusiva o las que consiguen para comercializar.
Llevamos más de 50 años con la variedad Cara, Red Cara, Spunta, etc., y entre 20-30 años con variedades como la Picasso, Valor, Electra… Sin embargo, las mejores variedades en rendimiento o calidad, como la Buster, Búfalo, Soraya, Java, Jacky, Caledonian Rose, etc., tardarán años en estar en el mercado en cantidades suficientes. Es necesario establecer más ensayos para determinar rendimientos por metro cuadrado y costes de producción. Según la estación del año, se necesitan noches frías y días no muy calurosos, lo cual va a determinar su rentabilidad.
La capacidad de adaptación a los suelos no ha sido un problema con ninguna variedad, ya que disponemos de unos suelos de origen volcánico con buenas condiciones para el cultivo.