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sábado, julio 27, 2024
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El valor de la semilla certificada

“Lo difícil es encontrar aquellas variedades que consigan producciones aceptables en las condiciones más desfavorables", señala José Vicente Alcántara, responsable de Selección y Certificación de la compañía

Evaluando este último año agrícola en términos de rentabilidad de la explotación, se valora con más fuerza la influencia de la semilla certificada en los números finales de nuestra actividad. Elementos como la variedad sembrada o la calidad y sanidad del grano empleado “se antojan indispensables para llevar el cultivo a buen puerto”, señala José Vicente Alcántara, responsable de Selección y Certificación de Campal.

En términos de variedades, “debemos decir que por desgracia no existe la ‘variedad perfecta’, puesto que dentro de cada especie no existe una variedad que sea la mejor en todas las situaciones y condiciones de cultivo”.

Por ello, “debemos valorar los pros y contras de cada una e intentar seleccionar aquella o aquellas que mejor se adaptan por fecha de siembra, zona de cultivo, tipo de cultivo, sanidad, aptitud y maduración”.

En su opinión, año tras año valoramos las variedades únicamente por su fecha de espigado, cuando el dato importante para consolidar la producción es la maduración. Hay variedades que espigan muy pronto, y esto es bueno siempre que también maduren antes y, de ese modo, escapen de los calores estivales.

En cambio, “si solo tiene un espigado precoz, lo que tenemos es un problema añadido por el mayor tiempo de exposición de la espiga a las heladas, mientras que sufrirá también los rigores de las altas temperaturas, ya que el grano no estará maduro”, recalca.

Otro factor importante en la elección de la variedad es la regularidad en la producción. Hay variedades con picos de producción muy altos, pero muy irregulares. Tenemos años de buenas producciones, ligeramente por encima de la media del cultivo en la zona. “Pero es algo poco frecuente y, a cambio, muchos años la producción baja ostensiblemente por debajo de la media de la zona. Si sacamos la media de cinco o seis años, los valores medios bajan y, con ello, la rentabilidad”, recalca el responsable de semillas de Campal.

“Los años buenos y en condiciones de cultivo favorables, todas las variedades funcionan. Lo difícil es encontrar aquellas que consiguen producciones aceptables en las condiciones más desfavorables”. Con todos estos condicionantes, “cobra mayor importancia un correcto asesoramiento técnico en la explotación, que nos ayudará en la toma de decisiones, incluida la variedad que sembremos, con lo que conseguiremos optimizar la producción”, remarca.

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