La oleaginosa ha puesto de manifiesto un año más que da una rentabilidad por la que es merecedora de figurar en un lugar destacado de la rotación de cultivos en Castilla y León

A pesar de todas las dificultades -se perdió planta-, los rendimientos medios han estado en 3.600 kilos por hectárea. La oleaginosa ha aguantado mucho mejor el tipo ante las adversidades que otros cultivos. “La diferencia entre la cebada que se inundó y la que no es de 2.000 kilos por hectárea…”, ejemplifica Gómez. La sementera siempre la hace sobre paja de trigo, en siembra directa.
La búsqueda de una buena rotación fue el motivo por el que incorporaron en Dehesa Peñoñorí la colza. Permite aprovechar los nutrientes que el cereal no usa, combatir las malas hierbas, “pero también supone gastos en semilla, abonado… Hay que cuidarla para sacarle rendimiento”, recomienda Gómez, que es partidario de evitar los “gastos tontos como los que suponen labrar la tierra, por ejemplo”.
En la exploración palentina, además de colza, han puesto esta campaña adormidera, cebada, alfalfa, girasol, veza y arvejones.
Lo habitual es que siembren distintas variedades para asegurar rendimientos ante diferentes incidencias meteorológicas. Félix Gómez busca regularidad en la semilla. Para él es muy importante que no haya pérdidas de grano al cosechar. “Con la de Dekalb no se abre la vaina y se siega muy bien”, apunta.
García busca explicaciones a la merma inesperada en la producción. Ya ha encargado las analíticas necesarias para saber si el cultivo se ha visto afectado por el gorgojo de tallo o por otro problema. No ha tenido pulgón. Otra posibilidad es que el exceso de lluvia le haya pasado factura a los terrenos flojos de San Pedro de Latarce en forma de lavado de nitrógeno.
Al margen de incidencias puntuales en campañas concretas, Santiago García está plenamente convencido de que la colza es un cultivo adecuado para su explotación. Hace siete años que la cultiva y ha constatado de primera mano que es rentable en lo económico y en lo agronómico: “Se siembra en una época en la que hay poco trabajo. Va muy bien en la rotación y deja un lecho muy bueno de siembra que se nota mucho en las producciones del cultivo siguiente. El año pasado tuve producciones de 7.000 y 7.300 kilos en cebadas tras colza; este año han sido menores por el exceso de agua”, ejemplifica.
El agricultor vallisoletano es consciente de que la evaluación de cómo resulta el cultivo hay que hacerla teniendo en cuenta la suma de varias campañas. Este año ha sembrado graf y variedades de Pioneer, que adquiere en Semillas Blanco (Sebla).
Pero Valle es un veterano con más de diez años sembrando colza, así que los incidentes de esta campaña no le van a desanimar. Seguirá plantando. Habitualmente cultiva en torno a 50 hectáreas, además de trigo, cebada, avena y girasol; todo en secano. “Empecé a ponerla por probar cómo resultaba, y los primeros años fue cuando casi más rendimiento me dio”, recuerda.
El agricultor de Castellanos de Villiquera se muestra convencido de que la colza baja el rendimiento a partir del tercer año que se pone en la misma finca, “aunque la dejes descansar”. No hay problema. El cereal que viene después en la rotación resulta beneficiado. “Se nota en los trigos, en tierras fuertes, que van mejor sobre todo a partir del segundo año”, asegura el salmantino.
La queja es para los precios, “pero como está todo igual…”, se lamenta. En cuanto a variedades, es incondicional de la octans (Koipesol). Es la que mejor le ha resultado de las que ha probado en sus parcelas, así que por el momento ha desistido de experimentar con otras.
Sembró diez hectáreas en secano pero tuvo que arar casi dos porque no llovió en el momento que debía y la nascencia se complicó. A pesar de todo ha obtenido un rendimiento de 3.000 kilos por hectárea. Es algo menos de lo que esperaba pero ha quedado muy satisfecho. Tanto que para esta próxima sementera piensa en poner ocho hectáreas de regadío y otras tantas en secano. Siempre en barbecho para sembrar trigo el año siguiente.Además de la colza cultiva vezas, guisantes, centeno, trigo, cebada, remolacha y patata. “Hay que variar. Aquí no se había puesto nunca colza. Ahora es posible que la gente se vaya animando; como el día que empieza uno segar, que vamos todos detrás aunque no esté para ello”, bromea. Lozano está convencido de que va por buen camino: “La colza deja muy buen suelo para el siguiente. Y estas rotaciones ayudan a controlar plagas y enfermedades”. “Llevar los tratamientos al día es de las cosas más importantes para cualquier cultivo”, recomienda sin dudar y con carácter general.
En sus fincas de buen terreno, de tierra fuerte, sembró semillas de Pioneer. Incluso han llevado a cabo algunos ensayos, de los que tanto la marca como el agricultor han quedado muy satisfechos.
En el norte de Palencia, en el entorno de Aguilar de Campoo, el secano ha sido esta campaña como un regadío. Incluso como un regadío excesivo según épocas. José Martín terminó de cosechar sus 44 hectáreas de colza el 19 de julio. En realidad, no todas. En ocho de ellas prácticamente no entró la máquina debido a que durante varias semanas estuvieron tan encharcadas que muchas raíces se pudrieron. La otra cara es que en las mejores tierras el cultivo ha superado incluso los dos metros de altura.
A pesar de todas las dificultades, Martín está muy satisfecho con el resultado. La producción media de todo lo sembrado ronda los 2.500 kilos por hectárea, con zonas que han llegado hasta 4.500 kilos. A poco que las circunstancias vengan de cara la colza responde. Es el segundo año que pone esta oleaginosa “por rotar, por controlar malas hierbas… Es un cultivo alternativo muy bueno”, explica.
Cultiva también trigo y patatas. Antes ponía girasol, pero tenía dificultades para realizar todas las labores, que coinciden en el tiempo. Por el contrario, las propias de la colza se hacen cuando las demás siembras apenas requieren atención. “Son todo ventajas. Es muy bueno como rotación y el precio es el doble que el del trigo: con una producción de 2.500 kilos haces como con un trigo de 5.000 kilos…”, asegura el agricultor.
Eso sí, Martín advierte de que hay que tratar la colza de manera profesional. Es necesario sembrar bien, abonar y aplicar los tratamientos necesarios en su momento para que dé el potencial que posee. “Hay que hacerlo bien. Si gastas el dinero que necesita te da rendimiento”, apunta tajante. “El problema es la nascencia, pero una vez que nace es un cultivo duro y rústico”, afirma.Después de ver el resultado que le dio la colza el año pasado, esta campaña se lo ha tomado más en serio. Se ha asesorado bien y ha hecho las labores que debía y en su tiempo. Tenía confianza. Y los resultados le han dado la razón al agricultor. Puso la variedad ES hydromel (Euralis), a la que ya le vio potencial en las pruebas de su primer año, y le ha ido bien.