Laureano García, de Bercero (Valladolid)
“Sembrar semilla certificada siempre te compensa porque te garantiza un grado de germinación muy alto”, lo que significa ahorrar en semilla y supone un primer paso para una buena implantación.
Así lo señala Laureano García, de Bercero (Valladolid), que siempre emplea este tipo de semilla. Compra R2 para su explotación pero vende toda la producción, de modo que no destina una parte a semilla. Al año siguiente vuelve a poner R2. Le convencen las producciones que obtiene de este modo y, de hecho, no recomendaría ir más allá de una R3.
Una de las ventajas de la semilla certificada está en que las casas obtentoras “realizan un completo seguimiento de aquello que van a vender” como R1 o R2, con lo que el agricultor se asegura de que es un producto de calidad, con todas las garantías en materia de sanidad vegetal.
Y emplear esta simiente tiene consecuencias positivas a efectos de producción. Incluso este año, con un panorama desolador para el cereal, lo tienen mejor aquellos profesionales que han confiado en la semilla certificada. “Evidentemente el principal factor está en la meteorología, y también son muy importantes las decisiones que va tomando el agricultor, pero el partir de una semilla de calidad tiene efectos evidentes en el resultado del año”, subraya.