José Ángel Cortijo
El de 2019 ha sido un otoño como los de antes, con lluvia y con unas temperaturas que no han sido bajas, salvo una semana. Este invierno, por su parte, nos está recordando lo que siempre fueron los inviernos en Castilla y León.
Lo sorprendente, si se permite la expresión, es que nos sorprenda contar con un otoño o un invierno de estas características, con una sementera que empieza y se para, para después comenzar de nuevo en cuanto el tiempo nos da una tregua.
Nos alejamos por tanto del ‘veroño’ de otros años, con otoños tranquilos, de temperaturas suaves, más cómodos para el agricultor pero menos favorable que este desde el punto de vista agronómico.
Ojo con las malas hierbas
Una peculiaridad del pasado otoño es que había muchas malas hierbas latentes que esperaban ‘con ganas’ un otoño húmedo. Como consecuencia, algunos agricultores han realizado hasta tres labores de purga, de eliminación de esas hierbas, antes de sembrar. Pues a pesar de ello, algunos incluso las tienen una vez sembrado el cereal.
Por eso el agricultor debe permanecer este año muy atento a la posible presencia de malas hierbas y a la presión que ejerzan sobre nuestro cultivo.
La realidad de los ‘fitos’
En este capítulo chocamos con la realidad del sector fitosanitario, con unas compañías que realizan un gran trabajo pero han visto cómo la normativa europea eliminaba multitud de materias activas muy eficaces. Como consecuencia, a día de hoy disponemos de productos que siguen teniendo eficacia, pero solo si estamos muy atentos al momento de aplicación. Ello nos obliga a no perder de vista las parcelas en las que estamos trabajando, pero tampoco aquellas en las que hemos realizado ya la labor.
Ello nos lleva a la reflexión de que, aunque todas nuestras máquinas son importantes, la que debemos mimar más es la de aplicación de fitosanitarios, ya que es la que más veces va a salir al campo a lo largo del año.
Calibrar la abonadora
Para este año no podemos perder de vista cuestiones como la calibración de la abonadora; porque nos quejamos con razón del aumento de nuestros costes al mismo tiempo que caen o se congelan los precios de nuestra producción, pero debemos ser conscientes de una realidad: podemos mitigar esa situación que nos parece injusta por medio de una mayor eficiencia en la realización de los diferentes trabajos, de forma singular al aportar al suelo los nutrientes que necesita.
Al hablar de fertilización la eficiencia hace referencia a dos cuestiones paralelas: la elección de un producto correcto, con la solubilidad y disponibilidad adecuadas, y la correcta distribución del abono. Por eso sigue siendo llamativo que el agricultor de Castilla y León cuide mucho la elección de la máquina y se preocupe por hacerse con la última tecnología, pero al mismo tiempo adquiera en ocasiones unos abonos de mala calidad física, que impide a la máquina cumplir la función para la que ha sido diseñada (y para la que el agricultor la compró).
Agricultura de precisión
Merece la pena destacar que la agricultura de precisión, concepto hoy tan en boga, no puede limitarse a disponer de una tecnología muy avanzada: esos programas y dispositivos deben ser una herramienta para que, al final, el agricultor aplique el producto de forma adecuada.
Vigor de nascencia
A día de hoy se nota qué parcelas están bien abonadas, ya que el vigor de nascencia está directamente condicionado por los nutrientes a disposición de la planta desde los primeros estadios. De este modo, en un simple vistazo a los campos encontramos parcelas con gran vigor mientras que otras tienen varias hojas pálidas; les falta ese ‘empujón’ de alimento que la planta necesita desde el primer día.
(El próximo número de CAMPO, que saldrá a la calle el domingo 26 de enero, incluirá diferentes consejos útiles sobre fertilización con vistas a este 2020)