Ricardo Ortega
La política en defensa de la papa de Gran Canaria tiene 15 años de historia, pero en realidad este cultivo tiene cientos de años, que han llevado a que se trate de un alimento fundamental en los hogares y en la cocina tradicional. “Podríamos decir que no hay un plato tradicional de la isla que no incluya a la papa entre sus ingredientes”, destaca Miguel Hidalgo, consejero de Sector Primario, Soberanía Alimentaria y Seguridad Hídrica del Cabildo de Gran Canaria.
-¿Cuál es la situación hoy de la papa en Gran Canaria?
-Gran Canaria era una isla exportadora de papa, aunque lamentablemente se ha invertido la tendencia y nos hemos convertido en importadores. Es una tendencia que se trata de corregir desde el cabildo, cuyos esfuerzos han permitido que ahora mismo el 60% de lo que se consume en la isla sea local, de kilómetro cero. Son cifras superiores a las que establece la FAO, que recomienda entre el 45 y el 50% de producto local para hablar de soberanía alimentaria.
A día de hoy, una población de 850.000 personas, más la población flotante que supone el turismo, consume 50 millones de kilos de papas.
-¿Cómo es el papel de la administración en ese proceso?
-Se ha avanzado mucho en relación con el cultivo, gracias al trabajo desarrollado por Armando Rodríguez, técnico del Servicio de Extensión Agraria del Cabildo, quien ha realizado numerosos estudios sobre los costes de producción, además de ensayos de variedades para conocer los rendimientos en diferentes puntos de la isla en función del tipo de suelo, del clima, del riego disponible… Toda esa labor se traduce también en conocer la calidad del producto final, que se comprueba mediante la celebración de diversas catas por parte de expertos.
-¿Ese camino se recorre de la mano del agricultor?
-Desde el Cabildo hemos compartido el resultado de nuestros ensayos con los agricultores para incrementar la eficiencia y sostenibilidad del cultivo, de modo que vayan incrementando las producciones empleando cada día menos recursos. Pero al mismo tiempo ellos se han especializado en el cultivo, que van mejorando gracias a su propia experiencia. Son quienes mejor saben cómo se puede comportar la papa en su explotación, con sus características específicas.
Merced a todo ello, la papa va adquiriendo un carácter, un posicionamiento en la isla de Gran Canaria, pese a que la semilla venga de fuera. Contamos con la peculiaridad de tener unos agricultores muy profesionales, al mismo tiempo que debemos sumar la producción de casi cualquier persona con algo de terreno cerca de su domicilio, en ocasiones como complemento a su economía familiar.
-¿Y ese productor obtiene rentabilidad?
-Estamos aquí para que se cumpla la Ley de la Cadena Alimentaria, porque de lo contrario el resultado será el abandono de la actividad. Por eso hemos realizado esos estudios, tan rigurosos, sobre los costes de producción y exigimos que al productor se le pague por encima de ellos.
Porque nosotros nos volcamos con el agricultor, pero exigimos que al final del proceso el productor perciba un precio justo. En ese sentido, desde el Cabildo exigimos que haya una política agraria que, en un momento dado, nos permita echar una mano para compensar al agricultor por la presencia de una plaga o para establecer una rotación coherente de cultivos.
-Un reto importante es el del agua…
-Efectivamente, es uno de los factores determinantes. En Gran Canaria hemos generado lo que llamamos una cultura del agua, que incluye un trabajo sin descanso para poner en marcha nuevas plantas desaladoras, pero también para aprovechar al máximo las fuentes de agua de las que disponemos, como nacientes, galerías y pozos.
Al mismo tiempo, por supuesto, trabajamos sin descanso para un uso cada vez más eficiente de ese recurso.
-¿Caminan juntas agricultura y desarrollo local?
-Por supuesto. Nos negamos a hablar de la economía como actividad meramente económica, porque necesitamos vincularla al desarrollo de la isla. No solo porque aporta una economía, un alimento, un empleo, sino porque también contribuye a generar un paisaje.
También porque tuvimos una experiencia dramática durante la pandemia, cuando vivimos una situación terrible al quedar aislados del mundo. Si no llegamos a tener una producción autóctona, la situación habría sido mucho peor.
Por eso desde el Cabildo mantendríamos nuestra agricultura aunque nos costara dinero. Estamos empeñados en dar continuidad al sector primario en la isla porque es imprescindible: aporta un gran valor al conjunto de la isla, incluso desde el punto de vista de la prevención de incendios forestales, que hacen un gran daño. Por eso defendemos la coexistencia de agricultura y naturaleza.