El viernes de la semana pasada, la USDA publicaba su informe mensual de oferta y demanda mundial, el primero de 2024, y si tradicionalmente este informe no tiene demasiada transcendencia para el mercado, esta fue la “excepción que confirma la regla…”.
La reacción del mercado esa misma tarde, después de la publicación del mismo, no se hizo esperar y ya nos anticipaba bajadas de los precios del cereal de importación la semana en la que nos encontramos.
Aumentaba la producción de maíz a nivel mundial (sobre todo en China), y aumentaban las existencias de trigo en Ucrania, lo que provoca un incremento de las estimaciones de existencias a final de campaña, tanto en trigo como en maíz a nivel mundial, y esto, inevitablemente, una mayor competencia en los países originadores por colocar sus cosechas, y, sin duda, una bajada del precio del cereal internacional.
En nuestro mercado nacional, los agricultores seguimos dudando si vender una parte de nuestra cosecha o esperar tiempos mejores, y esta duda y falta de oferta, vuelve a provocar que se esté vendiendo cereal de importación en provincias tan excedentarias como Burgos, Valladolid o Palencia … debido a que sale más barato colocar trigo o cebada desde los puertos del norte en las fábricas, que llevar el cereal de proximidad o en muchos casos, debido a esa falta de oferta ni siquiera hay opción de venderlo.
Las cotizaciones de las lonjas comienzan a acusar estas bajadas del grano de importación, bajando las cotizaciones de precios pagados al agricultor.
La cuestión es que, si queremos vender nuestro cereal o una parte, debemos anticiparnos a los agresivos precios de los puertos y no seguir acumulando una mercancía, qué si la primavera es favorable, nos podría pesar mucho y seguir provocando bajadas de precios (unido a los costes de almacenaje, pérdidas por almacenamiento y coste financiero).
A pesar de las bajadas de cotizaciones del último año y medio, no debemos olvidar que los precios siguen siendo superiores que la media de los últimos 5 años.
