La planta, que parasita la raíz de la que proporciona pipas para la cosecha, ha sido detectada en algunas comarcas de Castilla y León.
La mayor pérdida en las parcelas llega a suponer entre el 80 y el 100% de la producción estimada para esa finca
El jopo (Orobanche cumana) es una planta parásita, que germina y se implanta sobre las raíces de un cultivo hospedante, habitualmente en estadios muy tempranos de la especie que es parasitada. En Castilla y León afecta sobre todo al girasol en algunas comarcas. “Para hacernos una imagen rápida aunque poco técnica, su forma es similar a un espárrago que surge del suelo muy cerca del tallo, ya que está instalado en las raíces, sin ramificaciones y con unas flores de color lila blanquecino”, describe Fernando Garrachón, de Marketing de Cultivos en Euralis.
José Antonio Blanco, delegado de Acesur y gerente de Semillas Blanco, también describe que, una vez que está instalado en la raíz del girasol, emerge a la superficie, de forma que es fácil ver al lado del tallo del girasol cómo emergen una o varias plantas a modo de esparragueras.
30.000 semillas
El mecanismo básico de actuación de esta planta parásita consiste en su adherencia a la raíz del huésped y extraer de él nutrientes y agua para poder completar su ciclo vital. Blanco añade que es alógama con una alta capacidad para producir más de 30.000 semillas por planta, que permanecen en el suelo esperando su momento de propagación durante muchos años.
El 60% de la superficie europea de girasol, se encuentra en zona de influencia de esta planta parásita. Y es cuando se empieza a detectar su presencia en una zona cuando el agricultor y las empresas líderes en semillas, empiezan a tener y proponer soluciones al problema.
En España, es en Andalucía donde desde antes y con mayor virulencia han sufrido la presencia de esta planta parásita, siendo la raza F la mayoritaria en esta región. Hay zonas de Castilla- La Mancha, en las que también se encuentra el jopo, en este caso con raza E y F, tal como destaca el técnico de Euralis. “En Castilla y León, su presencia no debe considerarse más allá de testimonial”, señala como advertencia Fernando Garrachón.
Hasta la fecha, en los girasoles castellanoleoneses, se han detectado en casos puntuales en alguna localidad de Valladolid, Soria, Salamanca y Burgos según enumera.
“No obstante, es deber de las empresas líderes en girasol, estar atentas a su incidencia, proponiendo soluciones a un posible desarrollo. Actualmente, las empresas líderes, ya tenemos en nuestro catálogo de variedades comerciales resistentes a todas las razas existentes en España y a las nuevas razas que ya existen en otras zonas de Europa y que en un futuro cercano podrían aparecer en nuestro país”, recalca el experto.
Grandes pérdidas
El jopo es una planta parásita que carece de clorofila y por tanto se alimenta a costa de quien le hospeda. Al instalarse en las raíces del girasol se alimenta a su costa, de agua y nutrientes. Así, resulta fácil deducir cuál es el efecto negativo que en el girasol causa esta adventicia.
Es el número de jopos por planta e importancia de la superficie afectada lo que incidirá en la perdida de producción y daño que nos ocasionará al condicionar claramente la rentabilidad del cultivo.
Se han dado casos de especial virulencia, en Andalucía, en los que la perdida de producción ha sido del 80 al 100% según les consta a los especialistas de la compañía Euralis.
En Castilla y León, a criterio de la casa de semillas, la primera medida que debe tomar el agricultor es “conocer a su enemigo” y poder así identificar al jopo, por si un día la encuentra en alguna de sus parcelas. Debido a que el jopo se instala en las raíces del girasol poco después que las pipas se implantan, debería tomar medidas previas a la siembra, si con anterioridad ha visto en alguna de sus parcelas algún jopo aislado.
El especialista de Sebla confirma que se están registrando recientemente focos de jopo en Castilla y león, zona tradicionalmente exenta de esta planta parásita. Desde hace unos años se han empezado a detectar infestaciones en distintas zonas de la región, difíciles de detectar, pues en muchas ocasiones están enmascarados porque muchas de las variedades de girasol que se siembran son resistentes a distintas razas de jopo.
“Los daños que pueden causar en el cultivo son cuantiosos dependiendo del grado de infestación; puede haber pérdidas en la cosecha de más del 50%”, advierte Blanco.
La solución para la siembra en esa parcela es hacer la sementera para la campaña con una variedad de girasol resistente a la raza de jopo que crea que puede tener. “El uso de variedades resistentes a las distintas razas de jopo es el método de control más extendido, ya que de esta forma evitamos su implantación en las raíces del girasol y por tanto su aparición”, zanja Fernando Garrachón.
Para combatirlo
También existen otras alternativas como la siembra de variedades tolerantes a ciertos herbicidas selectivos. Este es el caso de la familia de las imidazolinonas (variedades clearfiled y clearfiled pus), que entre su campo de actividad o control de malas hierbas se encuentra también la variedad que parasita.
“Algunas empresas de semillas tenemos en nuestros catálogos variedades resistentes a las últimas razas de jopo y además tolerantes a las imidazolinas, con lo que completamos o creamos una alternativa de control más amplia”, indica el responsable de Euralis.
El uso de una variedad de girasol resistente a la raza de jopo que es posible hallar en esa finca, evita por completo la aparición de la hierba no deseada en el cultivo. “Según el jopo vaya creando resistencias, y por tanto apareciendo nuevas razas, las empresas seguiremos obteniendo variedades resistentes a ellas. Por tanto, seguiremos acotando el desarrollo del jopo por medios de selección genética tradicionales”, se compromete.
Para José Antonio Blanco existen dos formas principalmente para combatir el jopo. Una es utilizar variedades resistentes, “que por suerte hay bastantes, pues las principales empresas de semillas tienen en sus catálogos un amplio abanico de variedades resistentes a las distintas razas de jopo”. Al ser un problema para el cultivo rentable del girasol el de la década de los años 90 en España, se ha investigado mucho al respecto y se han conseguido grandes logros. Y se sigue investigando, pues el jopo va a su vez mutando en nuevas razas que cada temporada resultan más virulentas.
La solución es el agricultor se decante por usar el sistema clearfield, sembrando variedades resistentes al Pulsar 40. Con este sistema es posible controlar una amplia gama de malas hierbas, además del jopo.
“La utilización de este tipo de semillas, sin tener aún el problema, creo que es la mejor práctica que podemos hacer para mantener el jopo alejado de nuestras explotaciones”, concluye el experto de Sebla.
Siguiendo en todo momento las recomendaciones de los experto se pueden evitar inconvenientes mayores en el girasol.
SOLUCIONES
Antes. El agricultor, si detecta alguna planta parásita, debe hacer las labores apropiadas en los trabajos previos a la siembra.
Girasol resistente. Cultivar variedades resistentes a las razas de jopo vistas en el mismo terreno y en las fincas próximas.
Clearfield. Uso de variedades tolerantes a algunos herbicidas selectivos, que actúan sobre algunas malas hierbas y sus parásitas.
Fotografía: La planta se asimila a las esparragueras. Autor: Euralis