Es uno de los escasos cultivos que podría dar buen resultado este año. De momento. “Hemos salido del pesimismo absoluto respecto a la cosecha para pasar al optimismo moderado”. Así describe Carlos Blanco, de Koipesol, el panorama que ahora dibuja el girasol en las tierras castellanoleonesas. El cultivo está mejor de lo que se preveía tres meses atrás. Apenas nadie pensaba en sembrar con alguna garantía, pero las lluvias de mayo animaron al personal.
En junio ya había nacido, aunque las reservas de agua eran inexistentes y se pensaba que se recogerían solo 300 kilos en las pocas parcelas que se cosechasen. El empujón lo ha dado julio y sus 50 litros que cayeron en bastantes tierras. “Lo ha arreglado bastante”, comenta con alivio Blanco. “Se ha recuperado”, añade. Sus deseos para que ahora no se eche a perder son que a muy corto plazo -en los próximos días- caiga alguna tormenta más, que incluso podría hacer la cosecha “hasta buena”.
La cosecha en la actualidad se perfila entre aceptable y buena en Salamanca y Segovia y buena en Burgos norte y centro. En el centro de la región (Valladolid, sur burgalés, Tierra de Campos) la pipa está necesitada de humedad desde hace semanas.
En las tierras burebanas el girasol está bien implantado, pero muy sediento, tal como reseña el técnico de Bureba Ebro, Javier Álvarez. Luce pero no ha llovido en el último mes, así que necesita la lluvia.